La chica corrió, se sentía humillada. Estaba llegando a su habitación cuando lo escuchó detrás de ella.
— Sam, Samantha. Espera. — le gritó Calvin. La tomó del brazo y la giró de golpe.
— ¿Qué quieres? — preguntó con los ojos llorosos.
— Te amo. — le dijo mirándola. — Te amo.
Sin mediar palabra la tomó de la nuca y besó con desesperación. Ella le rodeó el cuello con los brazos.
Al separarse quedaron con sus frentes apoyadas.
— ¿Por qué esperaste a que me fuera para decirlo hippie? — preguntó sonriendo de costado.
— Porque no quiero sentir lo que siento Samantha Blake. Me negué a aceptarlo, pero... te vi alejarte y no pude seguir mintiendome a mi mismo
— ¿A qué le tienes tanto miedo? — le preguntó sin abrir los ojos. Seguían en la misma posición, ninguno de los dos quería alejarse.
— A que termines odiándome. — respondió con un hilo de voz.
Sam abrió los ojos y se alejó un poco, no entendía a lo que el chico se estaba refiriendo.
— ¿Por qué te terminaría odiando? — ladeó un poco la cabeza.
— Porque voy a terminar lastimandote, lo sé. — bajó la mirada, casi angustiado.
— Entonces me consideraré advertida. Y lo que suceda a partir de ahora, será bajo mi propio riesgo. — la chica sonrió pero él no lo hizo, estaba hablando en serio, todo este tiempo. — ¿Calvin...? — preguntó nerviosa.
— No digas eso Samantha. — el chico bufó. — Sólo no quiero herirte. ¿De acuerdo? No soy la misma persona que cuando te conocí.
— A ti quería encontrarte. Maldita. — una voz demasiado familiar hizo que Sam se girara.
— ¿Elaine? — la chica quiso sonreír pero una cachetada le dio vuelta la cara. Sam se puso la mano en la mejilla intentando calmar el dolor agudo. — ¿Qué te sucede?
— Arruinaste mi vida y aún tienes la cara de decir: ¿Qué te sucede? Le contaste a todo el mundo Samantha. — la joven se detuvo un segundo a observar a quien, durante tantos años había sido su amiga… no quedaba nada de esa persona, no pudo reconocerla detrás de esa mirada de odio.
— Yo no hice nada. — gritó nerviosa y quiso acercarse a abrazarla pero Elaine se alejó.
— Chicas tal vez deberían bajar la voz. — dijo Calvin y en ese momento Sam se dió cuenta de que algunas puertas estaban abiertas, miradas de curiosos se agolpaban en el pasillo.
Al mirar a su propia habitación se encontró con Jess, parada en la puerta.
— Ela te juro que no. No dije nada. Me pediste que no lo hiciera. Ven. Hablemos. — ambas chicas tenían los ojos rojos, una por el odio y la otra por la angustia.
Por suerte Elaine la escuchó y entró junto con Sam a la habitación.
— ¿Entonces cómo se enteraron? — cruzó los brazos molesta. — Eras la única que lo sabía. Confié en ti. Te dije que lo amaba… — los ojos de Elaine se llenaron de lágrimas.
— Fue la señora Velenntine ella le dijo a tus padres. No yo... lo juro, me lo dijo mi mamá.
— Arruinaron mi vida.
A Sam le dolía escucharla tan devastada. Había intentado miles de veces comunicarse con ella, pero no lo logró, era como si hubiera desaparecido.
— Quise hablar contigo pero no sabía dónde encontrarte. — le dijo con la voz de una niña. — Nadie me daba una respuesta.
— Me enviaron a la casa de mi tía abuela, en Alemania. Esa vieja horrible cree que soy una prostituta y me trató como si lo fuera durante todo un año. Mientras tú seguías con tu vida, como si nada. — miró fugazmente hacia atrás de Sam, supuso que allí estaban Jess y… Calvin.
Sam cerró un momento los ojos. No era la forma en la que quería que él se enterará de eso de su pasado.
— Yo nunca quise que nada de esto te sucediera. Te lo dije. Te dije que Edward era peligroso. — la chica le había advertido a su amiga que ese profesor sólo las quería utilizar, pero Elaine no había escuchado.
— Él me amaba. Me amaba y si no hubieras hablado se hubiera quedado y ahora estaríamos juntos. Lejos de todos ustedes.
Sam se quedó con la boca abierta un momento.
— ¿De verdad creíste que Edward se casaría contigo? — Elaine siempre le había dicho que era inocente, pero al final era ella a la que más había engañado ese tipo. — Él no te quería Ela. No me quería a mí, a nadie. Sólo éramos diversión para él.
— Estás celosa. — la chica estaba llorando, como una niña, pero aún así, parecía que podía en cualquier momento, saltar sobre Sam para golpearla. — Celosa porque yo logré lo que tú no, yo tengo algo de él...
La chica negó con la cabeza, confundida.
— ¿Te embarazaste a propósito? ¿Para conseguir la atención de ese hombre? — era imposible, Elaine era inteligente, segura, no era capaz de hacer semejante estupidez.
— Ed quería un hijo yo quería conmigo, pero todos ustedes lo alejaron de mí y ahora no sé dónde está.
— Si te quisiera te hubiera buscado. — Sam intentó hablar bajo, razonar con la chica. — Si le importara su hijo lo debería haber buscado, por más poder que tengan tus padres no pueden obligarlo a abandonar a su hijo, lo hizo porque así lo quiso.
Elaine estaba contendiendo las lágrimas.
— Tú no entiendes. Mis padres me odian, no me hablan; mis hermanas me ignoran y me dijeron que no volviera a acercarme a ellas. Ninguno siquiera conoce a mi bebé. — la voz de la chica se quebró y se abrazó a sí misma. — Estoy sola.
Sam se acercó y la abrazó.
— Yo quiero conocerlo. — le dijo en un susurro. — ¿Dónde está?
Elaine también la abrazó y pareció calmarse un poco.
— Se llama Grace, es una niña hermosa, adorable. — dijo con la voz un poco ronca.
— ¿Es una niña? — Sam soltó una risita. — Debe ser hermosa. ¿Puedo conocerla? — Elaine se separó un poco y asintió.
— Está con su niñera. Mis padres me envían dinero, me fui de Alemania, no quería seguir bajo el mismo techo con esa vieja.
— Mañana podría ir a conocerla. ¿Quieres?
— ¿Me juras que tú no dijiste nada? Todos me dijeron que si lo hiciste.