Abro los ojos con pesadez. La alarma de mi celular me ha despertado así que me riño mentalmente por haber olvidado apagarla. Sé que no podré volver a dormir, suspiro antes de levantarme y me pongo una de las sudaderas que Eider dejó alguna vez en mi closet encima de la pijama para bajar a la sala con los borradores que necesito terminar antes del próximo sábado.
A pesar de que aún me siento cansada por la gala de ayer en la noche, no puedo darme el lujo de atrasarme con el trabajo, además de que necesito mantener mi mente distraída de todos los acontecimientos de las últimas horas.
Eider llegando con Nina, yo atacándola verbalmente en el baño y luego Cole... tratando de besarme al final de la velada.
Aprieto las hojas contra mi pecho con incomodidad mientras intento dispersar ese recuerdo de mi cabeza. No es que haya sido extraño del todo, es decir, Cole es bastante atractivo y agradable cuando se decide a serlo, pero no es Eider y ese es un gran problema.
Niego repetidamente para traer mi mente de nuevo al presente, quiero dejar de pensar en ello porque de alguna forma siento como si estuviera traicionando al mayor de los hermanos Sheppard.
No debería sentirme de esa forma, de cualquier manera él no se atormentó al llegar con Nina Heller a la gala, aunque aún tengo algo en la cabeza, la conversación que oí de camino hacia el baño, a pesar de que no sé lo que significa, tengo la impresión de que es la clave para comprender algo.
Kathe entra en la sala con dos tazas de chocolate caliente y las deposita en la mesa de centro.
─El señor James está aquí, ¿quiere que lo deje entrar?─asiento y le agradezco por el chocolate antes de verla desaparecer.
Me levanto en cuanto veo al rubio atravesar el umbral de la puerta y lo abrazo fuertemente, no lo he visto mucho desde que llegó a América, se la pasa trabajando o estudiando lo que provoca que tenga muy poco tiempo libre.
Por su cara sé que algo malo sucede, no quiero presionarlo así que le ofrezco una de las tazas sobre la mesa y él sorbe el liquido caliente sin emitir ningún sonido.
─Es muy temprano─comento lo obvio y James asiente─, ¿tienes frío?─se encoge de hombros y el gesto provoca que enarque una ceja─, supongo que hoy tienes el día más calmado, ¿verdad? ¿cuánto más duraran tus cursos?
Sin esperarmelo, James comienza a llorar y me detengo un segundo a analizar mis palabras para averiguar si dije algo malo, pero sé que sus lágrimas no tienen nada que ver conmigo.
─Estoy tratando, juro que si, Olivia, no puedo hacerlo, no puedo luchar contra lo que soy─pasa sus manos furiosamente por su rostro tratando de limpiarlo─, soy un idiota, no debería estar aquí, yo...
─No te entiendo, ¿qué sucede?─sin embargo James no me contesta, se limita a intentar regular su respiración mientras mantiene la mirada perdida en algún punto en el suelo─, habla conmigo, por favor, quiero ayudarte.
—Toda la vida he sabido que soy distinto a los demás—su voz suena derrotada y se niega a mirarme a la cara—, creí que podría reprimirlo, pensé que en algún momento se me pasaría.
—James, no sé...
—Sé que no entiendes—sus manos tapan su rostro. Su desesperación es contagiosa y no sé cómo ayudarlo—, no hay nada malo conmigo y aún así no puedo dejar de ocultarme.
Sus lamentos comienzan a escucharse de nuevo y lo dejo descargar sus sentimientos por unos diez minutos hasta que vuelve a calmarse.
—¿Qué es lo que más deseas ahora mismo?—pregunta de pronto.
—Que Eider vuelva a ser el mismo—respondo sin titubear—, ¿y tú?
—Ser feliz—su mirada se eleva hasta llegar a la mía—, sin que me importe lo que los demás puedan decir.
Lo abrazo, aún no comprendo de lo que habla y me molesta no poder ayudarlo más.
Un carraspeo hace que nos separemos.
Los ojos azules de Eider analizan con detenimiento la escena, no hay barreras que me impidan ver lo que está pensando esta vez y eso me sorprende.
—Pues parece que tu deseo se cumplirá antes que el mío—dice James a mi lado y lo miro desconcertada solo para descubrir la sonrisa triste que tira de sus labios─, parece que tienen cosas de que hablar así que me iré.
—No es necesario—Eider suena sincero con sus palabras y en sus globos oculares no hay nada que diga que miente—, podría volver otro día.
─Está bien, de todas maneras ya tengo que irme, no te preocupes.
James besa mi frente antes de levantarse, puedo verlo suspirar con pesadez antes de marcharse, me siento mal, pero la curiosidad de saber qué hace Eider en mi casa me puede.
Sheppard y yo nos miramos durante mucho tiempo, como si temieramos que alguno de los dos pudiera desvanecerse de la nada.
De pronto la frase "la tensión podría cortarse con un cuchillo" cobra sentido en mi cabeza y no creo que ninguno de los dos este muy cómodo al respecto.
─¿Qué es eso?─pregunto cuando siento que no puedo más con el entorno denso que se ha creado a nuestro alrededor mientras señalo la bolsa que está cargando.