Destino Inquebrantable

Capítulo 14

Vera

 

El viaje hacia Annun se extendía por varios días a lomo de caballo, una travesía que prometía ser tanto agotadora como emocionante. A pesar de la generosa oferta de Etsian de viajar en un lujoso carruaje, opté por rechazarla, decidida a enfrentar el camino con la misma determinación que había guiado mis decisiones hasta ahora. Sin embargo, al término del primer día, los rigores del viaje comenzaron a hacer mella en mi espíritu y un sentimiento de arrepentimiento comenzó a tomar forma en mi interior. Sin embargo, ya era demasiado tarde para retractarme. No quería entrar en conflicto con Etsian, pero la ira seguía bullendo en mi alma, por lo que opté por guardar silencio o responder con monosílabos y sonrisas corteses.

 

Afortunadamente, Etsian pareció comprender mi falta de ánimo y, con una comprensión silenciosa, dejó de insistir en entablar conversación. Sus gestos de respeto y consideración allanaron en cierta medida el camino hacia la reconciliación, aunque sabía que la batalla interna que libraba aún estaba lejos de llegar a su fin.

 

Después de varias horas de trayecto, finalmente hicimos una pausa para descansar. Aprovechamos el tiempo para reponer fuerzas con un breve almuerzo antes de continuar nuestra marcha. A lo largo del viaje, fueron escasas las ocasiones en las que nos detuvimos a descansar, ya que en algunas de ellas me negué rotundamente a hacerlo, ansiosa por llegar lo antes posible a nuestro destino. Me di cuenta de que Etsian también compartía mi deseo de llegar cuanto antes, ya que no intentó imponer su voluntad como lo había hecho en los últimos días en Aurea.

 

Cuando finalmente llegamos a Annun, la antigua reina, Médora, me recibió con los brazos abiertos y me ayudó a instalarme en una habitación cercana a la de Etsian. Era reconfortante verla de nuevo después de tantos años; su amabilidad y calidez eran tan encantadoras como las recordaba. Sin embargo, también me recordaba una desventaja inevitable de haber evitado a Etsian: el distanciamiento de su familia.

 

Durante todo ese tiempo, había mantenido mi distancia de Etsian y, por extensión, de su familia, lo que significaba que había perdido el contacto con personas como Médora, cuyo afecto y apoyo hubieran sido un bálsamo en momentos de dificultad. A pesar de la alegría de volver a encontrarme con ella, no podía evitar sentir un atisbo de pesar por todo el tiempo perdido y las relaciones que se habían visto afectadas por mi decisión de mantenerme alejada de Etsian.

 

— Si necesitas algo, solo debes llamarme, mañana me ocuparé de tu séquito — comentó la pequeña mujer antes de marcharse.

 

Después de desvestirme rápidamente, me acomodé en el lecho, exhausta por el largo viaje, y no pasó mucho tiempo antes de que el sueño me envolviera por completo. En la mañana, desperté tarde, sumida en un sueño reparador, solo para ser interrumpida por un insistente golpeteo en la puerta.

 

— Sí — respondí e ingresaron varias chicas, imaginé que sería el séquito prometido por la madre de mi futuro esposo.

 

Aunque debería sentirme agradecida, no estaba acostumbrada a tener un séquito a mi disposición; ese era un privilegio reservado para la realeza. Mis padres habían sugerido en varias ocasiones que debería contar con uno, pero solo acepté la compañía de Zenit. Nuestra amistad se remontaba a años atrás, y solíamos ser inseparables en todas las fiestas.

 

En Annun, los eventos sociales eran una rareza, ya que el reino se caracterizaba por su enfoque más primitivo o, como algunos preferían llamarlo, tradicionalista. Si no fuera por el interés de tío Bury en traer todas las novedades que surgían en países lejanos, nuestro propio reino habría seguido una línea similar.

 

— Buenos días, majestad — saludó con una sonrisa una de las chicas, seguida de las otras.

 

— Mi nombre es Vera, no me llamen majestad que aún no soy la reina y no sé si lo seré — dije con desagrado volviendo a taparme hasta la cabeza.

 

— Le hemos traído unos vestidos que el rey ha escogido para usted — musitó una de ellas luego de un largo silencio.

 

Así que Etsian incluso quería elegir mi ropa... La sola idea me provocaba un impulso de querer prenderle fuego, pero me contuve. A pesar de mi frustración, sabía que debía mantener las apariencias y fingir que todo estaba bien. Por ello, me obligué a ser amable y permitir que las chicas me atendieran, aunque por dentro estuviera ardiendo de ira.

 

Me senté en la cama y sonreí.

 

— Lo siento, a veces me despierto de mal humor.

 

Me deshice de las mantas y bajé los pies de la cama, lo que desencadenó un rápido movimiento por parte de las chicas para atenderme. Aunque intentaban ser amables, no podían ocultar el nerviosismo que las embargaba. Todas ellas eran jóvenes, como yo, lo que aumentaba la sensación de tensión en la habitación. Había cuatro diurnas y una nocturna, cada una con su propia labor y responsabilidad en el servicio que me estaban brindando.

 

— ¿Cuál es tu nombre, no deberías estar descansando? — Pregunté a la nocturna.

 

— Me llamo Eleine, no quería perderme este momento, por eso no me he acostado aún.

 

— Pues ve a dormir, nos veremos en la tarde — le dije.

 

— Gracias, mi señora.

 

— Me llamo Vera — expliqué antes de que se marchara.

 

Con cuidado, las chicas me vistieron con un vestido de un suave color azul, típico de las prendas de Annun, donde las transparencias eran comunes y hacían sentir a una persona casi desnuda. Aunque esto me incomodaba, era evidente que Etsian deseaba verme así. Decidí no contradecirlo en ese momento; en cambio, mostraría una obediencia que lo sorprendería. Después, cuando tuviéramos la oportunidad de hablar en privado, intentaría convencerlo de postergar nuestra unión por dos meses más y realizar el ritual para romper los pactos anteriores. Si creía que su voluntad sería más fuerte que la mía, se equivocaba. Estaba decidida a seguir mi propio camino, sin importar cuán obstinado pudiera ser él.




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