Pincho la carne con mi tenedor y me contengo de hacer una mueca de asco.
No tengo hambre─aunque eso últimamente ya no es novedad─, pero a pesar de habérselo repetido a Alex más de tres veces, él había hecho caso omiso a mis peticiones.
─Sí no lo pruebas, no lo pagaré─me advierte el muchacho frente a mi─. Por lo menos finge que te da gusto estar aquí conmigo, se hace molesto tener que ver tus muecas todo el tiempo.
─No tengo hambre─murmuro desganada y con el ceño fruncido.
─Jamás la tienes─rueda los ojos─, comienzo a cansarme de ti.
─Pues no te preocupes por mi, puedes acabar con éste maldito compromiso cuando quieras.
Alex se sorprende ante mi tono rudo y no puedo culparlo, yo misma me desconcierto al notar que mis palabras salen con más odio del que alguna vez había usado para hablar.
─¿Livi?...─Alex intenta tomar mi mano sobre la mesa, pero logro quitarla disimuladamente.
Mi mirada se clava en la mesa, huyendo de sus ojos, evitando que le de un vistazo a mis sentimientos.
Entiendo lo que está por pasar, Alex me hablara de cómo nuestro compromiso es necesario para ambos y que debemos intentar llevarnos mejor para que nuestras vidas no se convirtieran en un infierno.
Lo que él no logra entender es que, para mi, el infierno suena como algo más prometedor.
─Lo lamento, sólo quiero irme a casa─trato de levantarme, pero Alex rodea mi brazo con su mano y me detiene.
─Déjame terminar y te llevo─parece estar genuinamente preocupado.
─No, no es necesario, llamaré a alguien.
─La gente está mirando, les parecerá raro que te vayas por tu cuenta.
Así que era eso.
─Puedes decirles que tuve que ver algo sobre la boda si eso te hace sentir mejor.
─Ni siquiera haz probado tu comida.
Ruedo los ojos mientras meto mi mano en mi bolso, cuando al fin hago contacto con el papel, mis dedos lo aferran y lo depositan sobre la mesa.
─No me refería a eso.
─Siempre se trata sobre esto contigo─digo señalando el dinero antes de salir del restaurante.
No puedo evitar dejar escapar un gran suspiro una vez que estoy fuera, busco mi móvil en mi bolso, pero antes de poder hallarlo, un auto se detiene frente a mi.
La puerta se abre, sin embargo, me quedo estática mirando a la persona tras el volante.
Por un instante me preocupa haber sufrido un traumatismo y que lo que está frente a mis ojos sea causa de una falla en el centro visual de mi cerebro, pero la imagen se ve tan nítida que me hace dudar.
─¿Subes o no?─pregunta Eider sin mirarme, su voz me hace reaccionar. Es la primera vez que hablamos desde la gran pelea y quiero darme un golpe por no saber qué decir.
─Yo...
─Sube o cierra, sí me quedo aquí mucho tiempo, van a multarme y eso no se verá muy bien en mi registro.
Subo lo más rápido que mis piernas me permiten recordando lo sucedido en el muelle y temiendo que me deje tirada en medio de la calle.
─¿Cómo estás?─mis hombros se encogen intentando restarle importancia.
─Bien─intento sonreír─, estoy bien.
─Ya, claro─Eider me mira de reojo─, soy yo, Liv, no tienes que mentirme, sé cuando lo haces.
─No sé por qué preguntas cuando sabes bien la respuesta─hago una mueca─, creo que comienzo a aceptarlo, ¿sabes?─miro por la ventana─, es así como las cosas deben ser─murmuro más para si misma, pero Eider logra oírme y deja salir un bufido.
─Eso es una total y completa tontería─aprieta el volante con fuerza y sé que se contiene para no gritarme─. No puedo creer que vayas a tirarte por la borda, que vayas a sacrificarte sin intentar cambiar las cosas.
─No hay nada que cambiar─lo miro de reojo─, creí que ya no te importaba lo que me sucediera.
─Estoy molesto, pero eso no quiere decir que dejé de preocuparme por ti─da vuelta en una calle que se desvía del camino a mi casa, sin embargo, no me es desconocida.
─¿Tu madre está en casa?─Eider hace una mueca.
─Si, está realmente preocupada por ti─se remueve nervioso en su asiento y hace que las comisuras de mis labios se eleven un poco─, vio las fotos del compromiso en el periódico.
─Oh, dios─me tapo la cara con las manos con culpabilidad─, debe odiarme por no haberla invitado, juro que se lo pedí a mi madre pero ella...
─No está molesta contigo, nunca lo está─rueda los ojos y reprimo una carcajada sabiendo bien de lo que habla─, siempre soy yo el que paga los platos rotos aún cuando no es mi culpa─bufa.
─Pero eres un gran mejor amigo, lo sabes.
─Claro que lo sé─intenta parecer serio, pero su característica sonrisa hace aparición sin que pueda evitarlo─, tienes suerte de tenerme en tu vida, niña rica, no cualquiera puede decir lo mismo.
─¿No es raro que sigas diciendo eso de "niña rica" ahora que tu también eres... pues... rico?─lo miro enarcando una ceja y mi cabeza se inclina un poco con curiosidad.
─Yo no soy rico, mis padres lo son─intento debatir su argumento, pero alza su mano sabiendo lo que estoy por hacer evitando que lo haga─. No aplica contigo, niña rica, no cuando tienes tu propia cuenta en el banco y una casa a tu nombre fuera del país.