En el abismo

2. Araña

A la mañana siguiente, Samantha se despertó con demasiado dolor de cabeza, por suerte era domingo y no debía ir a ninguna clase, el problema, era que ese día había organizado para tomar un brunch con su madre

Elizabeth Arquette, era una de las mujeres más influyentes de la alta sociedad; los actos de caridad de sus fundaciones, eran los eventos más esperados de todo el año, Samantha debió crecer en ese ambiente y, lamentablemente, al menos para ella, estaba destinada a convertirse en la heredera de todas esas responsabilidades que no podían importarle menos. No era que no quisiera ayudar a los pobres en África o que no le importara que cierta parte de la población mundial no pudiera acceder al agua potable, pero, Sam sabía que todo eso era sólo una pose, que a su madre realmente lo único que le importaba era que hablaran de ella.

Se levantó de la cama y se duchó rogando que las ojeras que tenía se fueran con un poco de maquillaje, pero no demasiado, ya que su madre haría un escándalo si la veía con demasiados productos en su rostro.

- Anoche te divertiste con el hippie. - le gritó su amiga del otro lado de la puerta. Jessica siempre hacía eso, aunque, ahora había dejado de abrirle la puerta para comentarle algo, esa chica no sabía lo que era la privacidad...

- ¿Qué hippie? - preguntó Sam un poco confundida. No se había puesto a pensar, pero la realidad era que no recordaba demasiado de lo que había sucedido la noche anterior; su memoria le fallaba un poco y tenía pequeños lapsus en los que no podía ver ni una imágen de lo que había sucedido y eso la aterró. Un horrendo frío le corrió por la espalda y por un momento recordó a su amiga Elaine.... - ¿Qué hippie? - gritó desesperada. Su amiga entró al baño al escucharla.

- Tranquila, nada pasó, sólo se besaron como si no hubiera un maldito mañana.... - Sam suspiró y respiró aliviada, un beso estaba bien, no era nada de lo que debiera preocuparse.

- No me asustes así tonta. - le respondió mientras cerraba el grifo y envolvía el cuerpo en una toalla. - Creí que...

- ¿Crees que yo, Jessica Thomson te hubiera dejado acostarte con un hippie en el estado en el que te encontrabas? - su amiga hizo un ruido de negación. - No, no. Sobre mi muerto y podrido cadáver. Sólo nos trajo hasta aquí con un amigo, te salvó de un imbécil que andaba poniendo cosas a la gente en la bebida. Por eso estabas así, me lo avisó Helen, pero no te preocupes, ya lo arrestaron.

Sam hizo memoria; recordaba que alguien la había acorralado contra la pared y borrosamente a otra persona que la ayudó, también recordaba una especie de araña... no sabía por qué pero la persona era una araña en su mente.

- Debo ir a encontrarme con mi mamá, pero cuando vuelva... ¿Te gustaría ir a ver una película? - preguntó la chica como si nada. Usualmente, luego de las sesiones de encuentro con su madre, necesitaba distraerse; esa mujer siempre encontraba la forma de hacerla sentir que su vida no tenía la menor importancia.

- Claro que si pastelito de manzana. - respondió su amiga, la cual la iba a abrazar pero se detuvo en el medio de la acción. - Mejor te abrazo cuando no tengas una toalla.

***


Samantha llegó al Club de Campo y Recreación de Mujeres, con veinte minutos de anticipación, pero, aún así, su madre ya estaba ahí... mirándola como si su arribo hubiera sido horas luego del horario pactado.

- Samantha. - la saludó su madre con ese tono de desdén tan típico en ella; la chica odiaba su nombre y uno de los motivos era por la forma en la que su madre lo decía, como si fuera impura o hasta un deshonor.

- Madre. - respondió la chica con el mismo tono. - ¿Cómo has estado?

¿Te has mordido la lengua ya? Seguro que te envenenarías... y nadie querría eso. Pensó la joven, pero claro esto, no lo dijo.

- Esa vestimenta no es adecuada para un almuerzo. - comentó la mujer bajando sus lentes de sol y penetrando hasta su alma con esos ojos azules, pero muertos.

- Me dijiste brunch y esto es lo que me has dicho que se debe usar en una comida de ese estilo. - su madre la observó, analizándola, pero no dijo absolutamente nada. Sam no entendía por qué seguía proponiéndole que se encontrarán, sabía que ella no la quería, su madre nunca había sido afectuosa con ella, de hecho, jamás la había escuchado decir algo bueno de ella.

- ¿Cómo está yéndote en las clases? - preguntó bebiendo un poco de té.

- Bien. Muy interesante. - respondió automáticamente y dándole un mordisco demasiado brusco a la tostada; tenía hambre, mucha. Elizabeth la miró, reprobando su actitud.

- Más vale que te esfuerces Samantha. Tu hermano egresó con honores, todos los Blake lo han hecho. No querrás ser la excepción. - ese último comentario significaba: "No seas la vergüenza de la familia. No seas Elaine"

- Si madre lo sé. - respondió la chica rodando los ojos.

- No hagas esos gestos Samantha Blake. No eres una burda cualquiera. Eres una dama.

- Soy un melón. - murmuró Sam, lo suficientemente bajo como para que su madre no la escuchará. Eso, por algún motivo, la hizo recordar al chico araña con el que se había besado la noche anterior. Le hubiera gustado recordar su nombre o al menos su rostro. Jess tampoco sabía cómo se llamaba, si que tenía rastas, pero nada más... no podía ir preguntando por todo el campus a los chicos que tenían ese peinado, si eran el que la había besado, sería patético.

- ¿Me estás escuchando? - la voz de su madre parecía provenir del otro lado de un enorme túnel.

- Si, disculpa es que, recordé que debo hacer un reporte para el lunes y aún no lo he empezado.

Su madre bufó.

- Vete. No tengo interés en que me culpes por tu mal rendimiento.

Al salir del lugar, Sam sonrió a más no poder. Estaba feliz de que su reunión con Elizabeth sólo había durado una hora.

***


Corrió hasta los dormitorios de la universidad, habían quedado con Jess para ir al cine y eso le hacía demasiada ilusión. Sabía que con ella, era imposible aburrirse. Al entrar en su habitación no encontró a su amiga, pero si una nota sobre su cama.




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