Soraya Russo, en descuento.
Lo empujo sobre la cama y me subo a horcajadas sobre él, empiezo a desvestirlo, no me gusta sentirme en desventaja, empieza a acariciar mi piel mientras lo hago y ya siento como me derrito, en sus ágiles manos.
—Te quiero para mí— me dice al oído.
— Soy toda tuya esta noche— respondo.
—No solo esta noche, siempre— dice entre besos y caricias.
Mi mirada interrogante se posa sobre él mientras mis manos dejan de desvestirlo.
—¿A qué te refieres?— Pregunto enojada.
—Quiero que seas mía, mi mujer, no he podido dejar de pensar en ti, desde la primera vez que te vi, eres la mujer perfecta para mí, nena — dice serio y con sus ojos fijos en los míos .
Me incorporo de inmediato.
—yo no soy de nadie —digo molesta— además no me interesan los compromisos ni ahora ni nunca.
Pongo mis manos sobre mis caderas.
—Vamos a ser claros, si quieres divertirte sin compromiso, continuemos en lo que estábamos, si quieres algo más conmigo mejor me voy — termino diciendo, evidentemente molesta.
Augusto me mira desconcertado y se sienta sobre la cama.
— Creo que deberías irte entonces, discúlpame Soraya— dice muy contrariado.
(***)
Me paro de la cama y camino hacía donde quedo su vestido lo tomo y se lo acerco para que pueda vestirse.
Me dirijo hacia el minibar de la habitación, me sirvo un trago de vodka y solo escucho detrás de mí, la puerta cerrarse de golpe
¿Quién entiende a las mujeres? Las tomas como un juego y se enojan, porque quieren algo serio; les dices que quieres algo serio y luego se enojan porque no quieren compromisos.
1 comentario
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IngresarDesde ayer estoy bregando a comprar rl libro y no he podido ?
Yanet Castaño, Rayos, que extraño.
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