Conquistar su Amor

Capítulo 2.

La semana transcurrió de forma lenta y dolorosa, las constantes pesadillas me impedían descansar y las imágenes de aquel trágico suceso se repetían una y otra vez en mi mente mientras estaba despierta.

Tal y como lo pensaba, nos encontrábamos ubicados en una isla, al parecer remota, pues a su alrededor no se veía más que mar y más mar. Todas las mañanas me levantaba temprano y salía con rapidez de aquella horrible habitación para estar el día completo en la playa buscando maneras de escapar del lugar. Desafortunadamente, aun no encontraba ninguna.

Aquella mañana, desperté antes de las seis y me arreglé con rapidez para hacer lo mismo que hacia todos los días, sin embargo, mis pasos fueron detenidos por una mujer mayor que se atravesó en mi camino.

— Buenos días señora, ¿A dónde se dirige con tanta prisa?

— Buenos días, saldré a caminar un poco, me siento claustrofóbica en esta habitación — la mujer asintió con una mueca.

— No se si el señor no se lo comento, pero, a partir de hoy trabaja con nosotras en la cocina — me quede inmovil en mi lugar.

— ¿En la cocina? 

— Si, tenemos el personal completo dentro de la cocina, pero el señor insistió en que debía trabajar, así que, desde ahora se encargará de atender la mesa y mantener limpia el área del comedor.

— Entiendo — susurré

No me interesaba mucho tener que trabajar, de hecho, para mi era mejor, pues mi mente se mantendría ocupada la mayor parte del tiempo, aunque eso significaba no poder buscar vías de escape de ese lugar.

— Acompáñame, te mostraré lo que debes hacer y te daré tu uniforme. — asentí con la cabeza y seguí a la mujer por los pasillos de la mansión hasta la cocina.

No había tenido la oportunidad de ver el interior de la cocina en el tiempo que estuve, pero sin duda alguna, ese lugar era el mejor de la casa, era una maravilla. La amable mujer me mostró lo que debía hacer y cómo, por suerte para mi, ninguna de las actividades que tenía que hacer suponía un riesgo para mi embarazo, por lo que no debía preocuparme mucho por ello, al menos hasta que empezara a notarse un poco.

No sabía que tantas personas había en la casa hasta que fue el momento de ordenar la mesa, me sorprendí al ser llevada a otra habitación contigua a la cocina donde había aproximadamente treinta mesas de seis puestos.

— ¿Debo pasar los platos a todas las mesas?— pregunté algo angustiada, era demasiado movimiento, mucha caminata para mi embarazo, embarazo que aún no tenía ni el primer control y no sabía en qué condiciones se encontraba.

— Si, y debes ser muy rápida, los chicos llegan a comer con el tiempo contado, no te preocupes, te acostumbraras.— tragué saliva mirando todo.

— Tengo una hernia en mi columna que me  impide caminar muy rápido, no podría llevar los platos a todos en poco tiempo.

— Nosotros nos encargamos de servir los platos, como los entregues ya es tu problema, busca como hacer tu trabajo de forma eficiente. — asentí con la cabeza y me senté en una de las mesas a picar la fruta que debía ser servida con el desayuno.

Vi en una esquina de la habitación una gran cantidad de bandejas plásticas y una idea vino a mi cabeza, tome un trapo limpio y un balde con agua caliente y limpie cada una de ellas, las lleve a una de las mesas más cercanas a la cocina, y dicha mesa la empuje hasta la barra donde dejaban los platos.

— ¿Qué haces chica? — me pregunto otra mujer mirándome extrañada.

— Tengo un problema en la columna, no podría entregar todos los platos con la velocidad que necesitan, pero…— señale la mesa, — si ubico los platos en las bandejas y les pido a las personas que lleguen que tomen su comida, tal vez sea más rápido para todos.

— Puede ser — extendió su mano en forma de saludo, — un gusto, soy Karla, encargada del abastecimiento del lugar — estreché su mano con una idea en mente.

— Un gusto, Stefhany, soy nueva.

— Eso puedo notarlo, me agrada tu actitud, tienes buenas ideas — sonreí agradecida y me alejé un poco para terminar mis deberes.

La hora del desayuno llegó y uno a uno, los hombres de Price entraban al gran comedor, los primeros quedaron perplejos a ver qué les hacía una mueca para que vinieran hacia mí en el momento que entraban al lugar.

— Buenos días— saludé cordialmente a los primeros tres que llegaron. —¿Fruta? — aunque extrañados asintieron con la cabeza.

— ¿Por qué nos estás entregando la comida aquí? — preguntó uno de ellos haciendo mala cara.

— ¿Quieres toda tu comida al mismo tiempo y más rápido? 

— Obvio, para eso vinimos a desayunar.

— Bueno, toma una de esas bandejas, dejaré toda tu comida en ella y solo tendrás que buscar un lugar, es más rápido.— entrecerró sus ojos y me miró de una manera aterradora, pensé que me haría picadillo hasta que otro hablo.

— Me agrada esa idea, acá entre nos, me aburro de esperar, siempre me demoran la comida, ¡Dame una bandeja! — Al ver su entusiasmo los demás se animaron a seguir mi idea, cosa que me facilitó mucho el trabajo.

En solo media hora ya había repartido todos los desayunos y me encontraba sentada en una mesa tomando el mío.




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