Destino Inquebrantable

Capítulo 7

Etsian

 

El día de la coronación llegó. Vera había desaparecido por completo desde aquel momento en que la besé; sin embargo, sabía que no podría faltar a la ceremonia. Cuando ella finalmente hizo su entrada, se convirtió en la visión más deslumbrante de todas, irradiando luz por dondequiera que pasara. Mi deseo de acercarme a ella fue momentáneamente restringido, ya que los reyes, incluyéndome, debíamos permanecer alrededor del altar, actuando como testigos certificadores de tan solemne coronación.

 

El lugar estaba a pleno. En el altar, presidiendo la ceremonia, se encontraba la bruja Diani, quien había viajado en nuestra caravana. Era ella quien tendría el honor de impartir la bendición, ocupando el lugar dejado por la Anciana Madre, fallecida tras el nacimiento de mi hermana Marlene.

 

Cuando finalmente todos nos encontrábamos reunidos, el rey Dunkan, ostentando la solemne diadema ceremonial, y Anour se dirigieron hacia el altar, donde aguardaba la sacerdotisa.

 

— Dunkan y Anour se presentan ante ti para solicitar la bendición del traspaso de la corona, Madre — ella los recibió con una sonrisa diáfana.

 

— El pasado, el presente y el futuro de este reino se presentan ante mí, sin velos — habló Diani, cuyos ojos se mostraban iguales a los de los hombres delante de ella. — Las consecuencias de tus actos recaen sobre tu hijo ahora, y forjarán de sus manos un futuro tan luminoso como lo es tu corazón — profetizó la dama con la voz algo quebrada.

 

La bruja extendió las manos y las posó sobre los hombros de los dos nocturnos.

 

— Mi bendición está sobre ustedes y sobre su país ahora y para siempre.

 

Cuando ella los soltó, Anour se postró de rodillas. Diani tomó la corona de la cabeza de su padre y la colocó sobre la de él.

 

— Haz tus votos, joven rey.

 

— Juro dar mi vida por mi reino y traer a Aurea una reina de luz digna de ser coronada.

 

— Todos lo han oído — dijo ella. — Reyes del mundo, ¿lo aprueban? — Nos preguntó.

 

— Aprobamos — asentimos al unísono.

 

— Bien — dijo ella y empezó a colocar sus manos en la frente, los ojos, la boca y las manos de Anour, para finalmente apoyarlas en sus hombros. — Eres bendecido, nuevo rey de Aurea.

 

Los vítores resonaron, y mi corazón se colmó de alegría al presenciar la felicidad de mi amigo; no pude evitar unirme a los aplausos. Las primeras en llegar para abrazarlo, después de su padre, fueron su madre y Vera. Detrás de ellas, se acercaron el resto de sus hermanos y familiares. Yo aguardé con prudencia, acercándome lentamente a la conmovedora escena.

 

— … Tío, por favor... — decía Vera, quien ahora conversaba con el hermano de su padre, quien se ocupaba de las relaciones exteriores. — Te prometo que será por poco tiempo.

 

— Vera, aunque te adoro, más adoro mi cabeza sobre mi cuello. Tu padre me mataría si acepto.

 

Aunque no oí la conversación entera, imaginé que se trataba de su plan de conseguir un esposo más allá del mar.

 

— Es muy injusto — se quejó ella alejándose hacia la salida.

 

 

***

 

Vera

 

Mi primera opción se había truncado, pues papá ya había hablado con mi tío para que no me llevara con él. La segunda sería buscar a alguien entre mis amigos. Subí a mi habitación para esperar a la hora del banquete.

 

Tomé un papel y un lápiz para hacer una lista de los posibles esposos. Si lo analizaba, no había muchos de ellos a quienes papá aprobaría. El primero sería Lail, luego estaba Marlo, el hijo del Principal Sanador. Mi padre lo aprobaría, seguro, pero él no me gustaba. También podía tener en cuenta a Terino, él sería el Principal de economía de mi hermano, pero tampoco me gustaba. Además, estaba siempre con la cabeza metida en los números, y su cabello pálido... no. Lo taché de la lista.

 

No lograba pensar con claridad, rompí el papel y caminé nerviosa por la estancia. Si no podía irme con tío Bury, les pediría a mis otros tíos que me llevaran, alguien me aceptaría. Lo más seguro era ir con mi tío Jay, Lita y yo éramos cercanas y... no, no, ella coqueteaba con Eron, estaría a riesgo de encontrarme con Etsian allí también.

 

Decidí bajar, después de todo, el banquete estaría ya por servirse y allí podría abrir mi mente a más opciones. Al entrar al salón, lo primero que hice fue ubicar a Etsian, para mantenerme alejada de él, como hacía siempre, y luego sonreír. Esto lograba que los hombres se acercaran de inmediato. Por supuesto, el primero fue Lail, que ese encontraba a unos pocos pasos de mí. En realidad no sé si fue él o fui yo, pero confluimos en la entrada.

 

— Te ves nerviosa.

 

— Lo estoy.

 

— Si aceptaras tu destino sin luchar, todo te resultaría más fácil.

 

— ¿Y cuál sería ese destino?

 

— Casarte con Etsian.

 

Le lancé una mirada iracunda a la que él respondió observándome con diversión.

 

— Cásate conmigo, Lail, papá te aceptará, eres un hijo más para él.

 

Lail pasó su mano por mi cintura y habló muy cerca de mi oído.

 

— Me gustas muchísimo y lo sabes, Vera. Pero no soy tonto, no vas a usarme para escapar de Etsian.

 

Y soltándome tan rápido como me había tomado, se alejó. Era evidente que lo había enfurecido. Me moví con mi velocidad diurna y lo intercepté antes de que llegara al patio.

 

— Lo siento, lo siento — me disculpé. — Por favor, perdóname, no pensé que lo tomarías así.

 

Tomé su mano y lo miré con súplica.

 

— ¿Cómo debería tomarlo?

 

— Tú y yo siempre hemos sido amigos y papá dice que el matrimonio oscuro hace el resto. Yo no quiero usarte, si deseas casarte conmigo, yo aceptaré y nada me hará cambiar — afirmé.




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