El verano estaba pasando y pronto habría acabado, yo disfrutaba de los calientes días dando paseos por la playa, preparar toda la documentación para poderme matricular en el nuevo instituto, hacía el ama de casa, mientras mi madre trabajaba, también aprendí a cocinar nuevas recetas; mi búsqueda de trabajo seguía sin ningún resultado.
La mayoría buscaban empleados preparados, pero si no contratan personas sin experiencia, ¿esas mismas como pueden tenerla?, intenté trabajar como comercial de venta de seguros, si vendía ganaba, pero no funcionó muy bien.
-Mamá - grité desde la habitación.
-Dime- me contestó mi madre que se encontraba en el salón.
-Me matriculo, es todo vía telemática, así que es más fácil.- le expliqué.
Entré en la página web de la Generalitat Valenciana y empecé el proceso.
“Introduzca su N.I.E.” - Genial, vale. - lo escribí, temblando.
“Introduzca el número de soporte” -Espera, a ver cúal es - dije a voz alta, mientras lo buscaba en la hoja.
Abrí una pestaña nueva y lo busqué en Google: “el número de soporte se encuentra en el N.I.E. verde, así llamado…”
“Mierda” - pensé.
Volví a la matrícula y busqué otras opciones: D.N.I. o pasaporte, yo no tenía ninguno de los dos.
“Otro año sin estudiar no, por favor” reflexioné, mientras empecé a llorar.
-¿Qué pasa? - preguntó mi madre viéndome con las lágrimas en las mejillas.
-Igual no puedo apuntarme al centro.
-¿Por?
-El N.I.E. - contesté.
Miré la hora y pude coger el autobús para ir al instituto y hablar con la secretaria.
-Me voy.
-¿Dónde?
-A solucionar esto - dije recogiendo todos los documentos que tenía y salí.
Durante el viaje recé para que pudiera realizar la matrícula y volver a clase, tenía tantas ganas de volver a estudiar.
-Buenos días - saludé, - yo tengo el N.I.E. blanco y necesitaría matricularme - expliqué.
-Vale, se puede hacer con pasaporte - explicó el chico que me atendió en la secretaría.
-No lo tengo - dije enseñándole mi D.N.I. italiano.
-Este vale igualmente- me sonrió, o así parecía debajo de la mascarilla. -Ven y lo hacemos juntos.
-Muchas gracias - agradecí.
-¿Tienes el N.I.A.?
-¿El qué?
-Vale, entiendo que es tu primer año de matrícula en España.
-Así es.
-Perfecto, vamos a la biblioteca.
“¡Joder, qué majos!” pensé, mientras lo seguía.
El instituto era precioso, era cuadrado, de lo que podía ver en la planta baja había los estudiantes de cocina y en la primera planta los alumnos de E.S.O. y bachillerato; de momento todos los empleados me habían dado una vibra positiva y alegre; mientras llegaba a la biblioteca veía a los profesores saludarse entre ellos y abrazarse.
“Joder, si son así también en clase, querré vivir aquí”, reflexioné.
-Entra- me dijo.
La biblioteca estaba llena de estanterías con los libros divididos por géneros e idiomas: castellano, valenciano e inglés.
Había unos cuantos ordenadores: me senté en el primero cerca de la puerta.
El chico se sentó a mi lado y me siguió paso a paso hasta haber realizado la matrícula.
-Supongo que te cogerán aquí, eres de la zona playa y suelen estudiar aquí.
-Muy bien - dije.
Me pasó el gel, ya que tenía que estar todo desinfectado y me acompañó hasta la entrada.
-Pues, nos veremos en un par de meses.
-Espero, muchas gracias.
-De nada, bienvenida. - cerró la puerta y yo me fui hasta la parada de autobús.
Tenía el corazón que latía muy fuerte, acababa de empezar mi objetivo y sueño de poder estudiar en Valencia, estaba tan cerca de cumplir este deseo, que me parecía tocar el cielo con un dedo.