Días

Día 28

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MIÉRCOLES

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Detengo el auto frente a la casa de los Aguilera. Suspiro sin poder evitarlo y muevo algunos mechones que me molestan en los ojos.

Haber contenido a Rebeca ayer fue una osadía. Mis días remotamente tranquilos eran asaltados y moldeados por la presencia de Rebeca desde hace un tiempo ya. 

Una alteración que no me incómoda y mucho menos molesta en absoluto. Lo disfruto más bien.

En la tarde mientras me bañaba, escuché con claridad el tono personalizado que le coloqué al contacto de Rebeca. Casi me resbalo teniendo las cholas al apresurarme en contestar.

Aunque nadie me vería en el cuarto, oculté mi miembro ligeramente con la toalla sin anudar, chorreando el piso. Recuerdo que hice una mueca por el pinchazo de ansiedad al ver mi pequeño desastre.

Menuda cosas que hago solo para responder la llamada de Rebeca. En la llamada me notificó dónde encontraríamos a Laura con palabras apresuradas que me dificultaba entenderla. No fue hasta que le pedí que repitiera con calma por segunda vez, que entendí.

Rebeca quería ir de inmediato, pero la convencí de que no sería buena idea por el momento, que lo conversara con sus padres y luego, al día siguiente podríamos ir.

Hoy es ese al día siguiente. Ella aceptó y aquí estamos. Saco el teléfono del portavasos y envío un mensaje rápido.

 

Sal, ya estoy aquí 🏃🏻‍♀️💨

Enviado a las 5:24 pm.

 

No recibo respuesta, así que seguramente en cualquier momento hace acto de aparición. Aguardo unos segundos, que luego se convirtieron en minutos. Frunzo el ceño y miro atentamente a la puerta principal. Estoy por estirar la mano otra vez al lugar donde se encuentra mi teléfono, cuando escucho el ruido de la puerta abriéndose.

Pero al alzar la vista, en vez de observar a la chica delgada y pálida, una mujer con las manos en las caderas se encuentra a los pies de la entrada, observando en mi dirección, tiene su cabello castaño recogido. Es la mamá de Rebeca. Carolina de Aguilera.

La señora eleva la mano y me hace un gesto con ella para que me acercara. Trago sonoramente sin querer, pero obedezco rápidamente. Agarro mi teléfono, me bajo del carro y coloco el seguro. Troto suavemente en su dirección.

—Señora Aguilera, qué gusto verla —saludo una vez estoy cerca y me esfuerzo en hacer una sonrisa amable. No es que tenga algo contra ella, simplemente me cuesta sacar sonrisas naturales en situaciones así.

La señora sonríe cálidamente, con unas pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos. Hace un ademán con la mano y comienza a reír suavemente. —Ah, muchacho, ya dije que la próxima vez que vinieras, me llamaras Carolina. He estado esperando toda esta semana para que entres a la casa, pero siempre me dejas a la niña en frente y te vas.

Siento que mi sonrisa se tensa, pero procuro no borrarla. —Oh sí, es que regresamos tarde y no me gustaría incomodar.

Niega con la cabeza. —Para nada muchacho, ven, pasa, pasa. Rebeca está adentro.

La señora Aguilera se hace paso al interior del hogar y no tengo más remedio que seguirla. —Permiso —digo una vez que ella cierra detrás nuestro.

—Vamos, no te quedes allí de parado. Siéntete como en casa. —Señala a un sillón individual. Con un poco de nerviosismo asiento, y camino a donde me señaló para sentarme de manera quieta. —¿Quieres agua Nathaniel?

—Por favor. —Acepto, relamiendo mis labios que de repente los siento resecos.

—Está bien. —Se dirige a la cocina, pero en lo que creo que nos sumiremos en un silencio, ella vuelve a hablar—: Rebeca estará al bajar, cuando mandaste el mensaje, fue como si la trajeras de vuelta a la realidad, hace unas horas dijo que estaría haciendo un trabajo, pero creo que se concentró demasiado. Ahorita debe estar arreglándose. —Aunque no lo veo desde mi posición, estoy seguro que estará sonriendo al decir todo aquello.

—Oh... Con razón tardó en salir, usualmente cuando envío un mensaje, ya está afuera. —La señora Carolina sale de la cocina, trayendo un vaso con agua en la mano. Me lo ofrece con una sonrisa y yo le doy una de vuelta de labios apretados. Murmurando un gracias.

Bebo de un trago largo, concentrado en el fondo del vaso. Cuando termino, noto que la señora Carolina se sentó en el sofá de al frente, con las manos juntas en el regazo, observándome con una sonrisa. Pienso en algún tema de conversación mientras esperamos a Rebeca, no me gustaría estar en silencio por tanto tiempo. Pero por suerte, ella corta el mutismo por mí.

—Verás muchacho, como seguro sabrás, Rebeca encontró una dirección de donde estaría Laura... —Asiento de que efectivamente estoy al tanto. —Solo por si acaso la encuentran, me gustaría que te llevaras a Rebeca si Laura al final no quiere irse. —Ladeo la cabeza y arrugo la nariz de forma automática al oír sus palabras. —Su papá y yo hemos hablado desde que se fue, y aunque nos duele su decisión, Laura es una adulta. Nosotros la guiamos y enseñamos qué cosas están bien y mal, pero si ella al final tomó la decisión de quedarse en ese mundo, no puedo hacer nada. Estoy segura que Rebeca no lo aceptará, así que solo traela de regreso si se resiste.



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En el texto hay: amorjuvenil, universidad, mensajes

Editado: 31.08.2021

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