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SÁBADO
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No sé como sentirme al respecto de lo sucedido en la fiesta de anoche. Todo estaba resultando gratamente genial con Rebeca mientras nuestros amigos resolvían sus problemas sentimentales.
No nos habíamos parado ni para bailar, solo a buscar refrescos porque de tanto hablar sentíamos la garganta reseca, o al menos así lo sentía debido a que no acostumbro a tener largas charlas.
La noche parecía culminar perfecta, hasta que apareció Daniel. Un borracho Daniel.
Si soy sincero, a Daniel lo había visto desde el primer instante en que pisamos la casa, así que me estaba preguntando cuánto tardaría en hacer su aparición y arrebatar de mi lado a Rebeca. Sorprendentemente se mantuvo al margen por horas y no lo hallaba por ninguna parte, lo cual es extraño porque es un grandulón.
Ya para cuando comencé a hablar con Rebeca, me olvidé de su existencia y solo me concentré en lo adorable y hermosa que estaba ella y en la entretenida conversación que llevábamos.
Después le avisé a Rebeca de llevarla a casa porque Jack me mandó un mensaje de que se iría por su cuenta junto a Olivia. Eso nos dio el incentivo de que quizás las cosas resultaron mejor de lo que pensábamos.
Ya nos encontrábamos fuera de la casa, cuando a nuestras espaldas oímos la voz profunda y grave de ese locutor llamando a Rebeca.
Decidí retroceder un paso y no entrometerme en su conversación, sin embargo, estuve al pendiente de que ese grandote no se le ocurriera hacer un movimiento atrevido para aprovecharse. Los borrachos eran impredecibles, y por lo que intuí la última vez que estuvimos los tres en un mismo espacio, Daniel guarda sentimientos románticos por ella.
Sabía que él no era nada suyo, porque hace un tiempo Rebeca dejó en claro que no tenía novio y que a ella no le gusta las infidelidades. Yo creo en lo que dijo, y sé que no es una mentirosa.
Pero de igual modo eso no significaba nada porque de todas maneras yo tampoco soy algo suyo, solo un amigo que condenadamente sentía cosas por ella. Era inexplicable el qué, pero las sentía.
—Lera~ no lo entiendo... —Arrastraba un poco las palabras por la lengua adormecida por el alcohol.
Rebeca se acercó preocupada. —Eh Dani, apestas a alcohol, ¿por qué te pusiste en este estado?
«Linda, el grandote está borracho. Dudo que pueda ser una persona coherente ahora».
—Lera... —La agarró por los hombros y se inclinó para mirarla a la cara. Eso me tensó, pero permanecí quieto aún. —Te he estado viendo toda la fiesta junto a... ese. —Me señaló con el dedo, pero tambaleó un poco porque el equilibrio no era su amigo gracias al alcohol en su organismo. Rebeca tuvo que sostenerlo para que no se fuera de boca. —No entiendo porqué te rebajas a un chico... —La miró de nuevo con el ceño fruncido. —¿Qué tiene de especial? Lo conoces, qué... —Me sorprendía que la lengua no se le enredara tanto dado su situación y que todavía pudiera articular bien. —¿Dos semanas si acaso?
Escuché a Rebeca resoplar. —Daniel, estás borracho, no tendré esta conversación contigo así. Me voy. —Hizo los ademanes para que la soltara, pero Daniel pareció reaccionar y la sujetó con más fuerza.
Me descrucé de brazos alerta, bien, no sabía en qué momento los había cruzado. Quizás para alejar la sensación de apartarla de él.
—¡¿Te irás con él?! —bramó—. Lo conoces hace poco Rebeca, ¿por qué? ¿Por qué lo ves a él así y a mi no? —Su voz se suavizó de repente.
Rebeca intentó apartar sus manos, pero fue inútil. Le di unos minutos al grandote para que él mismo la soltara antes de que pudiera intervenir.
—Dani, estás borracho, hablemos cuando... —Y de repente el silencio reinó cuando vi que Daniel interrumpió sus palabras al estampar su boca con la de Rebeca de forma brusca.
En otra circunstancias no me hubiera entrometido, pero ver a Rebeca forcejear me hizo reaccionar. A una mujer nunca se le debía forzar.
Y sí, también debía admitir que no me agradó la escena.
Lo aparté como pude y coloqué a Rebeca detrás de mí. —Oye amigo, acabas de forzar a la chica que te gusta con un beso que ella claramente no quería.
Aunque pensé que me llevaría un golpe por lo menos, porque a veces los borrachos son agresivos, parece que mis palabras le calaron hondo, miró con horror a Rebeca por lo que había hecho y antes de decir siquiera algo, salió huyendo como pudo.
En el camino de vuelta no dijismo nada. La dejé tranquila porque se le notaba conmocionada por lo sucedido. Yo estaba conmocionado también, y eso que no recibí el beso.
Ahora estoy haciendo unos deberes que se me complican porque no he dejado de pensar en la situación de ayer.
No he hablado con ella en todo el día y faltaba poco para las cuatro de la tarde.
Tampoco tenía noticias de Jack, pero no lo iba a llamar hasta que él mismo diera señales de vida.
Una luz parpadeante en mi celular llama mi atención, es un mensaje.