Embarazo inesperado

1. Estoy Embarazada

Lo peor de salir una noche a beber es despertar la mañana siguiente en la cama con un desconocido. 

Eso me pasó a mí, pero la inesperada sorpresa vino dos meses después. 

— ¿Embarazada? Debe de ser un error. ¿Puede repetir la analítica? — Increpé en contra de los resultados que me dio el doctor. 

— Señorita Cueva, puedo mandarle otra analítica pero el resultado será el mismo. Lo único que hará es darle más trabajo al personal sanitario. — Habló y me indicó la puerta. — Cómo ha podido ver, la sala de espera está llena. 

Suspiré molesta y me levanté para irme. 

— Gracias. — Dije antes de salir de su consulta. 

En la sala de espera me esperaba mi hermana Mónica y ni siquiera me paré a hablar con ella. 

— ¡Roxana! 

Me siguió sin aliento hasta el interior de mi coche en el aparcamiento del hospital, donde rota por la noticia me eché a llorar sobre el volante. 

¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo iba a decirle a mi prometido que acabé en la cama con un desconocido y ahora estaba embarazada? 

Mónica me golpeó el brazo. 

— ¿Por qué estás llorando? ¿Tienes una enfermedad? ¿Habrá qué operarte? — Sacó cábalas frente a la desinformación y lloré aún más fuerte abrazándome a ella. 

— ¿Voy a ser tía? — Dijo Mónica cuando le conté el resultado de la analítica y se sintió aliviada. 

La expresión de su cara decía "bah, solo es un bebé a bordo" Lo cual yo no pensaba. 

— No es de Cristian. — Le di la información que le faltaba y me miró con sorpresa. — Sí, no me mires así. Cristian y yo nunca lo hemos hecho. 

— ¿Tienes un amante? ¿Un segundo novio, quizás? — Me preguntó al tiempo que su marido Gabriel subió en el asiento trasero del coche. 

— ¿Quién tiene un segundo novio? — Preguntó Gabriel. 

— Roxana ha recogido los resultados de la analítica, está embarazada.

— ¡Felicidades! — Me felicitó Gabriel y quise morir. 

La muerte sería una buena solución, al menos no tendría que ver la cara de Cristian cuando supiera de la noticia de un bebé en mi vientre. 

— No es una buena noticia… — Dije enfurruñada. 

— ¿Por qué no? 

— Cristian y ella no lo han hecho todavía. — Le explicó Mónica. 

— ¿En serio? — Gabriel se sorprendió más que con la noticia del embarazo. 

— No es tan raro. — Contesté. 

Aunque era la primera en pensar lo contrario. Llevábamos dos años de relación.

— Un poco raro es. — Opinó Gabriel. — Tu hermana y yo lo hicimos en la segunda cita. 

Ellos llevaban doce años de relación, ocho viviendo juntos y con una hija de siete años, la pequeña y traviesa Míriam a la que cariñosamente llamábamos Miri. 

— Pero en la primera ya nos tocamos. — Me regaló Mónica información extra e innecesaria. Luego miró con desánimo mi ropa. — Te dije que te tenías que arreglar un poco más, siempre vas con ropa de deporte. Cristian no debe de excitarse al verte. 

— Mi ropa no tiene nada que ver. Él es reservado y clásico, no quiere hacer nada que no sea dos o tres besos. En el momento que pasamos a algo más lo corta de raíz. — Me harté de escucharlos.

— ¿De quién estás embarazada? — Me preguntó Gabriel. 

— No lo sé. — Respondí. — Fui a una cena de la empresa por navidad y bebí de más, amanecí en la cama con un tipo. 

— ¿Le dirás eso a Cristian? — Me preguntó Mónica. — Oye cariño, estoy embarazada de un tipo. 

— ¿Eres idiota? 

— La idiota eres tú. Te embarazas de un tipo que no conoces teniendo novio además. Sí mamá estuviera viva se volvería a morir. 

— Ni se te ocurra decírselo a papá y Carla. — Le advertí. 

Cuando nuestra madre murió, unos años después mi padre empezó una relación con la hermana de nuestra madre. Recuerdo que al enterarme me sentó fatal, lo vi como una traición de ellos a mi madre pero acabé por aceptarlo. 

— Uy, tranquila, en poco se notará por sí solo. — Mónica sonrió para molestarme.

— ¿Sabes al menos quién es el tipo? — Interfirió Gabriel. 

— Un empleado de la empresa, supongo, recuerdo su cara… pero es todo. Cuando me desperté él estaba durmiendo y me fui corriendo. — Suspiré, en verdad daba vergüenza. 

¿Cómo podía estar embarazada y no saber de quién? 

— Puedes visitar cada departamento de la empresa hasta dar con él. — Me aconsejó Gabriel cuando subimos al porche de la casa de mi padre. 

Era el cumpleaños de mi padre, el único regalo que exigía cada año era tener a sus hijas en casa con él. 

— Sí, pero lleva algunas galletas para ir repartiéndolas y no deambular por ahí sin sentido. — Habló Mónica y Gabriel la miró como sí su idea fuese la guinda de su plan. 

— Basta, no hablemos más de ello. No quiero escuchar nada de eso en las próximas dos o tres horas. — Les prohibí y toqué de nuevo a la puerta. 

Nuestra madrastra y tía Carla nos abrió con el delantal puesto y las manos llenas de masa. 

— ¿Ya estáis aquí? — Nos preguntó, dejando la entrada libre para ir a la cocina. — Todavía estoy preparando la masa de las croqueta preferidas de vuestro padre. 

— Te podemos echar una mano. — Se ofreció Mónica, caminando detrás de ella a la cocina. 

Gabriel cerró la puerta cuando los dos entramos. 

— ¿Y papá? — Pregunté. 

— Ha salido a pasear y de regreso comprará algunos dulces en la pastelería de la esquina. — Me respondió Carla desde el umbral de la cocina. 

— Iré a buscarlo. — Le dijo Gabriel y salió por la puerta. 

Carla fue a hacer lo que estaba haciendo y yo subí entonces a la segunda planta. La casa se mantuvo como mi madre la tenía antes de morir hasta que Mónica y yo nos independizamos, fue entonces cuando nuestra tía Carla hizo todos los cambios que quiso. Cambió muebles, pintó paredes… Esa casa ya no era la casa de mi madre. Aunque algunas de sus fotos con Mónica y conmigo seguían allí. 

La habitación de Mónica era ahora la habitación de Miri, mi sobrina pasaba bastante tiempo en la casa ya que Mónica y Gabriel trabajaban. 



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En el texto hay: infidelidad, drama, embarazo

Editado: 11.07.2024

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