Cuervo, no me olvides.

10

—¿Cómo sigue? —pregunto ansioso.

—Mejor, el cirujano logró operarla sin abrirla. Mañana, le darán de alta. Lo importante, ahora, es que Catalina se cuide, Lee.

—Sí, Luca, pero creo que debemos hacer que Catalina enfrente la realidad.

—Estás pensando lo que creo…

—Sí, tenemos que hacerlo y rápido.

—¿Por qué?

—Porque fuimos unos idiotas, por eso. No, yo fui el idiota. Nunca creí en las coincidencias y debí haberlo previsto.

—Lee, ¿qué ocurre? —pregunta Luca, frunciendo el ceño.

—Ella volvió —resumo sin querer pronunciar su nombre.

—¿Quién volvió, Lee? ¿No podrías ser más claro? —pregunta Luca, frustrado.

Sin lograr pronunciar su nombre, camino en círculos intentando calmarme. De pronto, paro en seco y me enfrento a Luca.

—Lucy. Lucy, volvió —anunció con pesar.

—¿Qué? ¿Qué has dicho? ¿Podrías repetirlo? —suelta Luca sin poder creer en mis palabras.

—Lucy volvió, Luca.

—¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Pensé que había muerto? ¿Cómo te enteraste? —me acosa Luca, casi brincando de su silla de ruedas.

—Me la topé en la casa de Alessandro.

—¡Carajo! Pero, ¡eso no puede ser! Y, ¡qué hiciste!

—¿Qué querías que hiciera?

—Sacarla a patadas —escupe con el rostro rojo de cólera.

—¿Frente a Alessandro? ¿Sin explicaciones alguna? Quieres que le quite la poca esperanza que tiene. Deberías haberlo visto, hacía mucho tiempo que no lo veía tan… tan contento —admito, al recordar la sonrisa y la luz en los ojos de Alessandro.

—Ella, esa mujer, Lucy, no es la esperanza de Alessandro, Lee: es su tumba. Y sabes que, ¡me tienes hasta los cojones! ¡Alejaste a Catalina de Alessandro para… por … maldición, Lee!

—Lo sé, no tienes que decírmelo. Remediaré a mi error de inmediato.

—Por qué siento que no me va a gustar…

—Quiero que pongas a Catalina en nuestro programa de Pasantía Universal. Ella habla perfectamente italiano, es perfecta para el puesto de asistente de dirección.

—¿Asistente de dirección? Que yo sepa ese puesto no estaba previsto hasta el año entrante, Lee.

—No estaba previsto porque no existía. Y como la Junta Directiva rechazó a Alessandro para ser el nuevo CEO, lo enviaron a ser el Gerente General.

—¡Perdiste la cabeza!

—Situaciones extremas, medidas desesperadas Luca. Y no te preocupes, nunca tuve las ideas más claras. Si Catalina entra en la empresa como la asistente de dirección, ella podrá ser testigo del estado físico y mental de Alessandro, por mientras él tendrá que enfrentar a Catalina. Algo saldrá de ello.

—Algo o una catástrofe querrás decir. No me gusta tu idea, Lee —opina Luca, al encender su computadora.

—Yo lo encuentro fantástico. Alessandro deberá acordarse de Catalina, no hay de otras.

—Alessandro, ama a Lucy, Lee. Estás subestimando el vínculo que los une.

—El viejo Alessandro, él que estaba enamorado de Lucy ya no existe, Luca. Lucy pertenece a su pasado, Catalina es su presente y futuro. Su cerebro lo olvidó, pero apuesto que los sentimientos siguen en su interioir. No puedo creer que el Alessandro que cubrió con su propio cuerpo a del Catalina para ser su chaleco antibalas ha dejado de existir. Por eso nunca me preocupé, para mí teníamos todo el tiempo para resolver las cosas con calma...

—Hasta la llegado de Lucy —añade Luca sombrio.

—Sí, hasta la llegada de Lucy. Ahora... ahora que lo ví con Lucy entiendo que cometí un error.

—Sabes que no podemos volver atrás —me sentencia Luca, sin decir esas palabras "te lo dije".

—No, no podemos. Censuramos todos los medios de comunicación, compramos todos los vídeos de la boda. Quitamos todo rastro de Catalina y Alessandro.

—No va a ser sencillo, Lee.

—Hay que mantener la esperanza. Entre tanto, serás el protector de Catalina —digo con una sonrisa.

—¿yo, y por qué? —pregunta fuera de base.

—¿No lo recuerdas? Eres el novio de Catalina.

—¡Qué cabrón eres! A veces me asustas.

—Si supieras...

—Sabes el día que una mujer caiga en tu red, rezaré por ella —dice Luca riéndose.

—¡Este día nunca llegará! —afirmo con convicición.

—Nunca, digas nunca.

—En todo caso, amanda a alistar todo para Catalina. Quiero que mañana este lista.

—Tan pronto —contesta Luca, esceptico.

—Debemos ocupar su mente. Catalina no debe pensar en el pasado, solo en el futuro.

—¿No crees que tener a Alessandro como jefe directo es la manera más cruel de torturarla?

—En el amor todo se vale. Además estaremos allí. Hay que intentarlo. Dejarla encerrado entre las cuatro paredes de tu casa, o de la suya no ayudará en nada. Todo lo contrario.




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