El corazón también se quema

HASTA PRONTO

—¿Tú crees que hay vida después de la muerte? —pregunto recostada en la ventada, esperando una respuesta, mientras veo las gotas de lluvia caer, el silencio inunda la habitación, una lagrima sale de mi ojo cayendo lentamente por mi mejilla —. Tu siempre me respondías sin importar mi pregunta y ahora no estas… —digo limpiándome la mejilla

Alguien toca la puerta tres veces y la abre —Marihan, ya casi es hora —dice el señor Gutiérrez

—Gracias, ya voy

—Tu madre — hace una pequeña pausa y continua — ¿Va a venir?

—Usted ya la conoce, siempre en el trabajo, no creo que se venga a despedir

Él me da una sonrisa me levanto donde estoy sentada y camino hacia la puerta, una sensación me hace voltear a la ventana y sentí una tranquilidad en todo mi ser, no me sentía con tristeza ni melancolía, sentí paz en mí, me doy la vuelta y sigo los pasos del señor Gutiérrez, él ya estaba bajando las escaleras, mi mente ignora todo mi alrededor, bajo la mirada y sigo caminando.

 

—Todavía tenemos una hora y media, si quieres te recuestas un rato, yo haré lo mismo, hoy será un día un poco agotador —asiento con la cabeza, él se retira a sus aposentos, me quedo un rato en el sillón, agarré mi celular y eran más 10:30 de la mañana, deje el celular en la mesa de la derecha, cerré levemente mis ojos y me quede dormida

—Marihan, despierta querida, me haces un favor, puedes dejar estás cosas a la cocina —dice el señor Gutiérrez dándome una bandeja; asiento con la cabeza, la tomo, me levanto del sillón y me dirijo hacia allá

Al llegar a la cocina escucho el sonido del chorro abierto, dejo la bandeja en el desayunador, cierro el chorro escucho un ruido a mi espalda.

—Estaba el chorro prendido, creo que lo dejo encendido desde el desayuno

—Él siempre se le olvida apagar el chorro, creo que debí dejar una nota para recordarle que lo hiciera —escucho detrás de mi

—¿Nani? —digo dándome la vuelta para verla, mi mente se puso en blanco al verla

—Vivo aquí es normal que me mantenga aquí o eso creo —ella mira el refrigerador — ¿Recuerdas ese dibujo? 

—Si, lo hicimos Melanie y yo, a los 10 años si no mal recuerdo

—Ustedes dos decían que en unos años tendrían un príncipe azul, Melanie ha tenido más de un príncipe, pero nunca se ha enamorado como lo está de ti

La miro confundida y prosigo —¿Usted?

—Soy vieja pero no tonta, era más que obvio, siempre se te quedaba viendo como borrego a punto de morir

—¿Eso es bueno?

—Bueno quizás mi comparación no es la correcta, pero imagina que es tierno

—¿Cómo un borrego a punto de morir es tierno?

—Se nota que te faltan años de vida —al responder ella toma un suspiro y mi mirada se cambia a una confusión completa —. Ella prefiere tu amistad

—Lo sé, yo no la cambiaría por nada en este mundo, siempre la voy a poner a ella primero antes que un amor.

—Cada vez esta generación toma el amor como juego, terminan con uno, y ya tienen otro, porque no pueden estar solos.

—¿Qué quieres decir?

—Tú, estás loca buscando ese amor, pero deja que llegue a su momento, no todo amor es igual, te lo diré todo lo que te tengo que decir porque estaré toda la vida aquí

—Nani…

—Déjame terminar —dice seriamente —, no soy eterna, me iré tarde o temprano, es muy probable que Melanie ya que te lo ha dicho, he tenido esta charla con ella más de lo que imaginé tenerla —toma una pausa y continua —. Vi durante muchos años que ustedes idealizan, se perfectamente que tú madre no te hablará sobre eso, y tus padres no son el claro ejemplo, el amor a tu edad es muy hermoso, pero no hay que presionar a que pasé todo lo bueno, en algunas situaciones termina peor, y lamentablemente a tu alrededor hay ejemplos de ello.

—Nani… tú eres mi ejemplo —la interrumpo — me vas a decir que sea feliz, que viva mi vida y no me quede estancada en alguien o en algo — tomo una pausa y continúo—, desde niña me has enseñado muchas cosas he aprendido mucho de ti y gracias por todo, estoy agradecida.

Ella mira al refrigerador y da una sonrisa de esperanza —. Sabes, al ver esos dibujos recuerdo hasta la primera vez que pudieron andar en bicicleta sin rueditas.

—Tu nos enseñaste andar en bicicleta a los 8 años

—Y te confundiste, me llamaste a mamá —dice entre risas

—No me confundí, nunca me he confundido en llamarte mamá

—No te comprendo, yo no soy tu madre

—Es cierto, tú no me diste la vida, pero eres la figura materna que tuve y mi ejemplo a seguir, mi padre se fue cuando yo tuve 7 años.

—¿Marihan?

—Está bien, él es feliz, tiene una nueva familia, y aún que ya no hablo con él lo sigo amando, y él me ama a mí, no le guardo rencor por buscar su felicidad, aunque quisiera que hubiera pasado más tiempo conmigo, pero bueno, mi madre se puso mal, y se quedó estancada en esa época, metida solo en el trabajo, sé que es su forma de arreglar las cosas, y no la deje de amar, al contrario, la amo mucho, pero…

—Pero eras pequeña, y los dos olvidaron que tenían una hija a la cual cuidar y terminar de criar —me interrumpe.

—Si —digo con la voz quebrada—. Tu fuiste una mamá, en especial para mí, y te lo agradezco, siempre tuviste las respuestas a todas mis preguntas, me terminaste de criar, soy la chica que soy por ti.

—Tu eres quién eres, gracias a ti, yo solo te enseñé los caminos, tú escogiste tu camino y quiero que lo sigas haciendo, hasta tu último día, no dejes que… —hace un gesto con la boca en señal de dolor, lleva su mano al pecho y se aleja un poco del desayunador

—¿Nani, estás bien? —digo preocupada acercándome

 

Ella solo hace un ruido como si tuviera disnea, mi preocupación aumenta cada segundo qué pasa. Su piel empieza a verse cada vez más blanquecina, la tome en mis manos y ella se dejó ir, me senté en el suelo y la recate en mi regazo, toqué sus manos estaban como cubo de hielo, aún no podía respirar, grité lo más fuerte que pude pidiendo ayuda, mis ojos se llenan de lágrimas, grité una y otra vez, al parecer nadie me podía escuchar, sentía que mi voz estaba perdiendo fuerza por cada grito que daba, tome a Nani en mi brazos lo más fuerte posible, le pedí entre lágrimas que no me dejara, que se quedara conmigo, ya iban a venir a ayudarla, no estaba lista una vida sin ella, empiezo a ver borroso por causa de mis lágrimas acumuladas, una lagrimas tras otra caen de mis ojos cayendo sobre ella, mientras yo seguía tomándola de la mano diciendo que no se fuera, que se quedara, le repetía lo mucho que la amaba, grité una vez más por ayuda.




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