Capítulo 5

 Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses y el Marqués Kim NamJoon no lograba descubrir el miedo más profundo de Milena. La verdad, lo que sabemos nosotros pero no el Marqués, era que al cruzar la puerta del Castillo, ella  había superado los suyos. Ahora se sentía libre y con una vida inmensa por delante. Entre ellos se fue desarrollando una curiosa relación: ella le tomó simpatía, a pesar de lo misterioso que le resultaba, y ella su vez le tomó confianza. Esto permitió que ella lentamente comenzara a romper la reglas, que habían sido válidas para sus antecesoras.

— Ya terminé de trabajar, señor, ¿Puedo quedarme un rato con usted?

— Nunca me han ofrecido compañía, niña. ¿Es que puedes divertirte conmigo?

— Claro que sí. Cuénteme otra vez la historia de su bisabuelo, cuando ganó esa batalla contra los dragones ¡Es tan entretenida!

 Y el Marqués, entre sorprendido y complacido, empezaba a contarle.

 Milena le hablaba de sus sueños, de sus secretas esperanza de ser diferente a las mujeres que conocía, de su negativa a vivir como lo hacían en el pueblo.

— No sé muy bien que va a sucederme, señor, pero presiento que será algo fuera de lo corriente.

— Creo que estás en lo cierto, porque eres una muchacha original,  Milena y eres tan fresca como una brisa veraniega.

  Un día el Marqués le preguntó si no deseaba viajar y conocer el mundo.

— Si, pero no tengo apuro. Creo que el castillo me reserva conocimientos que no se encuentran en el mundo de afuera. Quisiera antes leer todos esos libros de su biblioteca. Desearía también aprender algún oficio más haya de los domésticos. ¡Y soy tan joven, Marqués, tengo tanto tiempo! El mundo puede esperar.

 Un día cualquiera en qué el Marqués efectuaba una de sus raras salidas Milena se introdujo en la biblioteca y en sus salas aledañas para mirar los collares. Por primera vez tomó en sus manos las etiquetas. En cada una de ellas, se imprimían 5 pequeñas palabras: NOMBRE, PROFESIÓN, MIEDO, MATERIAL DEL COLLAR Y AÑO. A su lado se rellenaban los datos pertinentes con letra manuscrita. Notó que los collares que estaban en la biblioteca, parecían ser los de fecha más reciente —¿Cuántos más habría en el Castillo entero?—, y que los oficios eran casi todos aquellos que pueden efectuarse a domicilio, como jardinero, sirvienta, plomero, albañil y comerciante. Leyó la etiqueta del último collar de la penúltima fila —solo cinco collares lo seguían—, y sus ojos se encontraron con algo inesperado: ROSE PARK, SIRVIENTA, MURCIÉLAGOS, CRISTAL AMARILLO CON CUARSO, AÑO PRESENTE. «Murciélagos —pensó Milena— ¿Qué significa?» pero entre más lo pensaba, menos sentido le hacía y como no pudo decifrarlo, abandonó el lugar, recordando los pelos erizados del gato a rayas coloradas.

Historia original:

El Cristal Del Miedo (Marcela Serrano)

Primera edición: 2002