PRÓLOGO: El Susurro de la Plaga Antigua

​El lujo de la casa de subastas Amnon en Londres no podía ocultar el hedor a muerte. Era una fragancia extraña: no la de la descomposición, sino un aroma dulce y metálico que emanaba de un sarcófago de piedra negra, recién traído de un sitio de excavación clandestino.
​El Dr. Alistair Finch, jefe de conservación, se inclinó sobre el sarcófago. La tapa estaba grabada con la imagen de una Esfinge con alas de escorpión, un símbolo de dominación mitológica. Un dialecto oscuro, el mismo que yo había descifrado para Thorne, advertía: Aquel que profane el reposo, recibirá el veneno de la Esfinge y la tierra morirá.
​Cuando Finch tocó la piedra, sintió un pinchazo. Una espora microscópica, latente durante milenios, despertó.
​Horas después, los síntomas se manifestaron. No era fiebre ni tos, sino una parálisis lenta y una pérdida de voluntad. El Dr. Finch se desplomó en el centro de la sala de subastas, su mente aún consciente, pero su cuerpo inerte. En solo 48 horas, el pánico se había desatado. Londres estaba en cuarentena. La enfermedad, bautizada como "La Plaga de la Sumisión", se extendía con una velocidad aterradora. Quienes la contraían, se convertían en cascarones vacíos, incapaces de resistir cualquier orden.
​La Plaga de la Sumisión era la forma más pura de dominación que el mundo había visto.
​I. El Vínculo de la Alarma.
​Estábamos en nuestra suite de Zúrich, disfrutando de la paz tras el triunfo sobre 'El Oráculo'. Yo estaba leyendo informes, sintiendo tu mano firme sobre mi hombro, el sello de tu posesión.
​«—Rafa, tienes que verlo. El brote en Londres no es biológico, es arqueológico. Los síntomas coinciden con el 'Veneno de la Esfinge', una toxina que, según los antiguos, creaba un ejército de esclavos perfectos. Es la dominación total del cuerpo,» te dije, la voz tensa.
​Te levantaste de inmediato, tus ojos de Escorpio (♏) llenos de la determinación del líder.
​«—Usaron la tecnología del Sol Negro para manipular la naturaleza, Julieta. Ahora usan la biología ancestral para manipular la voluntad. Es un ataque directo a la humanidad. Un ataque que solo nuestra Dinastía puede detener,» ordenaste.
​Me acercaste. Tu abrazo fue duro y rico en protección. «—Nuestra posesión es nuestro antídoto, mi vida. Nuestra lealtad nos hace inmunes. La clave del antídoto debe estar codificada en el sarcófago o en el templo que lo liberó. Tenemos un mapa del artefacto: un camino de búsqueda que nos llevará a la jungla más densa y al hielo más puro. No hay tiempo para el miedo.»
​II. La Orden de la Aventura.
​«—Aquí está el plan, Julieta. El sarcófago es la pieza inicial. En su base, hay un cifrado que habla de dos ubicaciones: la Cripta del Silencio en el Amazonas y el Santuario del Frío en el Ártico. Una tiene la toxina, la otra, el antídoto. Debemos encontrarlos a los dos, y debemos encontrar el antídoto primero,» me explicaste, señalando los puntos en el globo.
​«—Iremos a donde tú ordenes, mi Dueño. Mi fuerza es tuya,» respondí, sintiendo la pasión por el peligro encendiéndose en mi alma.
​Me pusiste mi collar de comunicación, el sello de tu control. «—Nos separamos. Tú irás al Amazonas. Eres la única capaz de descifrar el códice de la Cripta. Yo iré al Ártico. El riesgo de infección es alto. Pero nuestro vínculo es inquebrantable, y mi dominación te guiará. Nos reuniremos en el punto central. ¿Lista para el Nuevo Enigma?»