Desde hace tiempo se tiene la creencia de que los gatos poseen más que una sola vida, y aunque no puedo afirmarlo tampoco puedo negarlo. A lo largo de la historia se ha visto que los gatos son unos seres peculiares, solitarios, quizás. Amorosos: sin lugar a dudas.
Esta historia que estoy por contar narra los sucesos de cierto gatito de color negro al que bautizaron con el nombre de: “Orgen”, nombre curioso, al menos hasta que lo leemos al reverso y todo cobra sentido; la historia comienza mucho antes que con el extravío de este pequeño ser, pues antes de explicarles aquello primero he de decirles el comienzo real.
Camila, era apenas una niña de 7 años cuando sus padres decidieron darle un regalo, ella siempre había sido una pequeña alegre y cariñosa pero tras cierto suceso se volvió retraída y le costaba trabajo hablar con personas que no conocía previamente. Tras este brusco cambio sus padres vieron la posibilidad de regalarle un animalito como su mascota y con suerte esto les regresaría a su pequeña, la primera opción fue un perro y justo el día que decidieron salir a buscar alguno frente de su puerta se encontraba un pequeño gatito mirando fijamente hacia estos padres preocupados. “Los gatos no son adoptados por los humanos, son ellos quienes llegan a los hogares donde su energía es necesitada” fue la primer frase que paso por la mente de la madre y no la pensó dos veces antes de tomarlo en brazos y regresar a casa donde si hija aguardaba.
Al momento de entrar fue como si aquel pequeño supiera perfectamente donde era necesitado, bajo de los brazos de la madre y camino escaleras arriba hacia la habitación de la pequeña Camila quien estudiaba.
Camila al escuchar aquel sonido se levantó de la silla de su escritorio y camino hacia la puerta, al abrirla por fuera vio a aquel pequeño ser que con sus ojos fijos color amarillos la observaba con atención.
Solo una caricia basto para decirles a ellos dos que su vida juntos apenas había empezado.