El taxista de una loca

SECCIÓN 33.

Angelina.

– Angie, sal – Daniel lleva 20 minutos delante de la puerta. Todavía estoy enojada con él por esa miserable ensalada. Dios, le dio una cucharada de ensalada a la mujer con la que eligió vivir. Así que llevo tres horas sentada en la habitación de Alex, jugando con sus juegos de construcción. Hemos conseguido construir con él una fortaleza de Lego y ahora estamos alineando soldados para defenderla, y Dan acaba de darse cuenta de que la puerta está cerrada. 

– Estamos ocupados.

– Lo siento, pero es muy necesario. Lo entenderás más tarde, lo siento, mi amor.

No sabía qué decir, porque no me había llamado más que Angie durante nuestra conversación, y ahora había tal cambio. Se tomó mi silencio a su manera y empezó a intentar abrir la cerradura de nuevo.

– Mamá, ¿cuándo vendrá Papá Noel?

– En cuanto el reloj dé las doce campanadas y se enciendan los fuegos artificiales, vendrá enseguida.

– ¿Y por qué exactamente entonces? ¿Cómo lo hace tan rápido? Hay tantos niños, y él es el único, – el niño se tumbó en el suelo, apoyando la cabeza con la mano y mirándome, obviamente esperando alguna teoría interesante y lógica, así que puse en marcha toda mi imaginación y me tumbé a su lado, cogiendo una carroza del decorado de los caballeros medievales. Sí, no parece un trineo, pero la improvisación siempre me ha salvado.

– Papá Noel tiene un trineo de alta velocidad. Los renos más rápidos de la Tierra están enganchados a este trineo, pueden dar la vuelta al mundo en unos segundos, ¿te imaginas?

– ¡Y el Padre Escarcha es un anciano! ¿Cómo corre tan rápido para dar la vuelta al mundo? ¿Para visitar a todo el mundo?

– Alex, ¿sabes qué hora es? – el niño negó con la cabeza, y a mí me entró el pánico. ¿Cómo se le explica el tiempo a un niño? Yo mismo no entiendo del todo este concepto, ¡sólo sé cómo utilizarlo! – El tiempo es el periodo durante el cual sucede todo. Se compone de segundos, que a su vez se recogen en minutos, y los minutos en horas. Cada hora tiene 60 minutos, y cada minuto tiene 60 segundos. Y Papá Noel dispone de un minuto, mientras suena el reloj, para dar regalos a todo el mundo. Es tan poco tiempo que se mueve muy deprisa, aunque sea viejo, pero es un mago. Por eso es imposible verle.

– ¡Pero si dicen que lo pillaron en la guardería! – se indignó el niño, y yo me metía cada vez más en un callejón sin salida.

– Quizá le pillaron, pero no tuvo tiempo de llevar regalos a los niños. Eso no se puede hacer. Quieres que Papá Noel le traiga un regalo a Adele, ¿no?

– Sí, quiero.

– Entonces no podrás atraparlo, porque no tendrá tiempo de traerle un regalo a ella ni a ninguno de los otros niños. 

– ¿Cómo sabes que ha venido Papá Noel si no puedes verlo? ¿Es como Naruto, que corre muy rápido?

– Incluso más rápidо, – no tengo ni idea de quién es Naruto, pero al diablo con él, – y puedes saber que ha venido por los fuegos artificiales, cuando los renos de Papá Noel corren, salen chispas de debajo de sus pezuñas y aparecen los fuegos artificiales.

– El año pasado, mi abuelo dijo que eran los vecinos los que malgastaban su dinero, – no supe qué decir. ¿Cómo explicar todo esto a un niño? Dios, ¿por qué no hay cursos para padres? ¿Por qué nadie explica cómo mentir a los niños de forma creíble? La puerta de la habitación se abrió y el niño se distrajo con su padre, que nos miraba con una sonrisa socarrona pero no entró.

– ¿Qué hacéis aquí sin mí?

– Estamos comiendo ensalada! – Me levanté del suelo y quise ir a otra habitación y encerrarme otra vez, pero me pillaron en un abrazo.

– No te enfades. 

– ¡Puedo enfadarme y me enfadaré! ¡Cabrón!

– Nos sentaremos a cenar dentro de dos horas y prometo darte todo el plato.

– ¡Oh, mierda! No se trata de si me lo devuelves o no. ¡Tengo miedo de tus trucos! Se acabó. Déjame, si embarcamos en dos horas, Alex y yo tenemos que prepararnos a tiempo.

– ¿Vas a esperar a Papá Noel? 

– No, – el niño agitó la mano y pasó a nuestro lado, dirigiéndose al salón, – mamá ya nos ha explicado que no podemos ver a Papá Noel porque se mueve deprisa. Voy a ver los dibujos animados.

Daniel se acercó y susurró.

– Me he comprado un disfraz de Papá Noel, ¿me lo pongo o no? 

– Depende de ti. Pero apenas te expliqué por qué el niño no lo verá, si apareces, no se pondrá contento.

A las 8 nos instalamos en el salón. Alex quería dormir, pero estaba esperando sus regalos, Daniel corría alrededor de la mesa como una buena ama de casa por alguna razón, empujando aquel desafortunado plato de ensalada hacia mí, yo no entendía nada y pensaba en cómo sacar el acuario del dormitorio y cómo explicarle a mi hijo que teníamos que comprar los peces nosotros mismos. 

– Angie, coge la ensalada, – se cernió sobre mí con un plato y una cuchara, como si la vida de alguien dependiera de ello.

– No quiero. Tomaré el ganso, la ensalada es demasiado grasienta, mejor por la mañana.




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