Asistente de un dios

15.- Un encuentro inesperado

Ema

 

No hubo palabras, sigo con mi cabeza abajo mirándolo de reojo sin escuchar reclamo alguno. Su silencio me inquieta más que sus usuales palabras humillantes que ha usado las veces que nos hemos encontrado. Supongo que es una sorpresa ahora no solo verme en las oficinas de la empresa de su familia sino además ahora en su hogar.

 

—Alza tu mirada —masculló con voz extraña.

 

—¿Mi mirada? —pregunté confundida.

 

—Levanta tus ojos, humana, quiero ver tus ojos —pareció molesto.

 

Me mordí los labios sin saber si debo hacerlo o no.

 

—¡Te estoy dando una orden! —gritó y al escucharlo levante mis ojos deteniéndome en los suyos sintiendo a mi corazón acelerarse por la riesgosa situación.

 

¿Por qué me ha pedido eso? ¿Buscara una causa para justificar si me mata? Respiro, agitada y más cuando sus ojos turquesa no se despegan de los míos y se acerca a mi sin reflejar sus intenciones. No luce molesto sino sorprendido y eso me confunde aún más. Siento el roce de su mano en mi mejilla y reacciono a la defensiva intentando evitar su contacto. Pero coloca un dedo debajo de mi barbilla y sube mi rostro hacia su dirección.

 

—No sé qué maldito hechizo estas usando, pero esto no es usual en una humana, tus ojos despiertan una libidinosidad que en años no hemos sentido, se supone que nuestros padres mataron a todas las ninfas cuando decidieron asociarse a los humanos…

 

—¿Ninfas? —repetí confundida—. ¿Es que realmente existieron?

 

Movió la cabeza en forma afirmativa.

 

—Usaban su mirada para engatusar a los hijos de los dioses y luego de una noche de sexo estos eran envenados o los apuñalaban mientras dormían, tus ojos son un peligro, debería arrancártelos ahora mismo… o matarte —musitó amenazante tensando su semblante.

 

Al escucharlo me solté de sus manos para retroceder, pero debido a las heridas no pude moverme como quisiera. Se quedó en su lugar endureciendo su mirada. Me quedé paralizada cuando vi odio en esos ojos, es claro que odia a los humanos, aunque no sé la razón de eso, pero aun así colocó ambas manos en la cama sin alejar sus ojos de mí, fui yo quien finalmente bajé la cabeza pues no puedo sostener ese resentimiento que veo en él.

 

Estaba a punto de decir algo cuando apareció Arturo y su mirada quedó detenido en uno y luego en el otro.

 

—¿Qué mierda crees que haces? —enfrentó a su hermano.

 

Se enderezó de inmediato, confundido y anonadado.

 

—No es lo que piensas —le respondió con una sinceridad inusual en él retrocediendo hacia la pared.

 

Se colocó una mano sobre su cabeza como si le doliera y parece no fingirlo pues el gesto de dolor de su rostro es auténtico.

 

—Quería hablar contigo, pero… esa mujer… —me señaló sin terminar sus palabras.

 

—¿Qué pasa con ella? —le preguntó con agresividad.

 

Sentí por unos segundos la mirada de aquel Akuni sobre mí para luego desviar molesto su atención.

 

—Olvídalo, pero a madre no le va a gustar que la hayas traído a esta casa —indicó sin decir lo que me dijo antes de ser una ninfa, desconozco sus razones o que es lo piensa cuando antes me dio a entender que si lo descubrían van a matarme.

 

¿Guarda silencio para protegerme? ¿O sus intenciones son otras?

 

Arturo Vikar se sentó en la cama y pasó su brazo por mi espalda acercándome a él, aprisionándome contra su pecho, me sentí cohibida por esa cercanía y más cuando su dura mirada no se aparta de su hermano, es como si lo estuviera amenazando.

 

—No vuelva a entrar a mi habitación ni a intentar hacerle daño a Ema, porque te juro que no me importaran los lloriqueos de tu madre, te haré desaparecer en pedazos para que nadie nunca pueda encontrarte —su tono de voz causó efecto ya que Demian alzó la cabeza abriendo los ojos como si aquellas palabras lo hubiesen sorprendido.

 

Lo que es extraño cuando ambos, según me contaron las chicas del trabajo, viven amenazándose de esa forma ¿Por qué parece entonces atónito ante las palabras del presidente? ¿Habrá algo distinto que yo no soy capaz de notar?

 

—No le he hecho daño a esa mujer, no me interesa si la metes en tu cama, tú sabrás como controlar la reacción de nuestra madre —y sin más solo deteniendo sus ojos en los míos por un momento, nos dio la espalda y se alejó cerrando la puerta con violencia.

 

—Esa mujerzuela no es mi madre… —reclamó Arturo apretando los dientes.

 

Luego se puso de pie caminando de un lado a otro pensativo hasta detenerse en mí y cohibida solo tensé mi rostro.

 

—Te ves bien con mi camisa —habló con seriedad.

 

No sé si es sincero o no, pero cuando quiero preguntarle porque lo dice desvía su atención preocupado y pensativo.

 

—Esa perra bastarda aun así es peligrosa por lo que voy a asegurar la puerta para que podamos dormir tranquilos, luego de que nos traigan algo de comer, no estoy de ánimos de lidiar con ella —pensó en voz alta antes de volver a colocar su atención en mí.

 

Lo miré estupefacta por lo que acababa de escuchar, no solo de que esa mujer, la madre de Demian fuese más peligrosa de lo que imaginaba, sino porque acabo de darme cuenta de que planea que ambos durmamos en la misma habitación, aunque entiendo que así va a “protegerme” pero no me siento segura aun con él.

 

—¿Voy a dormir aquí? ¿En qué lugar? —pregunté inquieta.

 

Arrugó el ceño para contemplarme en silencio antes de decir algo.

 

—¿Quién te autorizó a hablar? —masculló molesto—. Tu no hablaras hasta que yo te de permiso de hacerlo.

 

Abrí los ojos sorprendida, aunque es algo que debería acostumbrarme de estos tipos, sin embargo, sentí mi pecho arder y ganas de contestarle que no era quien para decirme eso, pero apenas intenté decir algo mi lengua se paralizó y ninguna palabra agresiva logro salir de mi boca.



#1398 en Fantasía
#854 en Personajes sobrenaturales
#2047 en Otros
#136 en Aventura

En el texto hay: distopia, dioses, embarazo

Editado: 05.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.