Cupido esta de vacaciones

Capitulo 1

Capitulo 1

Cassandra no estaba acostumbraba a beber alcohol antes de medio día, pero en ese momento había bebido dos copas de whiskey para calmarse por la noticia que sus hermanos acababan de darle.

Necesitaba algo fuerte que la despertara, pero como había olvidado comprar café, no le quedo más opción que beber el whiskey que su amiga Esther le regalo de su viaje a Escocia.

El liquido ambarino quemo su garganta, hizo una mueca y sirvió mas.

Cooper su hermano mayor y Camilla, su melliza, habían irrumpido en su departamento un sábado por la mañana para darle una noticia que no se esperaba.

—¿Están seguros de lo que dicen? —pregunto por tercera vez.

Los dos asintieron al mismo tiempo.

—Tan seguros como que el cielo es azul y los cerdos no vuelan —respondió Camilla.

—A menos que los pongas en un cañón y los dispares —murmuro Cassie antes de beber el tercer trago de whiskey.

¿Disparar al pobre animalito arreglaría el asunto?

Sacudió la cabeza y dejo ese pensamiento a un lado. Prefería llevarlo a una granja para que rodara en el barro.

—Deja de beber, Cassandra —la reprendió Cooper quitándole el vaso y la botella.

Cassandra gruño.

Su hermano debía estar muy molesto por su breve lapsus alcohólico, solo le decía Cassandra cuando se enojaba. Aunque su enojo no importaba, la que en verdad estaba enojada era ella. La noticia la había tomado por sorpresa y no supo cómo reaccionar.

—Creímos que lo sabías.

—No tenemos telepatía de gemelas, Camilla, crecimos en diferente cigoto.

Camilla rodo los ojos y se dejo caer hacia atrás en el sofá con los brazos cruzados.

Sabía que a su hermana le molestaba cuando le recordaba el hecho que no eran gemelas idénticas, también que Cassandra era mayor solo por tres minutos y era quien tomaba las decisiones la mayoría de veces mientras crecían.

—Quiere decir que Agatha consiguió una cita en esa estúpida app, se conocieron y ahora se van a casar ¿verdad? —pregunto Cassandra por segunda vez.

—Sí, queremos que seas buena hija y nos ayudes con todo lo relacionado a la boda y lo que se le ocurra a mamá —dijo camilla con seriedad.

—El presupuesto no es problema —agrego Cooper.

Sus hermanos estaban equivocados si pensaba que Cassandra movería un dedo para organizar una boda. Detestaba organizar eventos de ese tipo, por eso no quiso trabajar en la agencia de eventos de la tía Gemma.

Nada le gustaba a los involucrados, cambiaban constantemente de opinión, unos se escapaban con algún amante y otros cancelaban a última hora. Tampoco se podía olvidar cuando se presentaba un ex loco y quería matar a alguien.

—Quiero hablar con mamá primero y golpear un poco a quien le enseño esa mugrosa app.

—Golpear personas no resuelve nada en la vida —comento Cooper algo nervioso.

—Pero si quita el estrés.

—Para eso necesitas un saco de boxeo —dijo Camilla poniéndose de pie.

—De acuerdo, lo voy a dejar pasar por hoy porque los quiero mucho y llevamos el mismo ADN, porque mis hermanitos traidores decidieron ser positivos y dejarme siendo negativa a mí.

—Ya empezaste de nuevo con tus comentarios sobre la sangre —replico Camilla empezando a enojarse.

—Pero, es trampa, si llegáramos a necesitar trasplantes o sangre yo podría darles, recibir no puedo, tacaños —explico Cassandra haciendo una mueca.

Recordaba cuando tenía diez años y tuvieron que operarla de las amígdalas. Le habían hecho varios exámenes y descubrieron que era O negativo.

—Para cambiar el tema eres experta —dijo Cooper caminando hasta la puerta— tengo asuntos que atender… algo atrasado en el trabajo. No me extrañen.

—Te extrañara tu abuela —dijeron Camilla y Cassandra al mismo tiempo.

Los tres se miraron, hacía mucho tiempo que ellas no hablaban en coro diciendo lo mismo.

—Si empiezan a hablar de esa forma, van a asustar al novio de mamá —dijo Cooper cerrando la puerta detrás de él.

—Sería una buena forma de…

—No harás nada que haga llorar a mamá —dijo Camilla con toda la seriedad del mundo— No pongas esa cara, se cuando tus ideas empiezan a crecer en esa cabecita tuya.

Cassandra rodo los ojos y dio media vuelta.

Había pasado mucho tiempo cuidando de Agatha, la vio llorar decenas de veces, le escondió el dinero y el alcohol otras cien veces más. Camilla no era nadie para decirle que no debía hacer llorar a mamá.

Ella le limpio las lagrimas muchas veces, hacerla llorar no estaba en sus planes.

Quería mucho a sus hermanos y se alegraba por sus éxitos. Pero no le gustaba que le cuestionaran el amor que sentía por su madre.

Tenía trece años cuando de su escuela visitaron la editorial ciervo plateado, donde trabajaba ahora. Se enamoro de todo lo que vio allí y soñó con ese lugar. Pero todo se arruino cuando dos meses después, el hombre que figuraba como padre en su acta de nacimiento, los abandonó para irse detrás de una mujer más joven y sin hijos.




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