Hola, princesa.
Siempre me he considerado un hombre de palabra. Tú misma más de una vez habías afirmado que esa era una de mis mejores cualidades. Quizá sea por eso que me apena tanto no haber cumplido con mi promesa; no quiero volverme un fraude o, peor aún, una decepción ante tus ojos.
Cuando comencé a escribirte estas cartas, lo hice bajo la promesa de escribirlas diariamente para que al despertar pudieras ponerte al corriente con todos los eventos ocurridos en tu ausencia. El asunto es que, como podrás notar, apenas llevo escribiéndote 13 cartas. Han pasado casi cuatro meses desde el accidente, y no te he escrito ni la mitad de días que llevas en coma. Lo siento, amor, te fallé.
He intentado cumplir con mi promesa, juro que he tratado. El problema es que, desde lo ocurrido la noche de aquella estúpida fiesta a la que desearía que no hubiésemos asistido, la vida simplemente perdió el sentido.
Sé que me regañarás luego de leer esta confesión, pero necesito que comprendas por qué te fallé.
¿Alguna vez has experimentado lo que es sentir que la vida avanza y sigue su rumbo, pero tú te quedas atrás? Es una pregunta absurda. Por supuesto que lo entiendes; probablemente es lo que sentirás cuando despiertes y descubras que ha pasado meses desde el último recuerdo que tienes.
No recuerdo lo que era la vida antes del accidente.
No te enojes, pero he abandonado la universidad por este semestre. Tampoco estoy trabajando; ni siquiera me molesté en presentar la renuncia. Dado que no tengo permitido presentarme en el hospital para visitarte, ahora mis días se resumen en despertar, comer y dormir. A veces salgo a hacer las compras para evitar ser un parásito en la vida de mamá, pero no salgo más que eso.
No he visto a mis amigos más que las veces que han venido a visitarme sin avisar. Trevor, Riley y Hunter han insistido con que me vendría bien salir a divertirme y despejarme. Durante las primeras semanas ignoré sus llamados y mensajes. Me molestaba que creyeran que yo podía divertirme a sabiendas de que tú estabas inconsciente en un hospital luchando por tu vida. Y así como nadie me resultaba una buena compañía, yo tampoco lo era para otras personas.
Cuando finalmente entendieron que no servía de nada hostigarme para salir, comenzaron a visitarme sin avisarme con antelación para que no pudiera inventarles una excusa. Se quedan en silencio cuando vienen. No hablan ni me incentivan a hacerlo. Eligieron respetar mi necesidad de estar callados antes de que terminara alejándolos por completo.
Me hace bien su compañía. Y por más que sé que tienen ganas de hablar, también puedo notar que no les molesta guardar silencio si eso es lo que necesito ahora.
Sé que no siempre has sido fanática de mis amistades, pero ya no debes preocuparte. He confirmado aquello que había sospechado siempre: realmente son buenos amigos.
Discúlpame por no haberte contado esta parte de mi vida sino hasta trece cartas después. Me apenaba no tener nada bueno para contar; últimamente los días se han vuelto insulsos, eternos y sinsentido.
Hoy tengo una buena noticia: saldré con mis amigos por primera vez en meses. No puedo arriesgarme a perderlos como siento que te estoy perdiendo a ti.
Despierta, Kira.
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Editado: 07.11.2020