En el abismo

4. La familia Blake

Las semanas habían pasado con mucha velocidad, Samantha y Calvin hablaban todos los días, con la excusa de que ella estaba empezando a mejorar en sus clases de química, claro, aunque para ella ya no era sólo eso; Cal le gustaba, mucho, demasiado… incluso había comenzado a interesarse en aquella materia que odiaba, por la forma en la que él hablaba cuando le explicaba.

Sabía muy bien que Calvin era todo lo que ella no debía mirar, todo lo que a su familia le provocaría horror, comenzando por las rastas, su forma de vestir, siempre demasiado informal, siguiendo por el hecho de que en su tiempo libre debía trabajar, que tocaba la guitarra y… siguiendo por el hecho de que no tenía dinero, algo que era incluso peor que todo lo anterior junto. A pesar de eso, Sam no podía evitar sentirse atraída a él como un imán y, aunque no se habían vuelto a besar, como aquella noche luego de la fiesta, no dejaba de añorar que sucediera ya que, teniendo en cuenta que casi no recordaba lo que había sucedido esa noche… tampoco recordaba el beso, sólo lo tenía en su mente porque Jessica se lo había contado. Aún así, algo le decía, que había sido el mejor beso de su existencia.

— Samantha. — escuchó la voz de su hermano, John y se giró. Aunque intentó, no logró sonreír. — ¿Ya estás lista? 

Los hermanos Blake no eran unidos, de hecho, nunca lo habían sido, además de que se llevaban 10 años de diferencia, John, nunca se había comportado como un verdadero hermano con Samantha, siempre la menospreciaba, maltrataba e incluso, culpaba de cosas que él hacía. Su madre, lo amaba y adoraba tanto que ella, quedaba siempre en desventaja, el único en la casa que, parecía notarla o al menos comprender que era un ser vivo con sentimientos, era su padre, el cual siempre le regalaba alguna sonrisa o palabra amable. 

John era el hombre perfecto para la sociedad en la que se movían, siempre cordial, amable y correcto. Siempre diciendo la palabra justa y opinando adecuadamente. Estaba comprometido hacía 2 años con una modelo de alta costura, Nila Hadi, una hermosa y perfecta mujer nacida de padres relacionados con el petróleo; la mujer perfecta para relacionarse con el heredero de los Blake Arquett.

Su hermano era muy parecido a ella físicamente hablando, claro, ambos tenían ojos grandes y verdes, cabello castaño muy brilloso, rostro anguloso, complexión delgada pero no lo suficiente, altos y con voces agradable, melodiosas.

— Creí que vendría a buscarme Steve. — respondió la chica un poco desilucionada, el chofer que siempre se encargaba de su movilidad era una persona sumamente agradable, un señor de unos 60 años que la dejaba escuchar música fuerte, a pesar de que su madre le decía que no lo hiciera, que cantaba con ella y que le contaba sobre su hermosa familia, de la cual, cuando era más pequeña, Sam deseaba ser parte… y aún era así.

— El viejo tuvo un problema con la hija no sé, ni me interesa. — hizo un gesto con la mano, restándole importancia. — Y como estaba cerca le dije a mamá que yo te buscaría.

— ¿A Lauren? ¿Qué le pasó? — preguntó entre nerviosa y asustada, acercándose a su hermano, él puso cara de asco.

— ¿Crees que sé o que me importa que carajo le pasó a la hija del chofer? — Sam bajó la mirada sintiéndose una tonta, no sabía qué respuesta pretendía obtener de su hermano, era un sociópata, la gente que lo rodeaba no le importaba, a menos que supiera que lo harían conseguir lo que él deseaba. 

— ¿Cómo esta Nila? — esa pregunta sí pareció interesarle.

Mientras caminaban por el pasillo de la universidad John comenzó a hablar, su prometida estaba en ese momento en Dubai, en un desfile de moda que había organizado un yeke para su esposa y Nila, era la modelo estrella, de esas que salen con las mejores prendas y cierran el evento.

.

Al llegar a la salida pasó su mirada por el enorme parque que se encontraba en la entrada, donde todos los estudiantes se sentaban a realizar diferentes actividades cuando los días lo ameritaban y, allí debajo de un árbol, vio a Calvin, se encontraba con la cabeza baja, leyendo un libro, parecía demasiado concentrado, pero, como si de un sexto sentido se tratara, cuando Sam clavó los ojos en él, levanto la vista y también la miró. Ambos sonrieron, ella lo saludó con la mano y él hizo un gesto con la cabeza, pero en ese momento John puso su mano en el hombro de Samantha.

— No estarás mirando a ese vago inmundo. ¿No? — el rostro de su hermano parecía desfigurado, como si estuviera oliendo algo demasiado desagradable y que además estuviera podrido. — Samantha no puedo estar siempre diciendo lo que debes o no hacer, ya eres grande y deberías saber qué tipo de personas te convienen.

— Es un asesor. — respondió la chica defendiéndose. — Mi asesor. — agregó volviendo a sonreír, como una niña.

— ¿Tienes el dinero para pagarle incluido al profesor titular para que te dé clases particulares y te conformas con un asesor? — su hermano rodó los ojos desaprobado a la chica. — Samantha.

— ¡Deja de decirme así! — le gritó golpeando el suelo con uno de sus pies.

— Es tu nombre. — le respondió John en el mismo tono.

— Si, pero parece que me estás regañando. — se cruzó de brazos e hizo una mueca parecida a un puchero.

— Es lo que estoy haciendo. Sube. 

***

Una hora después los hermanos llegaron a la enorme mansión donde habían crecido. Un mayordomo los recibió y se llevó su equipaje. 

Dentro de la casa, decorada, obviamente por su madre, los esperaba Harry Blake, al ver a Samantha su sonrisa se amplió, de esa forma especial, que sólo ella lograba. Harry era un hombre serio y callado. Su hija jamás lo había escuchado decir un chiste o hacer una broma, pero, con ella él era diferente, siempre se mostraba amable, interesado en lo que tenía para decir y en felicitarla en sus logros. Sam corrió a abrazarlo como cuando era una niña pequeña, había estado esperando volver a ver a su padre desde el día que se había marchado a la universidad, hacía ya más de un mes.




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