El extenso salón de grandes ventanales dejaba entrar aquella luna roja que me recordaba las vacaciones en la playa de mi infancia, en cierta forma melancólica detuve mi mirada en el oscuro cielo olvidándome de momentos de la amenaza de aquel día. La suave música acompaña el baile de los novios que danzan tal vez sin siquiera imaginar lo que podría estar a punto de suceder. Ambos sonríen y siento una leve envidia al pensar que Víctor aun no da señales de volver, bajo la mirada y la levanto de inmediato al notar la presencia de Maximiliano, su seria mirada se fija en cada uno de los presentes analizándolos con detalle, a veces me pregunto porque usa aquellos anteojos, recuerdo que los vampiros no sufren de problemas a la vista, aunque encuentro que sería impertinente de mi parte preguntárselo.
Días atrás habíamos hablado de lo sucedido con los Talavera. Un matrimonio que adopto a cinco vampiros huérfanos y puros de sangre, aunque hubo dos bebés, mellizos, que murieron al poco tiempo de ser adoptados y cuyos registros eran escasos, salvo un detalle.
"—Fueron hijos de la deshonra —fue lo que Maximiliano me dijo en ese entonces.
—¿A qué te refieres con eso? —le pregunté notando su ceño arrugado y su dolida expresión.
—Cuando el clan Vis Erinys acusó a los miembros de la familia Alcázar de traición, todos sus hijos fueron arrebatados y entregados a otras familias de los tres clanes existentes. Algunos de esos niños, como mi caso, llegaron a familias que los criaron como si hubieran sido sus propios hijos, pero otros no tuvieron esa suerte, fueron adoptados para probar crueles experimentos, para ser tratados como esclavos, para suplir necesidades asquerosas...
Empuñó la mano y noto rencor en aquella mirada que huye de la mía.
—Es lamentable —señalé—. Si hubiera sido en ese entonces líder de este clan no hubiera permitido eso.
Me observó por unos segundos antes de continuar intentando controlarse. Por Cristóbal sé que Maximiliano era la futura cabeza de esa familia, único hijo de la familia principal, y ello tal vez condujo a su mejor suerte a diferencia del resto de los niños. Es entendible que no pueda evitar la ira al recordar ese pasado.
—Esos bebés que la familia Talavera fallecieron hay rumores que fueron utilizados por el matrimonio para probar un remedio que salvara la vida de sus otros hijos, pero no resistieron y ambos mellizos fallecieron, sus restos reposan en el fondo del jardín en una pequeña sepultura.”
—¿Catalina me concedes este baile? —señaló Cristóbal interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Es adecuado en estos momentos? —pregunté preocupada reaccionando a sus palabras.
—La verdad es que necesito que hablemos —me tomó de la mano sin esperar más y bailamos con la lenta música del ambiente.
—¿Qué pasa? —lo interrogue notando su tenso semblante.
—Solo es una advertencia —exclamó serio y acercándose a mi oído—. Hoy hay luna roja, los vampiros se enloquecen, sus libidos suben tantos que a los más débiles se les hace incontrolable.
No pudo evitar reírme ante la seriedad de Cristóbal. Pensé que sería algo más grave y no sé si lo hace para quitar la tensión que siento en estos momentos. Lo contemplé divertida mientras él me mira estupefacto, como si no entendiera mis razones para reaccionar así.
—Lo siento mucho —me disculpé en el acto— ¿Pero es en serio?
—Cat ¿Cuándo yo no te he hablado en serio? —me miró con gesto inocente.
—¿Debo responder eso? —levanté ambas cejas.
Se quedo mirándome con atención hasta que me sentí incomoda y carraspeé notando como él volvía a sonreír.
—Cuando te ríes así me recuerdas mucho a Elisabeth —murmuró con tristeza.
—Cris... —susurré sin saber en realidad que decirle, su mirada melancólica se perdió en el paisaje de las enormes ventanas.
—No me hagas caso —intentó sonreír—. La verdad es que quería saber si han visto algo sospechoso. Pero estabas tan seria que pensé en cómo hacerte reír, ahora te ves mucho mejor.
Cambio de tema, aunque no borra del todo el dolor de su rostro.
—Gracias —musité bajando la cabeza—. Respecto a tu pregunta, aún no tenemos nada —Arrugué el ceño al decir esto, porque no concuerda con lo que pensamos que pasaría. Hasta ahora todo el matrimonio y la fiesta se ha celebrado sin problema alguno.
Cristóbal quiso agregar algo más pero su mirada se volvió a perder, tal vez sus recuerdos se han hecho presente, y puedo notar la nostalgia, el dolor de revivir todo aquello en su mente.
La fiesta prosiguió en la más absoluta tranquilidad, no hubo ataques ni alarmas de peligros y ni siquiera alguien que actuara en forma demasiado extraña. Salvó Cristóbal que luego de que bailáramos se quedó en un rincón de la sala con expresión taciturna, negando con amabilidad las invitaciones a bailar de las mujeres que se acercaron a él.
—Al parecer solo se han querido burlar de nosotros —señalé cuando todo acabó y nos subimos al auto.
Maximiliano observa al vacío tal vez metido en sus pensamientos, se ve preocupado, lo opuesto a la expresión de los demás quienes nos sentimos aliviados de que nada ha pasado. Sin embargo, no puedo evitar poco a poco contagiarme con su semblante ¿Es que acaso hay algo que pasamos por alto?
—¿Pero sus intenciones realmente fueron jugar con nosotros? —habló Cristóbal con seriedad fijando su mirada en mí.
No sé qué responderle, solo muevo mi cabeza alzando mis hombros.
—Maldita sea —exclamó Maximiliano apretando los dientes y empuñando ambas manos—. No puede ser... no, no y no