Me quedé impávida viendo el cadáver seco tirado cerca del lugar en donde antes estaban los restos de la bruja Madeho. Me inclino en el suelo solo para comprobar que es quien pensaba.
Llegué hace un par de horas a este pueblo del sur, encontrándome con esta mala noticia. Además de que Víctor no ha hecho presencia en este lugar, y de que Cristóbal tampoco está aquí ya que tuvo que suplir mis tareas como líder e informar sobre esto a los líderes de los otros dos clanes de vampiros.
—Por sus vestimentas parece que fuera Madame —musito y ante mis palabras Maximiliano mueve la cabeza en forma afirmativa.
—Sea quien habrá sido drenó su cuerpo por completo, es el pago que recibió por su lealtad —agrega.
Muevo la cabeza y aunque no debería siento compasión por esta mujer que se arriesgó para traer el corazón a quien fue capaz después de matarla.
—Los vampiros y cazadores que estaban resguardando el lugar terminaron igual, solo uno logro sobrevivir, pero no fue capaz de decirnos lo que pasó, solo habló de la luz y haber visto el infierno en sus ojos —relató el vampiro detective.
Suspiré, si nunca me hubieran mandando a Castell Black, si nunca hubiera permitido que mi sangre fue robada para este propósito nada de esto estaría pasando.
—Lo hubiera logrado de cualquier otra forma, y si no hubiera sido contigo, hubiera sido la cazadora —haciendo referencia a Catalina—. No te culpes de lo inevitable.
—Vaya sorpresa, aun sigues viva —escuchó la voz de quien creí muerta y alzó la cabeza viéndola saliendo entre el bosque.
Avanza con lentitud hacia ambos mientras los vampiros que hay alrededor toman sus armas dispuestos a pelear. Maximiliano saca las dos hachas que llevaba en la espalda, en actitud ofensiva, listo para atacar, pues el ambiente que rodea a Madame es amenazante.
“Eso quiere decir que el cadáver que acabamos de encontrar no es de ella” pienso apretando los dientes y retrocediendo a la vez. Luce más joven y fuerte que antes, y sonríe con maldad ante la expresión de los presentes al darse cuenta de que es peligrosa.
—Control —musita y al decirlo, los vampiros que la rodeaban se giran hacia nosotros.
—¡Catalina, no la mires a los ojos! —me grita Maximiliano y de inmediato esquivo su mirada.
Es un vampiro manipulador por lo que es capaz de controlar a quienes tienen una mente más débil. El vampiro detective toma sus armas y se las lanza en direcciones opuestas, a una velocidad que hace creer que han desaparecido. Es sorprendente sus rápidos movimientos. Pero la vampiresa logra a esquivarlos por poco. Las hachas vuelven a las manos de su dueño quien carraspea molesto.
—Tienes que ser más rápido si quieres herirme, gracias a nuestra gran Madeho he recibido como recompensa mayor poder —exclama alzando sus manos haciendo estallar los arboles a nuestro alrededor.
Maximiliano me mira apretando los dientes con sus colmillos asomados.
—Catalina, esta mujer está usando magia, eso escapa de nuestras manos, solo nos queda hacer algo si queremos sobrevivir —me habló con el ceño arrugado.
—Te escucho —le respondo tomando a Aeternus lista para atacar.
—Debemos huir ahora mismo —me indica ante mi estupor ¿Es la única opción?
—¡Ahora! —me grita y sin poder replicar lo acompaño mientras intentamos huir por el bosque siendo perseguidos por los vampiros que están siendo manipulados.
Maximiliano se gira usando sus dos hachas cortando los arboles cercanos que caen sobre quienes nos persiguen haciendo que de esta forma sean detenidos. Respiramos agitados viendo que ya no nos siguen mientras revisamos al campo abierto en que hemos llegado.
—Maldita sea —exclama Maximiliano de repente—. No podemos quedarnos aquí.
Lo contempló sin entender que quiere decir con eso, y es aquí donde la risa de Madame nos obliga a mirar al cielo y verla rodeada de las estacas de los árboles que antes rompió con su poder, apuntándonos amenazante.
—Como dos ratas han caído a mi trampa, lastima, pensé que podría divertirme más con ustedes —señaló la mujer.
No podemos morir, no aquí, y sin pensar más tomó a Aeternus que dispuesta a luchar se transforma en la hoz y me lanzó de un salto contra Madame, si puedo llegar a ella pudo golpearla e impedir que utilice sus estacas contra nosotros, pero al hacer el esfuerzo siento como el dolor me atraviesa las entrañas y escupo sangre cayendo al suelo en forma inevitable.
—Aún no he sanado mis heridas —pienso con rabia.
—¡¿Qué mierda está pasando?! —gritó Madame de repente mientras sus estacas giraban apuntándola a la vampiresa.
A la vez más al fondo, de la nada, vemos la figura de alguien que acaba de aparecer. No sabemos si es quien ha provocado esto o es otro enemigo más.
Y las estacas que ella misma intentó utilizar contra nosotros se lanzan contra ella atravesándola dolorosamente, una y otra, y otra más, sin detenerse. Frente al desconocido que no deja de mantenerse serio.
—¡Basta! —grita la vampiresa adolorida—. ¿Quién… eres maldito… bastardo?
Y otra estaca aparece con tal rapidez que nadie la vio hasta que le atravesó el cuello rompiendo sus cuerdas vocales para que no pudiera seguir hablando.
—Esto es horrible —señaló Maximiliano apretando los dientes—. La ansiedad de muerte que rodea a ese individuo se puede sentir.
Respiró agitado al decir eso y lo imité porque el aire empieza a ser más pesado a nuestro alrededor, mi cuerpo reacciona a esta misma tensión, la muerte nos amenaza y aunque deberíamos huir para alejarnos del peligro nuestras piernas no parecen reaccionar.