Culpable

1. Amigos Perdidos

Me miro en el espejo y suspiro, mi maquillaje está demasiado arruinado y nada de lo que llevo en mi pequeño bolso puede arreglarlo, así que no puedo salir y fingir que todo está bien, aunque la verdad es que no tengo intensión de volver a la fiesta de todos modos.

Alex lo hizo de nuevo y estoy lo suficientemente enojada como para sentir que mi pecho quema con sólo pensar en él.

Me engañó, y lo hizo bien porque me había hecho creer que lo que sus padres dijeron durante el desayuno de esa mañana no era verdad, sin embargo, el anillo en mi dedo dice lo contrario.

Siento ganas de gritar o golpear algo... o hacer las dos a la vez.

Tengo que salir de aquí antes de que no pueda contenerme más y explote frente a todos porque, a pesar de lo enojada que puedo estar, no puedo evitar oír la voz de mi madre dentro de mi cabeza diciendo que debo mantener las apariencias.

Me sobresaltó cuando escuchó dos golpes suaves en la puerta del baño.

  ─¿Hay alguien más ahí dentro contigo?─niego repetidamente con la cabeza antes de notar que el muchacho del otro lado de la puerta no puede verme.

  ─No─me limpio el rastro de lágrimas con las manos─. Está libre puedes pasar.

  ─Vaya─dice en cuanto me ve y puedo notar como su ceño se frunce levemente─, no pareces muy feliz para ser una chica que acaba de comprometerse.

Me encojo de hombros dándole a entender que no me importa en absoluto.

  ─Tú mejor que nadie sabe que Alex no es precisamente el chico con el que deseaba pasar el resto de mis días─le doy la espalda, pero sé que no es suficiente para ocultarle mi tristeza, no a él─, pero al parecer ahora estoy encadenada a él de por vida.

  ─Vamos, Liv, ese anillo no significa nada─camina hasta ponerse frente a mi y me regala una cálida sonrisa que hace que mi desinflado corazón se hinche un poco─, aún puedes hacer algo para cambiar tu vida.

  ─Eider, no hagas esto─desvío la mirada del rostro de mi mejor amigo.

  ─¿No hacer qué?

  ─Intentar darme esperanza cuando ambos sabemos que no hay nada más para mi─suspiro y tengo que parpadear varias veces para evitar que más lágrimas caigan por mis mejillas─, mis padres jamás aceptarían que rompiera con Alex.

  ─No puedes dejar que sigan tratándote como a una marioneta, es decir, en unos meses cumplirás veintiuno─me toma por los hombros y me gira en dirección al espejo─. Mírate─su tono de voz suena tan autoritario que al final le hago caso. 

Detallo cada parte de mi aspecto físico, mis ojos grandes y marrones resaltan con mi piel blanca y mi cabello castaño, sobre mis pómulos tengo algunas pecas que se dejan ver entre los rastros de rimel y maquillaje, soy consciente de que me hacen ver más pequeña de lo que en realidad soy, me dan un aspecto infantil que mi madre detesta, pero a mi me gusta.

  ─Eres una chica preciosa, y no sólo por fuera, lo eres también por dentro, podrías conquistar el mundo si quisieras─susurra en mi oído y me estremezco por su cercanía.

Sacudo la cabeza intentando sacar los pensamientos que se han formado dentro de mi e intento volver a la realidad, la realidad donde lo que yo quiera no tiene importancia, la realidad donde Bella Carson controla mi vida.

  ─Son mis padres─digo y enseguida reconozco la derrota en mi voz─, no puedo simplemente desobedecerlos.

  ─Dime algo, Olivia─Eider hace una pausa como si dudara en continuar o no─, ¿realmente es por ellos?, ¿o es sólo que estás tan acostumbrada a esto─hace un movimiento de cabeza señalando la fiesta al otro lado de la puerta─ que no podrías sobrevivir si te lo quitaran?

Sus palabras son duras y me golpean fuerte, su pequeña y para nada inocente insinuación hacen que mi corazón vuelva a desinflarse, aunque, para ser honesta, lo que termina por herirme no es lo que sugiere, sino que sea precisamente él quien lo haga.

  ─No es el dinero, creí que lo sabrías─sueno demasiado brusca al hablar, pero realmente a logrado enfadarme, así que me es igual─, sí lo hiciera por eso, tú y yo no seríamos amigos en primer lugar, ¿no es así?.

Puedo ver como su mirada se suaviza al escuchar mi respuesta y en sus labios vuelve a formarse una sonrisa, pero esta vez es una sonrisa a medias, de esas que no logran iluminar sus ojos.

  ─Es sólo que no puedo entenderlo, Liv, no tendrías que...

El sonido de la puerta abrirse interrumpe sus palabras.

  ─Aquí estás, Olivia, te estaba buscando porque... ¿qué haces aquí?─Bella mira a mi mejor amigo con una mueca que podría interpretarse como profunda aversión, un rechazo intenso que sé que es mutuo.



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Editado: 16.10.2018

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