El Error del Millonario.

Capítulo 1: Interés.

Lo que nos sucede es un reflejo de nuestras acciones; si cometemos una mala acción, seremos castigados de igual manera. 

Melbourne, Australia.

NEIL KESSLER

Las luces molestas de las cámaras me cegaban, los micrófonos estaban pegados a mis labios, y todos ansiaban oír mi versión de los hechos, aquella que podría destruirme cuando decidiera hablar la verdad, y que me dejaría en la ruina en directo, perjudicando por completo mi tranquilidad y libertad. 

¿En qué momento fue que llegué a este punto de dejarme llevar por ese deseo egoísta?, no lo sé, sin embargo, en esta parte que me encuentro ahora de mi vida es meramente humillante y no pienso permitir que me castiguen, siempre seré el mejor por encima de lo que sea. 

Aun así, volveré a la parte en la que hacía todo bien, —o bueno, al menos eso es lo que supuse yo—, que mi existencia estaba lúcida y transparente, siendo aquel hombre intachable y alabado por todos mis seguidores. 

Desde este punto comienza mi mayor destrucción, la cual titulé: “El error del millonario, en manos de Karin Meier”.

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Salgo de mi oficina a toda prisa, mi cabello rubio oscuro se adapta al traje marrón que llevo debido al frío que hay en la ciudad. Ya que no quiero que mis seguidores me ataquen, tomo un café con crema antes de subir a mi camioneta, lo utilizo como mi método de relajación y poder pasar desapercibido con lo delicioso que es.

 

«Ojalá no se note tanto que amo sentir cafeína por mi torrente sanguíneo, digo, ¿a quién no le gusta?»

 

Pero por dentro, nadie sabe que en realidad me escondo de aquellos actos corruptos que cometo, que sé que no es nada maravilloso lucrar con ideas ajenas, sin embargo, esto es a lo que me dedico. 

Mis proyectos más sobresalientes son sobre modelaje de trajes, creación de perfumes, lociones, utensilios para higiene masculina, entre otros, los cuales en su mayoría los he copiado todos sin un descaro alguno, no obstante, quiero más beneficios y tengo que encontrarlo pronto. 

 

«El hambre y sed de ser el mejor y tener más, nunca se irán de mi vida, así me educaron, así soy y no tengo por qué cambiar si me hace sentir bien».

 

Observo a mi secretaria que no es nada más y nada menos que mi mejor amiga Emilie Furret, con la cual he estado desde mi infancia, ahora tengo treinta y cuatro; ella, tiene veintiocho. 

—Emi, necesito ir a la estética, dime que buscaste una, por favor, mi cara ya necesita un poco de amor, además de que esos polvos compactos tuyos ya no me resultan para todo el acné que estoy obteniendo.

Me da la impresión de que se ha molestado por mi comentario, pero ya sabe que soy sincero cuando me disgusta algo.

—Y es obvio que es muy raro que se me pase por alto un asunto importante tuyo en la agenda, así que acostúmbrate a entender que no soy una incompetente. —Se cruzó de brazos, mientras yo río ligeramente. 

Posiciono un poco de crema chantillí en la punta de su nariz de una manera juguetona, simplemente para molestarla. Haría eso toda una vida, sin duda, es como mi hermana menor. Bueno, la segunda, porque ya tengo una real.

—Nunca olvidaré que no me llevaste papel higiénico cuando estaba…, ya sabes —hago un gesto de timidez.

—¿Qué estabas haciendo? —comienza a reírse como un delfín ahogado.

—¡Pues lo de atrás!, ¿acaso los hombres se sientan por horas en el baño para orinar? —su risa no se detiene y cada vez es más fuerte.

—¡Ya basta de tus cochinadas, Neil! —golpea mi hombro y la alejo sacudiendo mi traje más costoso. No me gusta ir con la vestimenta desencajada a ningún lugar, mucho menos que me toquen. 

 

«Básicamente, no se ahogan, ya que viven en el agua, que cosas tan inútiles pienso a veces».

 

Su risa asusta un poco a nuestro conductor, mientras se calma un poco su algarabía, Emilie le extiende un papel con la dirección de la estética a la cual nos vamos a dirigir porque necesito belleza para seguir creando, no…, digo, copiando maravillas para surtir mi ego y mis bolsillos, sobre todo. 

—¿Te fijaste si el punto era competente y tenía unos buenos estándares?, sabes que no reviso tonterías a fondo de no ser así. —Le pregunto por encima de mi hombro y asiente.

—Por supuesto, los últimos días ha sido una de las empresas más destacadas en el mercado, lógicamente en la rama de belleza, estética y todo lo relacionado con la salud corporal. —Trago en seco, ¿quién quiere sabotear mi récord impecable?

—Ya sabes todo lo que tienes que hacer, Emi. —Lo digo con angustia.

Viajamos a este sitio con la esperanza de poder tener un nuevo recurso para mi negocio, los millones que emanan de la empresa no me dan abasto para satisfacer mis necesidades.

Conseguiré todo lo que quiero sin mucha complejidad y pisaré otro negocio más.

 

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KARIN MEIER



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En el texto hay: romance, millonario, embarazo

Editado: 16.03.2023

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