APROVECHA EL FINDE DE DESCUENTO 50%
—Hola Gabriela… dichoso los ojos que te ven.
—Franco… qué sorpresa.
La última vez que vi a Franco fue después del funeral de mi madre, cuando le di la cachetada. Fue quien me desvirg@, mi único noviete, mi única experiencia antes de volverme prostitut@.
—Estás muy buena—dice dándome un repaso con descaro, luego levanta la mano enseñándome la argolla del dedo anular—. Ahora estoy casadísimo. Después que te fuiste hallé a una buena mujer. Me ha ido bien Gaby, fantástico a decir verdad. Me gradué de ingeniero y comencé a trabajar en la siderúrgica. Tengo una buena vida, con dos carros último modelo y dos hijos. Una vida perfecta. Actualmente estoy iniciando una empresa… ¿y qué tal tú, hermosa?¿qué has hecho de tu vida estos años?
No sé qué decir. Después del retrato perfecto que Franco me acaba de dar de su vida me siento como una colilla cayendo por el drenaje. Pero a Franco no le importa lo que tenga que decir porque se acerca a mí demasiado, abrazándome de manera inesperada.
—Sé tu secretito…eres una put@—murmura en mi oreja se aparta un poco para ver mi cara que ha de ser un poema porque me ha dejado impactada. Juguetea con sus dedos en uno de mis risos mientras su sonrisa se vuelve lasciva—Si quieres que tu familia no se entere de tu secretito dejarás que te disfrute un par de horas gratis… así que debemos cuadrar un día, preciosa y te portaras bien conmigo… te digo algo, aún me la pones dur@ Gaby.
Sintiéndome de nuevo arrojada en el ojo del huracán, suplico:
—Por favor, no le digas a mi familia.
—Seremos discretos Gaby, por los viejos tiempos no me iré de lengua. No me gustaría que me asociaran con una escoria como tú, una mujer de tu calaña. Qué bueno que tu vecina Ana me abrió los ojos en ese entonces cuando quise ir a buscarte a la selva. Estaba enamorado de ti Gaby y pensé un futuro contigo. Qué equivocado estaba porque tú no vales nada, dime, ¿qué hombre decente puede quererte sabiendo que eres la basura que eres?
Antes de poder contestar Franco es arrancado de mí y lanzado al baño de hombres por una mano morena. Cuando entro al baño me encuentro a Gonzalo agarrando a Franco por el cuello.
—¡Cómo te atreves a tratarla así! Imbécil, nunca vuelvas a decirle así a Gabriela. ¡Basura eres tú que no sabes tratar a las mujeres!
—Es una prostitut@…—chilla intentando quitarse los dedos del moreno del cuello—Amigo, es una prostitut@. No dejes que te engañe con mentiras, se revuelc@ con todos…
—Cállate, no le digas así. Te vas arrodillar y le vas a pedir disculpas en este momento por lo que dijiste ¡o te reviento la cara!
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