Rachel.
Camilo llegó al hospital a visitar a Miguel Ángel, yo aún no lo sabía, fui a la sala de descanso un momento y lo encontré en el recibidor con Patricia.
—¡Camilo! ¿Acaso te dejaron venir a trabajar?
—No amiga, sigo suspendido hasta la próxima semana, pero nada me impide venir a visitar a Miguel Ángel —levantó una bolsa de regalo y me la enseñó—. Mira le traje un oso de felpa para que lo acompañe mientras permanezca en este hospital.
Sacó el oso, era de color marrón con un corazoncito azul en su pecho. Puse una tenue sonrisa.
Camilo agregó:
—¿Crees que el niño le guste?
—Por supuesto, a quién no le va a gustar ese osito tan tierno. —Camilo sonrió.
Charlamos un poco, yo me dirigí al refrigerador y saqué una bebida, la destapé y bebí un par de tragos, Patricia regresó a trabajar, yo me quedé con Camilo, aún tenía cinco minutos para charlar con él.
Luego Camilo se fue al baño a cambiarse y a ponerse el traje quirúrgico para visitar a Miguel Ángel, yo me senté en él sofá y bebí otro trago de la botella, de repente la doctora Grace entró, se quedó frente a mí observándome con ojos aplastantes.
Al verla así sentí escalofrío, esa mirada jamás la había visto en ella, ni siquiera en los momentos más tensos que se habían presentado en nuestro trabajo, pude identificar de inmediato que estaba muy enojada conmigo; por alguna razón supuse que se trataba del doctor Sánchez, él era lo único que la sacaba de sus casillas.
Segundos después me percaté de que no estaba equivocada, él apareció detrás de ella, la agarró del brazo y le habló con enojó.
—¿Qué pretendes hacer? —La doctora me miró nuevamente, sus labios temblaban de la rabia, luego me dijo:
—Sé que están saliendo, ¡desvergonzada!
Me quedé pasmada, no sabía qué decir, le tenía mucho respeto a la doctora Grace, más que respeto sentía admiración por ella, era una excelente doctora, también la consideraba una buena persona, pero estaba muy enamorada del doctor Sánchez, de eso no me cabía ninguna duda.
Ese día me sentí muy mal, me dio vergüenza, la misma que hubiera sentido si me hubiera metido con un hombre casado, aunque yo no tenía nada con él y lo que sucedió fue un accidente, pero para mí y para todos los demás en ese hospital, ella merecía que él amara, pero se había rehusado hacerlo. No comprendía por qué si ella era una linda persona, doctora igual que él, estaba a su altura, ella era la mujer ideal, después de su esposa.
Quería que me tragara la tierra, el doctor Sánchez la agarró de ambos brazos y la sacudió como un muñeco de trapo, en un tono amenazante le dijo:
—¡No quiero que continúes con esto! ¡Basta!
—¡Los dos se quieren burlar de mí en mi propia cara. —lo miró fijamente.
—Dime, ¿qué te gusta de esa niña? ——me señaló con el dedo—. ¿Su cara? ¿Su juventud? ¡Debería darte vergüenza!
Él me miró a los ojos, yo sentí fuego en mis mejillas, seguramente me había ruborizado, después él jaló a la doctora Grace de un brazo y se la llevó, tenía una dura expresión en su rostro. Yo me quedé perpleja y a la vez muy desconcertada, sentí que todo se había salido de control, se suponía que nadie en ese hospital debía saberlo, menos la doctora Grace.
De pronto oí unos pasos detrás de mí y volteé a mirar, había olvidado que Camilo se encontraba en el baño, suspiré hondo porque supe que había escuchado todo.
Él tenía una expresión de asombro, los ojos casi se le salían de sus órbitas.
—¿Es cierto lo que dijo la doctora Grace? ¡¿Estás saliendo con el doctor ogro?!
—¡No!
—Pero ¿Por qué la doctora Grace te habló tan horrible?
Me quedé callada, él no dejaba de mirarme, luego agregó:
—Tu cara lo dice todo, has estado saliendo con el ogro. Es increíble que jamás tuve una sospecha. —Sentí enojo.
—¡No es verdad! Solo son inventos de la doctora Grace.
—Pero tienes cara de culpable, ¿Sabes que la doctora Grace te va a declarar la guerra? Va a acabar contigo.
—Eso no es verdad, ella no tiene razones para declararme la guerra, es más, voy a aclarar este asunto.
—Amiga ya, conmigo no tienes qué disimular, no solo escuche, también vi la cara del ogro, créeme que él al igual que tú no puede disimular.
De repente el doctor Sánchez entró a la sala, sus párpados se tensaron cuándo se percató de que Camilo se encontraba allí, entonces le habló de mala manera.
—¿Qué hace aquí? Usted está suspendido.
—Solo vine a visitar al paciente.
—¡Pues no debió venir! Supongo que escuchó todo.
—No doctor, no escuché nada.
—¡Imbécil, no mienta! —Le dijo en mal tono, me dio cólera y alcé la voz.
—No tiene qué desquitarse con él, Camilo no tiene la culpa, nadie obligó a la doctora Grace a hacer un escándalo en una sala donde se supone que hay empleados. —
Se quedó callado por un momento, pero tenía tres líneas horizontales marcadas en su frente, tenía una dura expresión de enojo, luego miró con dureza a Camilo y le gritó:
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Editado: 31.07.2024