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Capítulo 9: Perdido

Los días “oscuros” de antes parecía que por fin habían cesado, todo se veía con un curioso color azul que me daba mucha tranquilidad, salí caminando de aquel callejón y me dirigí a la calle principal, en ella había muchas personas aunque todas inmersas en sus pensamientos; algunos metros al frente pude ver una gran cabellera de color negro que se ondeaba conforme los pasos se iban dando, no necesité más para saber de quien se trataba…

Corrí tanto como pude y una vez a su espalda comencé a hablarle para que me mirara, aunque mi voz no llegaba hasta sus oídos, las personas a nuestro alrededor me veían solamente hasta que uno de ellos hizo señales a la pequeña gigante para que volteara, pues había un pequeño (yo) que le hablaba, cuando ella miro mi sonrisa se hizo presente y mi felicidad incontenible, aunque esto duro poco…

  • ¿Qué pasa pequeño? – Preguntó la mujer… no era ella. - ¿Estás perdido? – Su voz sonaba igual de dulce que mi pequeña gigante, pero no era ella, solo su espalda se parecía.
  • Miau. – Le dije, pues sabía que nuestros lenguajes no podían entenderse mutuamente.
  • ¡Qué lindo! – Menciono ella, me tomo en brazos y dijo que me llevaría con ella, pues le agradé.

Pensé en escaparme, pues ella no era a quien yo estaba buscando, pero algo me hacía detenerme, y tal vez ese algo me llevaría con mi pequeña gigante; mientras caminábamos ella se detuvo un momento y se quedó así, me hizo girarme por estarme sosteniendo haciéndome mirar a la espalda y al momento de girar vi que estaba detenida justo frente a un poste con una imagen pegada en él; en esta imagen había una fotografía de un gato negro, ese gato era idéntico a mí.

  • ¿Serás tú? – Preguntó esa mujer mirándome minuciosamente. Sacó su celular y comenzó a presionar botones, supongo que estaba llamando al número que aparecía en ese cartel. - ¿Hola? – Dijo su voz.
  • ¿Sí? – Alcance a escuchar que una voz respondía por el parlante del celular, la voz sonaba lastimada y melancólica y solo necesité escucharla una vez.
  • ¡Pequeña gigante! – Comencé a gritar con fuerza acercándome todo lo que pude al teléfono, ¡ella estaba al otro lado! - ¡Aquí estoy!, ¡aquí estoy!
  • ¡Tranquilo! – Dijo la mujer que me cargaba con un tono bromista y dulce. – Hola, te marcaba porque encontré a un pequeño gatito, pero no necesito escuchar tu respuesta, él ya me la ha dado, jeje. – Continuaba de una forma muy amable. Yo por mi parte intentaba fuertemente sostener aquel teléfono y decirle a mi gigante que yo estaba bien y que pronto estaríamos juntos.
  • ¡Orgen! – Gritó con una alegría inimaginable aquella gigante, mi gigante. - ¡Estas bien! ¿Dónde te encuentras? ¡voy en este mismo instante para allá! – Agregó ella.
  • ¿Sabes dónde está la plaza “Tomás Rodríguez”?
  • ¡Si, si! – Su voz respondía de una forma que me hacía pensar lo mucho que sufrió porque me perdí…
  • Te veo allí, estoy muy cerca, esperaré. – La voz de esa mujer en verdad me hacía sentir muy alegre, a pesar de no entenderle me hacía pensar que me ayudaría.

Colgaron la llamada y no le quería permitir guardar el celular, mi pequeña gigante se encontraba allí y no quería alejarme de ella… ya no más.

  • ¡Espera! – Dijo sonriendo y riendo levemente esta chica. – El celular tiene que ir a mi bolsillo, y aquella mujer ya viene por ti. Sé paciente.

Yo no la comprendía, pero su voz me hacía sentir tranquilo, me llevo consigo a un parque, y nos quedamos sentados en una banca esperando, supongo que por medio del teléfono ella le dijo a la gigante que estaríamos allí aguardando por ella. El tiempo pasaba realmente lento, especialmente para mí que solo contaba los segundos para ver a mi pequeña una vez más; la chica que estaba conmigo supongo que me notó algo impaciente y con una voz dulce me dijo:

  • Parece ser que en verdad la quieres. – Su mano se posó sobre mi cabeza y acariciaba mi cuerpo. – Ya quisiera yo haber tenido la suerte de que fueras mi compañero… jeje –
  • … - Solo le respondí en mi idioma y me acurrucaba en su mano.

Estaba realmente ansioso y cuando pensé que todo estaba bien, no pude estar más equivocado… Por el parque paseaban muchas personas con sus diferentes mascotas y como era de esperarse entre ellos había varios caninos… No está de más pensar que al estar sostenidos por correas por aquellos que los acompañaban todo sería seguro para mí (e incluso me atrevo a decir que esta chica lo pensaba) Pero tal cual lo pueden suponer la cosa no estaba tan bien. De entre las personas que estaban por allí había una que sostenía a un perro bastante molesto y que jalaba con frecuencia su correa, al grado donde la cuerda que lo retenía termino venciéndose y acto seguido comenzó a correr directo hacia mi ladrando con furia, antes de siquiera asustarme la mujer que estaba sentada justo a mi lado se levantó y se colocó frente a mí, sus ojos eran serios y su porte había cambiado, ella estaba completamente dispuesta a protegerme con su propio cuerpo y el miedo parecía ser su más fiel aliado, pues aunque pude notar que sus brazos y piernas temblaban nunca se movió un solo centímetro… “¿Estás conforme con que ella sea lastimada para salvaguardarte?” me quede pensando y un segundo después de haberme decidido a correr para que el perro me persiguiera a mí y no la hiriera a ella, otro canino me tomo del cuello mordiéndome (no me estaba lastimando, me mordió para cargarme solamente) Este había llegado por la parte de atrás por lo que ni ella ni yo lo vimos y nos agarró por sorpresa, aquel perro grande se abalanzó sobre donde yo me encontraba y aquella chica lo agarro justo por un lado conteniéndolo con fuerza, pero sus ojos vieron como otro perro me había agarrado para llevarme; por la diferencia de tamaños me era imposible escaparme y ella al estar conteniendo a aquel otro no pudo hacer más que observar cómo me llevaban…

  • ¡Espera! – grité al canino que me acarreaba. - ¡Déjame ir!, ¡No te he hecho algo!



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En el texto hay: gatos, suspenso, dolor

Editado: 28.05.2021

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