El arte de amar.

Capítulo 29

Al parecer los planes de Parker se fueron al carajo, supe aquello cuando bajó las escaleras del lugar y vino a por mí quince minutos más tarde de haberse ido, la sonrisa que había estado en sus labios desapareció y ahora se veía furioso.

—Ven aquí—me ordenó— vamos a divertirnos juntos.

Mi rostro seguía húmedo porque yo había llorado desde que supe que Ian y Blake estaban en el lugar, no podía sentirme aliviada porque estaba muy ocupada sintiendo terror por ellos, no quería que algo malo les sucediera, jamás me lo perdonaría, no podría.

¿Cómo habían llegado hasta ahí? ¿Cómo estaban? ¿Dónde estaban?

—¿Qué haces? —pregunté con voz ronca, mientras él desataba mis cadenas— ¿Dónde están ellos?

—Prontamente muertos.

Yo me estremecí fuertemente y él sonrió amargamente.

—Pensé que tu hermano era estúpido, pero me sorprendió, no llegó solo aquí —rio falsamente— traían refuerzos policiales consigo, los detecté muy tarde, pero no importa, iremos marchando sobre la medida.

Parker me puso de pie con fuerza, mi cuerpo protestó ante el dolor, aun así, a él no le importó.

—Muévete, tenemos que ponernos en marcha, pequeña.

Ambos subimos las escaleras, yo intenté ir con lentitud debido a mi dolor, sin embargo, él no me lo permitió y fue más brusco conmigo de lo normal.

—Esos bastardos creen que podrán conmigo —se burló él— nadie va a quitarte de mi lado, Isabella. Primero te mato a ti o mato al resto.

El lugar en donde vivía Parker era inmenso, por ello tardarían varios minutos en poder encontrarnos, él me llevó a su antojo y no busqué pelear, no quería llamar la atención, no cuando podría poner en peligro la vida de mi hermano y la de mi hombre.

A los lejos escuché voces y pasos, Parker no se inmutó ni un poco, solo se dedicó a arrastrarme sin más.

—Vamos a atraer a tu chico, lo haremos contigo —me informó— tú serás el pequeño y rojo anzuelo.

Comencé a moverme histérica cuando escuché sus palabras, Parker estaba demente, él iba a matarlo, de verdad iba a hacerlo y yo tendría que presenciar algo como aquello.

En algún momento fui llevada a una pequeña sala repleta de vitrinas, me quedé estática al ver que las estanterías de vidrio estaban repletas de armas y municiones.

Oh, Dios…

Parker me inmovilizó bruscamente contra una pared, mientras con una mano libre abría una de las puertas de vidrio y extraía una pistola negra, quise moverme para quizás correr o algo así, pero no llegué muy lejos porque él apuntó contra mí y me dejó helada.

—Quieta, perra —gruñó— primero lo mataré a él, quiero que presencies aquello, no te liberarás.

Lágrimas se deslizaron por mis mejillas, levanté la vista cuando escuché voces más cerca, mi corazón latió con prisa y esperé que fuese Ian o Blake, sin embargo, el que entró al lugar era un hombre armado con aspecto frívolo.

—Señor, hemos estipulado que son al menos unos diez hombres armados, probablemente llamarán refuerzos, debemos irnos de aquí, si nos rodean...

—¿Cómo es qué dejaron pasar a diez hombres? —gruñó Parker.

—Pensamos que eran solo ellos dos, nosotros…

—Ustedes son unos imbéciles mediocres, háganme tiempo mientras me marcho con Isabella.

—Si señor.

Él terminó de tomar más cartuchos para su pistola, me jaló consigo y me obligó para que continuáramos moviéndonos.

—¿A dónde me llevas? —pregunté alterada— ¿Qué haces?

—Ven, vamos bajando al parqueadero—sonrió— pero si quieres, es un buen momento para gritar, hazlo… Necesito que traigas a ese novio tuyo conmigo.

Me quedé en silencio dentro de mi burbuja, mientras él me arrastraba por todo su maldito lugar. Afuera había un largo pasillo que llevaba a varias puertas y cada una de ellas era un mundo desconocido para mí, las paredes eran negras y hacían el lugar más oscuro, tenebroso e inquebrantable.

Me dije a mí misma que debía pensar en algo para ayudar a Ian y Blake, no podía quedarme ahí llorando, necesitaba actuar y ayudarles en algo lo antes posible. Traté de ordenarme correr y encontrar a Ian, salvarlo de lo que se avecinaba, pero era imposible porque no sabía dónde estaba él y eso era darle más ventaja a Parker.

—Pensé que vendría solo, mi orgullo me jugó una mala pasada, aun así, no importa, estoy listo para lo que viene.

Sus palabras estaban matándome.

—Sé que no me crees, pero voy a deshacerme de todos y cada uno de ellos, y después, tú serás sólo mía.

Cerré los ojos mientras él seguía guiándome por el pasillo hasta una oscura puerta que se perdía perfectamente con las paredes del lugar, aquel espacio era usado para poder ver todas las estancias de la casa, para poder vigilar quienes entraban y salían, era por ello por lo que en ese momento yo estaba viendo a quienes habían ido a rescatarme, entre ellos estaban Ian, Blake y Diego, entre ellos había policías o algo así, entre ellos o detrás de ello, iba la muerte vestida con las ropas de Parker…

—Ahí viene, míralo— Parker señaló una cámara y en ella se veía a Ian alejándose de los otros y divagando por la casa sin más.

Mi corazón se detuvo.

—No le hagas daño, por favor—pedí aterrada— no le hagas daño a él, por favor… —Supliqué.

Su mirada llegó a mí.

—No me supliques por ese bastardo —advirtió— O seré más macabro como ese maldito.

Iba a rogarle todo lo que él quisiera, de verdad iba a hacerlo porque yo simplemente no podía aceptar que algo malo le sucediera a Ian.

—Parker, por favor…

—Ahora no es tiempo de rogar nada Isabella, ahora es tiempo de actuar —apretó con fuerza su pistola—Voy a matarlo, llores o no, ¿Sabes por qué?

No respondí.

—Lo haré porqué tocó lo mío, —sus ojos eran desquiciados—te tocó a ti, y es por ello por lo que lo asesinaré fríamente frente a ti.

—No…

Negué con rotundidad, no puedes hacerle daño.




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