Cruzada de sangre - Linajes #2

Capítulo 34

Me quejo de dolor mientras Víctor limpia mis heridas en silencio, parece molesto ya que luce serio sin decir palabra alguna. Lo miro de reojo, luce tan extraño con ese cabello blanco y esos ojos de ese tono que me es imposible no recordarlo a él y sentirme intimidada por esta versión de Víctor. Se que no debería sentirme así cuando quien está en frente es el mismo vampiro con el cual me casé, pero es que esa apariencia que tiene ahora es la misma del hechicero oscuro contra el cual se enfrentó Emilia Capdevila que no puedo evitar recordarlo con ese rostro de maldad pura y sus claras intenciones de destruirlos a todos.

 

En eso al salir de mis pensamientos me doy cuenta de que me mira con atención, tanta que puedo ver mi rostro reflejado en sus pupilas amarillas. Me toma con suavidad de la barbilla y sin esperármelo me besa ante mi sorpresa, me quedó paralizada con los ojos abiertos.

 

—Soy yo, Víctor Fuentes —señala sonriendo con suavidad—. No tienes que asustarte por mi nueva apariencia, si te acomoda me teñiré el cabello de negro.

 

Con timidez le toqué la cabellera y el inclinó su cabeza para que pudiera hacerlo con comodidad, luego tomé su rostro con ambas manos fijando mis ojos en los suyos, me quedé en silencio, para luego sonreír aliviada, es él, no hay duda.

 

—¿Ahora si me responderás el beso? —y sin esperar mi respuesta me besó. Cerré los ojos respondiéndole el beso, me siento tan feliz y aliviada de verlo al fin de vuelta.

 

Me tomó de la cintura, pero tuve que soltarme de golpe ante el dolor que sentí, aun las heridas por la pelea entre Philippe y Madame siguen ahí. Eso me trae recuerdos, triste sobre lo que pasó.

 

—Te llevaré a casa, esas heridas se ven graves y necesitas sangre para recuperarte —señaló preocupado.

 

Solo moví la cabeza cuando la puerta se abrió y apareció aquella hechicera extraña, puedo sentir cierta presión ante su presencia, es evidente que tiene mucho poder. Avanza con actitud orgullosa deteniéndose frente a la seria expresión de Víctor.

 

—Tenemos que volver a tu entrenamiento —le indica en tono de orden.

 

—He dicho que el entrenamiento ha terminado —le responde con sequedad dándole la espalda mientras sin esperármelo me levanta entre sus brazos.

 

La mujer bufó.

 

—Tienes aún demasiado potencial que debes aprender a controlar, sabes que lo digo no solo por tu bienestar, sino que por el mundo —le habló empuñando las manos—. Sé que… has corrido por tu mujer, pero tienes que volver.

 

Detuvo sus pasos y se giró arrugando el ceño.

 

—Tú lo dijiste, “el entrenamiento te hará más fuerte pero el destino te exige que pagues el daño causado por tu vida anterior con aquello que más amas de este mundo” —apretó los dientes—, pues si se me exige por bienestar del mundo que deba perder a Catalina, entonces que el mundo se vaya a la mierda.

 

Y sin más salió de la habitación, me quedé con los ojos bien abiertos intentando entender lo que acaba de pasar, ¿Será que mi presencia pone en peligro el control del poder del hechicero oscuro?

 

“No estás solo” y la imagen fugaz de esa vida anterior con el hechicero agonizando frente a mí, o más bien dicho de Emilia mientras ella le tomaba la mano apareció de la nada.

 

—Víctor, debes terminar tu entrenamiento —le indiqué casi sin respirar tomándolo de la camisa.

 

Me miró confundido, más tal vez por mi asustada expresión ante la imagen del pasado que aún seguía en mi cabeza. Me dio un beso en la frente sonriendo.

 

—Todo estará bien, lo prometo —y sin más salió afuera en donde un auto nos esperaba.

 

Volker se giró preocupado al sentirnos presentes.

 

—Ya le informé a mi hermano lo que pasó, de verdad lo siento, el consejo de anciano ya ha tomado medida contra los traidores infiltrados. Lamentablemente no hay rastros de Madame y del corazón de Madeho que ha robado —señaló con expresión tensa.

 

—Gracias —musité sonriéndole, sé que no fue su culpa y de todas formas no todo fue tan mal en Castell Black como pensaba que podría ser—. Me saluda a todos cuando se recuperen y puedan despertar.

 

Me hubiese gustado poder despedirme de Leonor, Dorotea y el viejo Joaquín, pero luego del control mental han quedado tan agotados que nos dijeron que después de varios días podrán despertar y nosotros debemos volver ya buscando como detener a Madeho. Volver a buscar su tumba de hielo e impedir que Madame llegué hasta ahí, aun cuando nos han avisado que hay un grupo de vampiros y cazadores resguardando el lugar.

 

—Deberíamos ir con los otros, hay que impedir que Madame llegué a la tumba de la bruja y…

 

Víctor solo coloca un dedo en mis labios moviendo la cabeza en forma negativa.

 

—No estás en condiciones de hacerlo, primero debes sanarte, Altum Somnum —susurra entrecerrando los ojos sonriendo con suavidad.

 

Y apenas escuché sus últimas palabras sentí que los ojos me pesaban tanto que sin poder evitarlo entre en un profundo sueño dándome cuenta de que acaba de utilizar un hechizo en mí. Desconozco sus razones para hacerlo, si es para evitar que vaya hacia Madeho y cure mis heridas o porque hay otras razones más que desconozco.

 

Despierto de golpe, casi de un salto espantando a Sofia, la joven empleada, que me mira espantada ante mi reacción. La observó confundida para luego darme cuenta de que estoy en casa.

 

—¿Ya volvimos acá? —musitó recostándome ante su rostro aun anonadado.

 

—Hace diez días —me respondió y ante esto me senté otra vez en la cama sin creerlo ¿He dormido por diez días?

 

Pero ¿Cómo? ¿Habrá sido el hechizo de Víctor? ¿Y dónde está él ahora?




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