El taxista de una loca

Sección 3

Daniel.

El mismo ángel maleducado, esta noche claramente fuera de sí y sin carpeta roja. Se sentó tranquilamente en el asiento trasero y contempló la ciudad nocturna. ¿Es normal que trabaje hasta tan tarde? Al fin y al cabo, son las once de la mañana. ¿Pero con quién hablo? Si no fuera por la estúpida condición, aún estaría en la oficina. De todos modos, no hay nadie esperándome en casa, excepto la cama. ¿Debería ofrecerle llevarla al bar? Miro a la chica por el retrovisor. No, mejor no, no está de humor. Pensará que le estoy tirando los tejos. La verdad es que es extraño que no me diera un 1 después de salir corriendo.

Después de conducir durante 2,5 kilómetros... nos quedamos parados.

- ¡Que me jodan! – grité, olvidando que había alguien más en el coche. ¿Qué carajo? Ayer no la llevé por culpa de un atasco, y hoy no puedo probarlo porque me quedé parado en medio de la carretera.

– ¿No me digas que hay otro atasco? – una voz sarcástica me devolvió a la realidad, pero la chica ni siquiera miró en mi dirección, seguía contemplando con tristeza la ciudad nocturna al otro lado de la ventanilla.

– No sé cómo decírtelo, sería mejor que hubiera un atasco.

– ¿Qué ha pasado?– Esta vez me miró, ¿estaba llorando?

– Ojalá lo supiera. Mi "trago" parece haber muerto.

– ¡Como el conductor, como el coche! – siseó y se tapó la cara con las manos, y yo me pregunté qué hacer. Sí, Ralph dijo algo de que si había fuerza mayor, debía llamar a la operadora y decirles que enviaran un coche nuevo.

– Tranquilo, todo irá bien.

– ¿Qué va a pasar? ¿Haremos un ritual? ¿Dibujaremos un pentagrama para resucitar a tu "golondrina"? ¿O lloraremos y ella se apiadará? "Señor, ¿por qué me haces esto por segunda vez? – Desapareció toda compasión y deseo de preguntar qué había pasado. ¡Mira, se ha encontrado un mártir! ¡Pensarías que me alegraría por eso!

– Escucha, ¡pensarías que estoy ansioso por ir a verte! ¡No empieces!

– ¿Quieres decir que es culpa mía que use taxis? ¡Que te jodan! ¡Imbécil!

– ¡Estúpido!

– ¡Tú eres el que es un imbécil!

– ¡Histérico!

– ¡Hazle un favor a la humanidad y suicídate!

– ¡Sólo con vosotros como pareja!

– Te pido una cosa – si recibes una orden a mi dirección, no vengas nunca, ¡¿de acuerdo?!

– ¡Ni se me ocurrirá ir a verte, aunque sea el último taxista del mundo!

– ¡Qué bien! ¡Prefiero caminar que meterme en un coche contigo!

– Estamos de acuerdo.

El nuevo coche llegó mientras intercambiábamos cumplidos, pero estábamos tan absortos que no nos dimos cuenta y mi "colega" llamó a la ventanilla, instintivamente eché mano al botón de abrir, y entonces recordé que no estaba sentado en mi coche, ¡sino en este maldito coche! ¡Mierda!

– ¡Sal, Reina de Saba, tu comedero ha llegado!

– Sólo tú tienes el comedero aquí, porque eres un cerdo, ¡y el lugar de un cerdo es el comedero! – Noté que la chica estaba casi llorando, dio un fuerte portazo, saliendo del coche. Y me di cuenta de que realmente había ido demasiado lejos.

Podía haber ignorado a esta chica histérica. Vale, ya basta. Voy a llamar a alguien del taller de coches donde trabajo para que se lleven este comedero, y ya he terminado por hoy. Y mañana... mañana iré a su casa y me disculparé. Realmente me equivoqué. Me pasaré antes del trabajo, recuerdo que ayer se fue a las 6.05, así que mañana se irá igual. Me disculparé, le daré un ramo de flores y ya está. Y de verdad, no aceptaré más encargos a esta maldita dirección y a ella en particular. Miré mi teléfono, ¡maldita sea!

¡Pero no fue ella quien llamó! Fue María quien llamó. ¡Joder! ¿Ahora no puedo llevar a ninguna mujer, porque la próxima vez será Stasia? ¡Aaah!

Angelina.

¿Qué suelen hacer los parados? ¿Duermen hasta la hora de comer? ¿O tal vez se masturban en la ducha? ¿O comen pasteles mientras los demás van a trabajar y miran con envidia a los que vuelven a casa con una caja de la panadería? No lo sé, ¡pero voy a averiguarlo!

Son las 6.00, antes salía de casa a esta hora para estar allí a las 7, porque el trabajo siempre está por las nubes, y nadie me retenía en casa, así que llegaba una hora antes del comienzo de la jornada laboral. Ahora voy a la panadería a por unas calorías para ponerme el culo de parado y engordar.

Abro la puerta y hago un gesto de dolor al ver el tiempo de mierda que hace. Noviembre, ¡casi se acaba, joder! ¿Tengo que encender las luces o qué? Las tengo puestas todo el año, sólo las enciendo en Nochevieja, pero ahora tengo derecho a darme un atracón de paro. Aunque... ya parece que llevo ahí mucho tiempo. Tengo el pelo despeinado por las ráfagas de aire frío, la cara hinchada de lágrimas, porque claro, de mayor no lloré por perder mi trabajo favorito, ¡sollocé como una beluga!

Y para colmo, llevo unos pantalones rosa corazón, unas uggs limón ácido y una chaqueta con reflector de luz, es gris a la luz del día, y en cuanto le da la luz de un farol, de los faros o de la linterna del móvil, brillo como una supernova. Antes me la ponía cuando corría por las tardes, pero con el aumento de trabajo, todo deporte se limitaba a subir a la séptima planta sin ascensor porque allí pernoctan indigentes, y yo no quería ese tipo de compañía. Aunque... si no encuentro trabajo, pediré un tercero.




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