Agarre delicadamente aquella flor, tuve que arrancarla primero pero no quería dañarla y jurándome a mí mismo que no la perdería a diferencia de la anterior, pues esta era la última que quedaba comencé a caminar hacia nuestra casa; desde donde estaba era demasiado sencillo llegar, ya que a este parque suelo venir con regularidad cuando me deja la ventana abierta para que salga o incluso cuando ella me acompaña siempre nos gusta venir aquí es un sitio muy tranquilo y aunque hay de todo tipo de animales por todos lados, son siempre muy pacíficos.
Camine contando cada uno de los pasos que daba pues la emoción de volver a verla estaba completamente visible, incluso pude sentir como mi cola se tambaleaba un poco, ¡Aun y cuando no era un perro! Esto es algo que me impacto, pero no podía ocultar mi emoción y mi felicidad por, por fin volver a verla. Ya estaba realmente cerca bastaban solo unos minutos y justo cuando pensé que la felicidad no podía ser más alta, aquello ocurrió… aunque no fue algo feliz, una ráfaga de viento llego de pronto e hizo que el tallo se fracturara un poco, por el susto abrí ligeramente la boca y la ráfaga de viento pudo llevársela, sabía que estaba a unos simples pasos de llegar, pero después de todo ese tiempo no quise llegar solo así y aquella flor era una forma que tenia de pedirle disculpas pues nuestros idiomas no pueden comprenderse mutuamente. Con dolor di la media vuelta y comencé a correr en la dirección en la que el viento se llevó la flor, pero era muy rápida, me costaba mucho seguirle el paso.
Varios minutos después la flor tomo un camino diferente y quedo atrapada en los cables de la luz, ya sabía lo que podía suceder si mi cuerpo tocaba esos cables y cuando por mi cabeza paso el sentimiento de querer hacerlo sin importarme una ventana en el cielo se abrió, por ella alcance a ver a la distancia a aquel gato blanco que custodiaba la puerta y este negaba con la cabeza, recuerdo perfectamente lo que me dijo: “Si desperdicias una vez más tu vida, la puerta que veras después será una que no querrás haber visto y de la que nadie te podrá salvar” Pero así como recuerdo eso, también está en mi memoria lo que le conteste: “No me importa si es por mi pequeña gigante.”
Y dicho y hecho, no me importó, comencé a intentar trepar aquel poste clavando mis garras en los surcos de la madera; al llegar a la cima pude escuchar como la electricidad corría por los gruesos cables y un segundo antes de que mi pata tocara el cable un ave se posó frente a mi mirándome con uno de sus ojos, ella sabía que yo era un gato (era evidente) pero aun así no se asustó por mi presencia.
Una vez con la flor nuevamente en mi poder ahora si no planeaba soltarla bajo ningún motivo, otra ráfaga de viento pegó pero esta vez me cepillo los dientes solamente, mi determinación estaba en el máximo nivel posible y nada me impediría llevarle esa flor a mi pequeña gigante y verla después de tanto tiempo separados. Camine fuertemente hacia la casa completamente convencida de que nada ni nadie me detendría y justo como mi pensamiento me dijo NADIE, pudo lograrlo, no importa que sucediera o que acontecimiento ocurriera frente a mis ojos, mi vista estaba fija en la meta, la cual estaba completamente frente a mí.
Unos pasos antes de llegar, la puerta de la casa se abrió y una mano se asomó primero, una espalda dio la vuelta y detrás de la espalda se ocultaba un rostro con su otro brazo llevado a su pecho sosteniendo muchas hojas y en todas ellas una fotografía mía impresa, al ella girarse no me vio y camino hacia el auto, pero de pronto se detuvo en seco, giró lentamente y a unos cuantos metros me vio; yo cargaba la flor y sin acercarme a ella la deje en el suelo de modo que viera que era para ella. Mi pequeña gigante solo me miraba, era como si no me reconociera (aunque pues mi pelaje había cambiado… era evidente que no lo haría, y nunca pensé en ello…) Solo me quede allí mirándola y ella a mí, tras unos segundos ella se acercó caminando lentamente y se puso en cuclillas, después se sentó en el suelo y extendió su mano hacia mí, pero solo me miraba, no emitía palabra alguna. Me acerque un poco a su mano y con mi cabeza comencé a restregarme en ella, yo estaba exageradamente feliz pero ella no me reconoció…
En cuanto le dije hola ella con fuerza y de improviso me abrazo con ambos brazos y se tumbó al suelo abrazándome con fuerza, mientras lloraba incansablemente, era indiscutible, ella supo quién era.
Me intente soltar de sus brazos y al hacerlo camine hacia donde había dejado la pequeña flor, la tome y me regrese con ella dejándola sobre sus manos, ella la agarro y después se volvió a dejar caer al suelo tomándome en brazos, tal parece que nunca necesite esa flor, simplemente llegar…