Villano sabroso.
En el momento en que el último de los invitados abandonó la mansión, tanto él como su esposa dejaron de fingir que eran un matrimonio perfecto y dándose la espalda se fueron al ala de la casa que le correspondía a cada uno.
Estaba a punto de meterse en la cama, cuando su jefe de campaña le anunció por medio de una llamada que su hija había despertado del coma, hacía ya varios días.
—¿Y qué con eso? —preguntó apartando el cobertor con fuerza.
—¡¿Qué con eso?! —ladró Jordan Phillips sin creerse que a Bruce no le preocupara ni un poco que esa chica hubiese vuelto a la vida—. Que esa inofensiva chica podría cargarse tus aspiraciones presidenciales si decide abrir la boca y decir que eres su padre.
—No lo hará, porque no sabe que lo soy.
—Ella no, pero su hermano sí. Así que te sugiero que nos encarguemos de ella, tal como lo hicimos con su madre.
—¿Qué te hace pensar que si le pasa algo su hermano no hará nada en mi contra?
—A la chica aún no le dan el alta y casos se han visto de personas que, al despertar del coma, mueren. Si me das vía libre, puedo deshacerme de tu problema rápidamente y sin que sospechen que fue una muerte provocada.
—No harás nada. —Algo le decía que era mejor no tentar a la suerte, y aunque Jordan era muy cuidadoso, prefería dejar las cosas como estaban.
—Espero que la decisión que acabas de tomar no te pese más adelante.
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