La autoridad de la doctora Grace sobre el equipo se desplazó hacia el doctor Sánchez, de repente él tenía el control, le hizo algunas preguntas, ella le dio un breve informe acerca de lo que había hecho hasta entonces.
Yo aún estaba temblando, creí que me iba a caer de repente, porque no podía controlar mi cuerpo, todos mis músculos parecían de gelatina. Supongo que mis labios estaban blancos por la impresión, mis ojos con necedad se empeñaron en mirar al doctor mientras que la doctora Grace le hablaba acerca del procedimiento.
Ella terminó de dar el informe, entonces él observó los monitores por algunos segundos, de pronto volteó hacia mí, sus ojos se posaron sobre los míos fijamente; no sé por qué, pero no pude apartar mi mirada, estaba atrapada como un ave arrinconada, me había pillado mirándolo, y no se notó incómodo, con sus ojos firmes me demostró que no me tenia miedo, la asustada era yo, él no.
Me pregunté por qué, por que me sentía tan amedrentada, pues no existía una amenaza real, solo debíamos hacer de cuenta que nada pasó, dejarlo atrás y no contárselo a nadie.
***
Pasaron varias horas, en donde logré concentrarme en mi trabajo y de algún modo mis nervios desaparecieron, aunque en mi mente tenía planeado salir disparada de ese hospital en cuanto finalizara la jornada, no quería estar cerca de él, menos si se quitaba su mascarilla, de algún modo el que estuviera totalmente cubierto me hacía sentir un tanto protegida, como si su indumentaria actuara como un escudo que nos separaba.
***
—Preparen el corazón donante.
Dijo la doctora Grace, mientras que el doctor estaba totalmente concentrado operando a Miguel Ángel, ya estaba cerca el momento de instalar el nuevo corazón, todos estábamos muy alerta.
Camilo se notó nervioso, lo conozco lo suficiente, sé como suele mover sus manos y acercarlas a su cara, y su forma de mirar el monitor, evidentemente el caso de ese niño había sido muy especial para él, de vez en cuando los que laboramos en este campo nos tomamos algunos casos como algo muy personal, aquí todos deseábamos que él viviera, pero camilo aún más.
Pasó otro rato, el doctor ya había hecho el trasplante, llegó el momento en que se pone a prueba el nuevo corazón, todos cruzamos los dedos, hubo un rotundo silencio por varios segundos, esperamos que el corazón comenzara a latir, hasta que de repente lo hizo, los gestos de alegría no se hicieron esperar.
De repente los monitores comenzaron a arrojar sonidos de alarma, se presentó una arritmia, el doctor comenzó a dar órdenes, sabía perfectamente cómo debía proceder en tal situación, aunque eso no era garantía de que lograría salvar al niño, ya desde antes de la operación sabíamos que era de alto riesgo, la doctora Grace le había explicado a los padres de Miguel Ángel las posibilidades, que eran cincuenta y cincuenta, algo impredecible, pero el trasplante era la única opción para intentar salvar su vida.
Camilo estaba tan nervioso, que comenzó a rezar en voz alta, estaba tan preocupado por la vida de Miguel Ángel, que dejó de lado su profesionalismo y dejó emerger su lado humano.
—¡Debes aguantar, quieres vivir!
Le dijo al pequeño, aunque era imposible que Miguel Ángel lo pudiera escuchar cuándo estaba en un coma inducido.
Los doctores y todos los demás estábamos haciendo todo por salvar su vida, siguiendo la instrucciones del doctor Sánchez.
—¡No lo dejen morir! ¡No lo dejen morir!
Dijo Camilo con desespero, nadie pareció escucharlo, el doctor Sánchez y la doctora Grace lo estaban dando todo para salvarlo. De repente él doctor Sánchez con enojo miró a Camilo y le dijo con voz imperante:
—¡Salga del quirófano!
—¿Qué? —preguntó Camilo estupefacto, el doctor alzó la voz.
—¡Salga del quirófano!
—Pero…
—¡Qué salga! ¡No quiero ineptos rezanderos en mi equipo!
La doctora Grace le habló a Camilo con una voz apacible.
—Haz caso Camilo, ahora hablamos.
Camilo agachó su rostro, sentí pena por él, el doctor Sánchez una vez más había sacado su ogro, aunque debo reconocer que él tenía razón, Camilo no debió perder la cordura en una operación tan delicada, aunque también podía entenderlo, somos enfermeros, pero también seres humanos. Él obedeció y se marchó del quirófano, los demás continuamos nuestra labor.
Después de momentos tensos, los doctores lograron estabilizar el ritmo cardíaco, el monitor comenzó a sonar normal. Finalmente, después de horas, al fin el nuevo corazón estaba en su lugar, latiendo de manera regular como debía.
El equipo suspiró aliviado. Se habían superado las dificultades y habían realizado con éxito el trasplante de corazón. A pesar de la tensión y las dificultades, el doctor Sánchez y todo el equipo habían salvado la vida del pequeño. Yo solo podía imaginar en medio de una sonrisa la alegría de sus padres.
Más tarde Mishell y yo trasladamos al niño a una habitación en el área de cuidados coronarios, la doctora Grace había ido a darle la noticia a sus padres, me habría encantado estar ahí y ver sus rostros de alegría, pero tenía deberes por cumplir.
El doctor Sánchez se retiró después de que terminó su magnífico trabajo, la verdad que era un médico casi glorioso, gracias a él muchas vidas se habían salvado, lo odioso y malhumorado no quita lo excelente que es como médico.
Supuse que se había marchado a su casa, era domingo y no estaba de turno, al igual que todos debió presentarse en el hospital en su día de descanso. Ya había caído la noche, desde el ventanal se podía apreciar el cielo nocturno y el panorama iluminado de Boston.
Pude ver a los padres de Miguel Ángel cuándo llegaron a ver al pequeño, él aún debía estar en el coma inducido por unas cuantas horas más. Mis ojos estaban aguados, ellos se veían tan felices, no tenían palabras para expresar la inmensa alegría que estaban experimentando.
El equipo de la noche recibió el turno y se hizo cargo de Miguel Ángel, también estaban muy felices al enterarse de la noticia de que él niño había recibido un nuevo corazón.
***
Fui a la sala de descanso a ducharme y alistarme para regresar a casa. Cuando entré encontré en el recibidor a Mishell con Camilo, de pronto Alisson llegó y nos dijo:
—La doctora Grace quiere que vayan a su consultorio.
Minutos después todo el equipo que había participado la operación estábamos en el consultorio de la doctora, excepto al doctor Sánchez. Ella se dirigió a todos.
—Hoy todos hicimos un excelente trabajo, Gracias por dar lo mejor de ustedes…
Nos dio una pequeña charla motivadora.
Después de que terminó, agrego,
—Tuvimos un percance con el enfermero Camilo. —Él estaba apenado.
—Lo siento doctora, es que Miguel Ángel…
—Entiendo que quieras mucho al niño, pero tenemos un modus operandi, no podemos salirnos del esquema que hemos aprendido para trabajar y hacer bien las cosas. —Camilo agachó el rostro.
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Editado: 31.07.2024