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SÁBADO
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—¿Crees que estarás paga por lo de ayer?
—No me vengas con reclamos Daniel, ¡fui la burra de cargas con tus pedidos! —exclamo exasperada, abrazando la almohada en forma de flor con un brazo y la mano sosteniendo el celular.
—Hacerte la segunda con las comunicaciones pudo costar mi baja, ¿sabes? Al menos dame un día extra. —Hasta puedo percibir la sonrisa burlona que debe tener por el tono ameno.
—Eres un pesado Daniel, ni siquiera estuve cinco minutos en la sala.
—Cumple la deuda Lera —escucho un silbido de su parte.
—¿En serio me lo estás cobrando?
Y una carcajada potente resona en mi bocina. —Estoy bromeando baby. Sólo quería tenerte de esclava un día más, fue divertido verte corretear.
—Oh, qué buen amigo. Alegre por el sufrimiento ajeno.
—Solo el tuyo preciosa. —Blanqueo los ojos por el apodo.
—El lunes te compro un helado. No más.
—Hecho.
—Ya dijiste. No te puedes retractar y debo cortar.
—Hablamos luego Lera.
Corto la llamada con un suspiro. Y miro atenta a la pantalla que muestra diez minutos de saldo perdido.
Gracias a este idiota, no pude pasar el tiempo limitado que disponía con Nathaniel. ¿Y por qué le hice caso y no me quedé simplemente? Bueno, me engañó el hijo de su mamá.
En la llamada supo acertar las palabras adecuadas para hacer mover el trasero de donde estaba. Señalando que era una emergencia respecto a lo ocurrido en la sala de comunicaciones con un tono convincente y alterado. El condenado sabe usar la modulación de voz muy bien a su conveniencia. Aunque no es una sorpresa si por algo es el locutor de la universidad.
Estudia artes por supuesto, pero esto de la locución lo tiene en segundo plano como pasatiempo. Aún teniendo en cuenta de que le agrada más sostener entre sus dedos un micrófono que un pincel.
En fin, si tuviera que explicar cómo conocí a Daniel, diría que fue por un encontronazo en la terraza del edificio queriendo plasmar un cielo brillante y con nubes remarcadas en sus bordes. Era sencillamente hermoso.
A pesar de nuestra diversidad en el arte, supimos acoplarnos con comentarios constructivos, informativos y halagadores. Lo que hizo que descubriéramos varias cosas en común y haya sido el desencadenante a formar una relación de amigos provechosa. Una amistad con el mismo intervalo de tiempo que Olivia.
Pero lamentablemente, Olivia no lo soporta. No puede aguantar estar en un mismo espacio que Daniel y eso a veces me entristece porque me gustaría compartir con ambos. Podría contar con los dedos de una mano las veces en que nosotros tuvimos una salida y culminaban bien. Porque la mayoría no terminaban del todo satisfactorias.
Desconozco totalmente la razón del porqué Olivia siente esa aversión, y me doy cuenta que es otra cosa de la cual ella no me comenta. Todavía no sé cómo abordar ese tema respecto a nosotras. Sinceramente quiero mejorar nuestra amistad porque la quiero mucho y no deseo perderla.
A su lado estoy tranquila y puedo confiar en que si le cuento mis problemas, nada saldrá de allí y sabrá darme un consejo apropiado. Sin embargo, en cada ocasión caía en cuenta de que solo era yo, yo y yo. Porque ella nunca hablaba, no, no lo hacía, incluso descubrí su situación familiar por un desliz en la que sin querer contesté una llamada de su madre y Olivia no estaba en el momento, era la quinta vez que lo hacía y pensé en ese momento que era una emergencia. Antes de que pudiera hablar, su madre soltó palabrería de auxilio por su esposo y yo no sabía qué responder. En ese momento llegó Olivia y le entregué el celular sin decir palabra.
Ella escuchó a su madre intercambiando pocas palabras y luego cortó. Mis manos temblaban porque me sentía fatal y balbuceaba palabras de disculpas, quería llorar en aquel momento. Excusándome de que podría ser una emergencia —que al final sí lo fue—. Olivia me escuchó y entendió la situación. Mencionó que me lo comentaría en otro momento, pero que debía irse para socorrer a su madre.
Y por supuesto, pareció escuchar mis pensamientos que adelantó diciendo que no permitiría que fuera con ella. Así que esperé.
A los días nos sentamos con calma y me explicó lo que estaba pasando con su papá. También dijo que compartir sus problemas con los demás no le gustaba y que por eso pocas veces hacía mención de algo respecto a su vida que no sea positiva.
En aquel momento creí que nos habíamos acercado, ahora entendía su forma de ser aunque sea una pizca y explicaba la razón del porqué ella procuraba venir a mi casa y se negaba a que yo fuera a la suya. Pero todo lo contrario, más bien fue como si nos hubiéramos detenido. Porque después de eso intenté preguntar con cuidado acerca de su vida, como se sentía y si necesitaba alguna clase de ayuda. Sin embargo, Olivia fue audaz esquivando cada una de mis interrogaciones. Como lo hacía sutilmente, no le podía reclamar nada.
Pero esto ya no puede seguir así, al final nuestra amistad se basará en algo superficial, por lo que debemos poner los puntos sobre la íes para no continuar con ese actuar. De ésta semana no podía pasar.