El silencio del cuervo carmesí.

El guardián del secreto.

—Eron… —susurró Ilyana, retrocediendo con los ojos clavados en el chico de mirada dorada.

Eliah sintió que el aire se volvía más denso, como si el tiempo se hubiera contenido en ese instante. El Guardián avanzó un paso. La capa carmesí ondeó tras él, silenciosa como una herida abierta.

—No vine a pelear —dijo Eron—. No todavía.

Eliah entrecerró los ojos.

—¿Entonces por qué apareciste ahora? ¿Para qué este teatro?

Eron lo observó, con una calma que asustaba.

—Porque por fin despertaste. Porque el eco de Kael ha vuelto a latir en un cuerpo humano. Y eso significa que el sello está debilitándose.

Anwen, sentada en su trono de piedra, bajó la mirada. El fuego rojo que la envolvía comenzó a parpadear.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Ilyana—. ¿Vos ayudaste a sellarla o no?

Eron ladeó la cabeza.

—Ayudar no es la palabra. La obligamos. Pero no porque quisimos destruirla, sino porque… ella lo pidió.

Eliah dio un paso atrás. Lo que había escuchado no tenía sentido.

—¡Eso es mentira! Ella quería vengarse, extender la maldición...

—Sí —interrumpió Eron—. Pero también sabía que se estaba perdiendo a sí misma. El poder del Silencio la estaba consumiendo. Kael no huyó por cobardía. Huyó… porque ella se lo pidió.

Eliah sintió un vértigo. Las memorias que ardían dentro de él empezaron a cambiar. Imágenes que no había visto. Una noche de lluvia. Anwen llorando. Él alejándose. Un beso lleno de desesperación.

—Ella me pidió que escapara —murmuró—. Que encontrara otra vida… para romper el ciclo.

—Y fracasaste —dijo Eron con suavidad—. Una y otra vez.

Un silencio largo. Luego Eron se giró hacia la estatua partida del fondo, y tocó una inscripción que brilló.

—Quiero que esta vez no fracases. Por eso estoy aquí. Para ayudarte a deshacer lo que hicimos.

—¿Y por qué ahora? —preguntó Ilyana.

Eron bajó la voz.

—Porque no somos los únicos que han despertado. El Foso de los Mil Ojos… ya está abierto. Y si ellos liberan el Silencio Completo, todos los recuerdos… toda alma viva… será devorada.

Eliah sintió un escalofrío. Ya no estaban hablando solo de maldiciones.

Estaban hablando del fin de todo lo que tenía voz. Memoria. Vida.

Anwen levantó la mirada por fin. Una lágrima de fuego resbaló por su mejilla.

—Entonces preparémonos. No por mí. No por el pasado. Sino por lo que viene.




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