En el abismo

15. Desagradecido

Sam esperó hasta ver a Calvin para darle la noticia. Estaba demasiado emocionada, tenía la impresión de que, a pesar de lo que él había dicho sobre su padre, cuando le dijera que le había ofrecido un trabajo en el laboratorio, comenzaría a tener otra mirada sobre él.

Cal le había enviado un mensaje al otro día de la discusión y le había pedido verla, ella aceptó obviamente.

Golpearon la puerta y nerviosa la abrió, ahí estaba él, con una enorme sonrisa y una caja de chocolates.

— ¿Crees que puedes sobornarme con eso? — preguntó sonriendo de costado y señalando lo que el chico tenía en la mano. 

— Un poco tal vez. — preguntó con una sonrisa torcida antes de acercarse a ella y darle un beso delicado en los labios. 

— Tal vez… — respondió Sam volviendo a respirar. 

Ambos entraron a la habitación y antes de que él comenzará a hablar ella lo hizo.

— Te conseguí un puesto en el laboratorio de mi papá. Me dijo que necesitaba una persona y le dije que tú estudiabas eso y me respondió que el puesto es tuyo, solo tienes que llamar a este número. — Sam hablaba rápido, entre nerviosa y emocionada; le entregó la tarjeta.

El rostro de Calvin se endureció y comenzó a negar con la cabeza mientras caminaba unos pasos hacia atrás.

— No, no quiero aceptar. No lo haré. — la chica quedó con la boca abierta, en un principio creyó que era una broma pero luego se dio cuenta de que no lo era.

— Necesitan un pasante no un químico, con lo que sabes ya es suficiente. — recalcó la chica intentando convencerlo.

— No acepto.

— ¿Es por la discusión de antes? — Calvin no respondió. — ¿Te estoy ofreciendo el trabajo de tu vida y dices no? — Sam estaba desconcertada. — Entiendo, lo de los ricos y esa tontería de Robin Hood que defiendes pero... ¿De verdad arriesgas una carrera por eso?

— Mi carrera no corre peligro por el hecho de no aceptar un empleo. — respondió de mal humor.

— Es una oportunidad única. — gritó la chica golpeando el suelo.

— Es una oportunidad. Punto. No quiero. Gracias, pero no gracias

— Eres un desagradecido

— Y tú eres una malcriada. Te diré algo que seguramente no te dijeron muchas veces en tu vida. No. No. No. No siempre obtienes todo lo que quieres Samantha.

Calvin respiraba superficialmente, estaba enojada pero Sam también.

— No quiero volver a verte Calvin. Vete de aquí. — la chica abrió la puerta con demasiada fuerza y por un momento vio como él parecía arrepentido. — No quiero que te vuelvas a acercar. Me engañaste una vez diciendo que no me juzgaban no lo harás dos... no sé qué problema tienes con mi familia y no me interesa averiguarlo. — a Sam le dolía la cabeza de tanto que estaba intentando controlar el llanto. — Vete. — gritó.

El chico bajó la mirada y no dijo nada, eso la hizo enfurecer aún más. Calvin así, en silencio, salió de la habitación, era obvio que no tenía una respuesta para negarse al aceptar el empleo, por eso se iba sin hablar.

Sam gritó frustrada y se acostó en su cama a llorar, a soltar todas aquellas lágrimas que había estado aguantando.

***

La chica había pasado la tarde y mitad de la noche sola, ignorando los mensajes que sonaban en su celular. No tenía ganas de atender a nadie y menos si esa persona era Calvin, lo odiaba… mentira, eso no era lo que sentía por él y eso era lo que la volvía loca, lo que no la dejaba continuar con su vida. Él no dejaba de mostrarle que era una persona prejuiciosa y resentida pero… al mismo tiempo, le había mostrado facetas de él que eran tan reales; él también era dulce, amable, sensible y comprensivo, no entendía cómo esas cualidades buenas y malas pudieran existir en la misma persona

— ¿Cómo te fue? — Sam apoyó sus codos sobre sus rodillas y dejó el libro a un costado. Su amiga había salido con un chico y si tenía buenas expectativas.

— No volverá a llamarme. — respondió Jess lanzándose sobre la cama. — Escribí nuestros nombres en un árbol.

— ¿Qué? — la chica estaba entre consternada y preocupada. — ¿Por qué hiciste eso?

Su amiga se encogió los hombros.

— Fue la única forma que se me ocurrió para que viera que tenía una navaja y que sabía usarla. — la chica se giró apoyando su codo contra el colchón.  — ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí sola con cara de amargada? Pensé que te encontraría en una sesión de besos furiosos con el hippie. — preguntó Jess sonriendo de forma pícara

— Peleamos. — respondió la chica con un hilo de voz y bajando la mirada.

— ¿Otra vez? — Sam asintió. — ¿Son así de intensos en la cama?

— ¡Jessica! — gritó Sam poniéndose completamente colorada y lanzándole el libro en la cara.

Su amiga soltó una fuerte carcajada.

— Tienen esa vibra Blake. Lo siento, tengo que sacarme la duda. 

— No te diré nada de eso. No hablaré de eso. — Sam se encogió de hombros. 

— ¿Puedo dormir contigo? — soltó de repente su amiga; ella asintió y ambas se acomodaron en la cama. — ¿Al menos me contarás por qué pelearon? — Samantha tomó mucho aire antes de comenzar a hablar; le dijo a su amiga todo, no dejó atrás ningún pequeño detalle. — Eso es adorable. — la chica la miró de reojo sin entender. — ¿Has pensado que tal vez le gustas tanto que por eso rechazó la oferta? Digo, piensa. — Jess se sentó. — Si hay algún problema y Calvin esté involucrado. ¿Qué harías tú? De seguro estarías de su lado y tal vez eso genera un conflicto entre tú y tu papá… tal vez no quiere eso.

Sam se quedó un momento pensativa.

— ¿Crees que es por eso?

— Por supuesto, si no… ¿Qué otra razón puede tener?

— ¿Debería llamarlo? — de repente Sam se había comenzado a sentir muy mal, la culpa de haberle gritado a Calvin la estaba destrozando.

— No. Hazlo mañana. — respondió su amiga. — Déjalo que crea que estás enojada, que la ha arruinado. Nunca debes mostrarle a un hombre que eres débil o que él te hace débil.




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