Conquistar su Amor

Capítulo 3.

Los días empezaron a pasar con gran velocidad y en menos de nada cumplí dos semanas trabajando en el gran comedor de la mansión de Price, aun no sabia exactamente donde me encontraba, tampoco intentaba preguntar mucho, prefería mantener un perfil muy bajo e ir ganándome la confianza de la gente poco a poco.

Cada noche soñaba con Patrick, nos veía juntos formando nuestra familia, ambos compartiendo nuestros días con nuestro pequeño muffin, teniendo dos o tres hijos más y escuchándolo llamarnos una pastelería, siendo felices. pero toda esa felicidad desaparecía cuando el despertador de mi habitación sonaba y me devolvió a la realidad, una realidad que no quería vivir pero a la que debía adaptarme.

El despertador resonó en toda la habitación regresandome una vez más de mi imaginaria felicidad. Con algo de pereza y mucha tristeza me senté en el borde de la cama tocando mi plano vientre para darme fuerzas para iniciar un nuevo dia.

Me bañe, me vestí con el feo uniforme azul que debía usar cada día y dándome ánimos frente al espejo inicie mi nueva jornada de trabajo. 

— Buenos días hijo, hoy es un nuevo día y una nueva oportunidad de hacer aliados, dame fuerza para enfrentar todo lo que viene —susurre como cada día antes de salir de la habitación con rumbo al gran comedor. 

Entre a la cocina primero saludando a todas con una gran sonrisa y me dirigí a mi lugar de trabajo a picar toda la fruta, sin embargo, una de las chicas se encontraba preparando y organizando mi puesto.

— Hola linda, gracias por ayudarme — hizo una mueca algo extraña.

— No te estoy ayudando, este ahora es mi lugar, pensé que la señora Karla te lo había comentado— negué con la cabeza frenéticamente mirando a todos lados.

— No me dijo nada, ¿Sabes dónde está?

— Organizando todo para viajar por provisiones, aparentemente eres la consentida del lugar — dijo lo último rodando los ojos con una mueca de fastidio.

— ¿Consentida? he estado haciendo el trabajo que se me asignó sin ningún inconveniente ni ayuda, dudo ser la consentida.

— Como sea, eso no me importa — decidí ignorarla e ir en busca de Karla, no entendía muy bien qué era eso de ser “la consentida”

Cuando la encontré me lleve una sorpresa al ver su rostro algo marcado y uno de sus brazos completamente vendado.

— ¿Te encuentras bien? — pregunté angustiada, se veía muy mal.

— Mejor de como me veo, de eso puedes estar segura.

— ¿Qué te pasó?

— Tropecé en la embarcación y caí de forma algo bochornosa en frente de toda la tripulación, fue horrible, pero estoy bien.

— Que horror, ¿Necesitas ayuda en algo?

— De hecho si linda, puse a alguien a hacer tu trabajo, tu, me ayudaras en la ciudad a reunir las provisiones que tenemos que traer para aqui, te enseñare todo lo que debes saber para que hagas bien tu trabajo por el tiempo que me tome recuperarme. — asentí con la cabeza y una llama de esperanza se encendió en mi corazón. Si hacía las cosas bien, mi hijo y yo pronto seríamos libres.

— No te preocupes, te ayudaré en todo lo que necesites.— sonrió de forma cálida y me extendió una libreta con su mano sana.

— Iremos por todas las cosas de la lista, mantente pendiente y anota todo lo que necesites, por ahora ve a cambiarte esa ropa, siempre he pensado que esos uniformes son horribles.

— Pensamos igual, por ahora iré a cambiarme — no tarde mucho en llegar a mi habitación y buscar algo cómodo entre la ropa que me había dejado allí, una vez lista volví a encontrarme con Karla.

— ¿Lista? — asentí nerviosa.

— Lista — la seguí hasta el puerto, y por primera vez en casi un mes, logre estar cerca de los botes.

— Suban, no tenemos todo el dia — hablo uno de los hombres de peor carácter en la isla, al parecer era el jefe de seguridad, su personalidad y actitud eran horribles, hablar con él era casi imposible y odiaba a casi todo el mundo, y decía casi, solo porque sabía que no era así siempre, su lado más humano solo se lo mostraba a su esposa, Karla, al menos, eso era lo que ella decía.

Me tomó la mano y me ayudó a subir con su rostro serio, rostro que cambió completamente al tomar la mano de Karla y ayudarla a llegar segura  a una de las sillas de proa.

— Espero que no tenga problemas con viajar en bote y no vaya a vomitarlo.

— Es la primera vez que subo a una embarcación,  pero trataré de mantener mi estomago tranquilo durante todo el viaje — me senté al lado de Karla y disfruté de la vista, la brisa y el sol que pegaban en donde estaba.

— Espero que sea así, el viaje es de cuarenta minutos, si se siente mal avísame, le ayudaré a llegar al baño o la lanzaré al mar para evitar contratiempos.— reí por sus ocurrencias antes de verlo caminar hacia la parte trasera del barco.

— Discúlpalo, es un poco agresivo para hablar, pero en realidad es muy dulce.

— No te preocupes, no me molesta en absoluto.

Ambas nos quedamos en silencio cuando el barco comenzó su marcha, en ese momento decidí ponerme de pie y acercarme al borde para ver todo a mi alrededor.




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