Los últimos tres años de mi vida dieron giros y más giros. La estabilidad es un recuerdo lejano. Como esas vacaciones de la infancia que recordas con cariño pero eras tan pequeña que no estas muy segura de si realmente estuviste ahí o si tus padres contaron la misma historia tantas veces que ya sentís que es tu propio recuerdo. Incluso mis planes, mis proyectos, mis amigos. Todo cambió, giro, se retorcio, se estrelló.
Extraño algunas cosas, pero recordar duele ¿sabes? Cada recuerdo que pueda tener en mi cabeza, estos inevitablemente este se retuercen y vuelven al punto inflexible donde todo se rompió. Y ya no puedo cambiar y ser quien era. Nadie es dos veces la misma persona que fue. Si así fuese no avanzaríamos. O tal vez si, pero sería una vida absolutamente lineal. No habría sorpresas. Si no cambias el resultado va a ser siempre el mismo. Y me cansé. Realmente estoy harta de volver siempre al punto de inicio haga lo que haga. Tomé la decisión de juntar cada pedacito sano de mi interior y con todos ellos armar a esta nueva persona que trata de surgir. Algo así como un fénix desde las cenizas como quien dice. No soy un fénix ni mucho menos, pero tendrías que saber toda la historia para entender por qué hoy estoy acá en este bar de mierda completamente mojada por la tormenta que ruge afuera, muerta de frío y escribiendo en el primer papel que encontré unas palabras para quién sabe. Pero es solo una maldita costumbre, los secretos los guardan mejor los bares, las servilletas y posiblemente el fuego.
Seguro empezaste a leer esperando una linda historia. Pero las historias lindas no existen, existen las reales. Las que tienen personas de verdad que se hieren de verdad, que se destruyen y se construyen. Las que incluso con esa señal interna que les grita que corran se quedan. Y las que tienen tanto miedo de quedarse que corren. Todos somos imperfectos. Eso duele, nos hace humanos, y nos hace perfectos. Aunque no siempre como quisiéramos serlo.
Tal vez ahora tengas muchas dudas... Si seguir leyendo, si correr al próximo libro o incluso esa duda de qué pasó para que yo esté así. Empecemos por el principio. Allá en 2012, un millón de años atrás, en el colegio. Quizá no fue el principio, pero ese fue nuestro principio.