En el abismo

17. Subasta

Después de su reconciliación, Sam y Calvin habían pasado los mejores dos meses de su relación. No habían peleado ni una vez en casi dos meses y eso era demasiado para ellos. Sam cada vez estaba más feliz; las clases avanzaban, ella comenzaba a entender química y Calvin se mostraba más cariñoso y agradable.

En las clases de francés, había avanzado demasiado casi podía dominar por completo el entender cuando alguien le hablaba por lo que estaba esperando el momento justo para poder sorprender al joven habiendo comprendido lo que le decía.

***

Esa tarde Sam, tenía un compromiso debía ir a una subasta que organizaba una de las fundaciones de su madre. Cómo heredera de todo aquello debía presentarse y al menos permanecer en el lugar unas horas. Había intentado convencer a su amiga de que la acompañara pero no lo había logrado. Últimamente el hermano de Jess estaba atravesando crisis con mucha frecuencia, por lo que la chica se encontraba agotada y estar en época de exámenes tampoco ayudaba a ese cansancio.

— Muy bien. Cuando comience la subasta ya sabes lo que debes hacer Samanta… — comenzó su madre.

— Permanecer callada y quieta sin que nadie se entere de que estoy aquí o que no me interesa en lo más mínimo esto… — respondió con ironía.

Su madre la miró reprobando todo lo que había dicho, pero no dijo una palabra. Esos meses en la universidad dejó de las miradas juzgantes de todo su círculo o de los comentarios hirientes de su madre habían hecho que la chica encontrará una confianza en sí misma que no sabía que tenía.

También el hecho de que Calvin la convenciera constantemente de que debía encontrar su propio camino aunque eso significará alejarse de su familia era un factor importante.

Sam toda su vida había sido infeliz formando parte de la familia Blake sabía que su futuro no era el que ellos querían para ella, en el momento en el que les dijera lo que realmente deseaba se convertiría en la vergüenza. De seguro la rechazaría o incluso tal vez odiarían.

— Ve a buscar a tu padre. — dijo Elizabeth con tono amenazante. — Él también debe estar presente en el evento.

Las chicas se giró y comenzó a caminar por los pasillos hasta llegar a la puerta que era la oficina de su madre pero que ahora estaba siendo ocupada por Harry Blake.

El hombre había ingresado si hacía una hora con su abogado el cual había llegado un poco desarreglado y parecía incluso nervioso lo que había provocado que su madre lo mirará tan mal que Harry no tuvo otra opción que pedirle que lo esperara en el despacho hasta que su madre se calmara.

La mujer no quería que nada ni nadie arruinara el evento era lo que ella esperaba por meses ser el centro de atención que todas las miradas solo estuvieran posadas en ella que todos pudieran ver lo increíble generosa y empática que era… aunque cualquiera que la conociera sabía que ninguna de esas cualidades eran adecuadas para describir a su madre.

Sam notó que la puerta estaba entreabierta, su curiosidad fue mayor, por lo que permaneció ahí un momento escuchando lo que decían del otro lado.

— Señor tenemos que detener esto. — decía el abogado con voz fina, estaba realmente nervioso.

— Déjalos. No tienen nada Marcus. — su padre por el contrario sonaba seguro y decidido.

— Esto puede destruirnos…

Su padre hizo un ruido, le estaba pidiendo al abogado que dejara de hablar.

— ¿Quién está ahí? — escuchó y supo que no había escapatoria, no podía volver al salón sin su padre no quedarse ahí sin ser descubierta.

Tomó mucho aire y abrió la puerta con aire inocente.

— Está por empezar la subasta. — dijo con un hilo de voz; su padre permanecía sentado, con superioridad mientras que el abogado estaba despeinado, con la corbata corrida y aspecto de loco.

— Excelente. — Harry le sonrió a su hija y se volteó al hombre. — Quédate aquí y cuando empiece la subasta te vas, no quiero que Elizabeth te vea así… arruinaría su noche.

El hombre asintió y su padre se levantó, haciendo un gesto para que Sam comenzará a caminar con él.

— ¿Papá? ¿Qué sucede? — no podía evitar la curiosidad, necesitaba saber qué era lo que había provocado que ese hombre estuviera tan nervioso.

Su padre suspiró.

— ¿Recuerdas el tipo del laboratorio? ¿El que te conté? El que era mi amigo. — Sam asintió. — Al parecer hay alguien removiendo basura, quieren encontrar algo que nos haga ver cómo los malos; de seguro es el estúpido de tu tío que no se conforma con el dinero que le enviamos.

Su padre siguió caminando a paso firme pero Sam se retrasó un poco, lo que le había dicho el hombre la dejó en completo shock. Según Harry Blake, él se había hecho cargo de esa empresa porque los anteriores dueños la intentaban sabotear… él solo, jamás le había hablado de su tío Steven, el hermano de su madre.

Llegó al salón con la cabeza funcionando a mil por hora. Toda esa información era nueva y completamente desestabilizadora. Sam, en ese momento comenzó a pensar que, tal vez, su padre no le había contado toda la verdad, que tal vez la forma en la que había adquirido Laboratorios Blake no había sido tan prolija.

Durante dos horas la menor de la familia Blake, permaneció en un rincón, aplaudiendo y sonriendo, cuando alguien pujaba por algún elemento de la subasta. El dinero que corría en ese lugar le daba la impresión de que todos querían lucirse, ser los que más habían aportado, aunque en realidad, Sam suponía que ninguno de ellos sabía a ciencia cierta el motivo de esa subasta.

A la chica siempre le había asqueado aquella situación, pero últimamente la falsedad del ambiente en el que vivía le parecía aún más horrible. Por primera vez en su vida había conocido gente real, sincera y que le importaba ella, no su dinero, sus contactos o apellido.

***

Cuando todo termino, Sam no pudo volver a hablar con su padre, él y su madre se retiraron rápidamente, mientras que a ella la seguridad la dirigió al auto que la llevaría de vuelta a la universidad.




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