El corazón también se quema

ERES IDENTICA

—¿Quién toca el timbre?

—Tú, tú eres la invitada especial —dice Melanie en son de burla

—¿Especial?

—Si, yo soy la colada, sabemos perfectamente que tú no vendrías a la casa de tus futuros suegros sola

—Tienes razón en todo menos en mis futuros suegros —digo resultando las últimas dos palabras

—Sí, sí, bajemos del carro y ve a tocar ese timbre.

Le respondo con una sonrisa a Melanie, agarro mi bolsa y bajo del carro, al bajarme y cerrar la puerta, Melanie arranca sin decir nada, dejándome sola enfrente de la casa de Steven, acelera tan rápido que apenas me dio tiempo de reaccionar, en eso escucho mi teléfono sonar.

 

LLAMADA ENTRANTE DE: MELANIE *__ *

 

Suspiro profundamente y le contesto

—Para quiero enemigos si te tengo a ti como amiga —digo con un tono de seriedad viendo a mi alrededor

Melanie pega una carcajada —Tranquila que es por un bien común —dice entre risas

—¿Bien común?

—Sí, sé que no le pondrías atención a Steven porque yo estoy contigo, es lo mejor

—Si claro ¿Tu dónde vas a estar? ¿Te arreglaste por gusto?

—No, iré a un bar cerca de aquí, pero, antes de que me regañes no voy a beber aun me duele la cabeza desde la mañana solo iré para ver si tienen algo para la resaca —suspira y continua —Me veré con un primo de Josh

—¿Primo de Josh?

—Así es, lo conocí antes de conocer a Josh, cae muy bien

—Si claro, y yo tengo cinco años —aclaro de forma sarcástica —¿Qué harás en realidad?

—Está bien, si iré al bar, pero sola, preguntaré si se puede hacer fiestas privadas en ese lugar —dice con toda seguridad

—Pensé que lo ibas a hacer en mi casa

—Si, pero si ese día tu mamá no tiene turno, o tu papá viene de viaje sería un desastre a media fiesta y tu estarías castigada hasta que tengas 80 años

—Tienes razón

—¿Marihan? —escucho una voz un poco peculiar atrás de mí, separo mi celular de mi oreja, volteo a ver poco a poco y es Steven

—Te hablo después —le digo a Melanie y cuelgo la llamada.

Me ve de pies a cabeza y una sonrisa se dibuja en sus labios —Te ves hermosa —lo miro con extrañeza, sin darme cuenta él había hecho que dibujara una sonrisa en mi rostro que ni con limón se podría borrar —¿Interrumpo algo? — dice refiriéndose a la llamada en la que estaba.

—No, nada, solo estaba poniéndome de acuerdo con Melanie —digo mientras me acerco a él y miro su vestuario, su pelo peinado para atrás, una camisa blanca formal, con unos jeans negros y zapatos de etiqueta —No te ves nada mal, deberías vestirte así más seguido.

—Hasta ahora que lo dijiste, lo estoy considerando

—Por cierto, toma —le extiendo una bolsa y él lo agarra —. Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por primera vez y no te lo había regresado

—¿Es la sudadera? —asiento con la cabeza —. Gracias, acompáñame entremos 

Al escuchar eso, mi mente se congela, mis manos empiezan a tener una temperatura fría, mi respiración se agita a tal grado que me sentía sofocada. Empecé a caminar a la par de Steven, viendo al suelo, siento que mis nervios son tan notorios que él se me quedó viendo por un tiempo.

Llegando al pórtico de la casa, Steven me extiende su mano —¿Puedo? —pregunta con su típica sonrisa, asiento con la cabeza y me toma de la mano, mis manos seguían muy frías, él se me queda viendo con una mirada de seria.

—Bueno, es que…

—No tienes por qué explicarte —dice mientras pasa su mano derecha con delicadeza en mi mejilla —. Todo estará bien, solo es una cena sin motivo, si te incomoda algo, me dices y nos vamos a otro lugar donde te sientas mejor —le respondo con una sonrisa y el asiente, me suelta la mano y pasa su brazo por mis hombros, él abre la puerta y llega un olor exquisito que viene de la cocina, me recordé de lo que dijo ayer Melanie sobre la familia de Steven.

La casa es enorme, su interior es muy extensa, en el primer nivel cabe 3 veces mi casa, quede anonada por unos segundos, hasta que veo a una señora de aproximadamente 44 años bajar por las escaleras que viene desde el segundo nivel, ella es alta, de pelo largo ondulado hasta los codos de color castaño claro, sus ojos son de color verde claro con un pequeño toque de azul, pestañas risadas y largas, su tono de color de piel es oscura, tiene puesta una blusa de chiffon verde esmeralda, con una falda de cuerina negra y unos tacones altos negros.

—Hola, tu debes de ser Marihan —dice con tono amable y feliz, mientras se acerca a mi para darme

—Mucho gusto señora Catalán —le respondo del mismo tono, aceptándole el abrazo

Da un paso para atrás, viéndome disimuladamente de pies a cabeza, regresa su mirada a mi rostro con una sonrisa delicada —Dejemos las formalidades aun lado, muy pronto seremos familia —al decir eso ella hace una sonrisa pícara viendo a Steven lo cual sigo su mirada y él esta pálido, regresa su mirada a mí y yo a ella — Llámame Luisa.

—Está bien, Luisa —digo con timidez

—Mucho mejor así, acompáñame a la sala así puedes estar más cómoda.

Llegamos a la sala de estar, es tan iluminada, los sillones eran de piel, la mesa del centro era de madera junto a las demás piezas de la casa, en el centro de la habitación un candelabro de cristales que ilumina toda la habitación, las paredes estaban pintadas con un color melón y una tonalidad de café claro, al parecer a esta familia le encanta las tonalidades de dicho color. No pasaron ni 10 minutos que nos sentamos en los sillones, hay que resaltar que son muy cómodos, cuando un hombre de aspecto serio con uniforme militar, se acerca a nosotros.

—Buenas noches, jóvenes —nos mira por poco segundos y su mirada se dirige directamente a Luisa —. Buenas noches, mi bella dama —se acerca a ella y le da un pequeño beso cariñoso en la frente, ella responde con una sonrisa tierna y se ven a los ojos por segundos, lo cual logré percatar que los ojos de los dos brillaban al verse.




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