Sam despertó en su cama, sin comprender demasiado lo que sucedía, estaba sola, pero al comenzar a moverse la puerta de su habitación se abrió y apareció su madre.
— Al fin... — le dijo cruzando los brazos. — Tuvimos que salir a desmentir todas esas calumnias y además a dar explicaciones sobre el motivo por el cual tú no estabas ahí, apoyando a tu padre.
— ¿Por qué me odias? — preguntó Sam un poco molesta. Su madre no respondió. — ¿Por qué me odias? — repitió casi gritando. — Desde que tengo memoria todo lo que he hecho es molestarte. Nunca he sido suficiente. ¿Qué te hice? — los ojos de la chica se pusieron rojos y se llenaron de lágrimas. A pesar de ser un ser humano horrible, era su madre...
— Porque eres una vergüenza. — escupió con asco. — Nunca encajaste ni encajaras en nuestro mundo. — se acercó a Sam y tomó con más fuerza sus muñecas, la chica ya estaba demasiado débil, por lo que ese acto hizo que no pudiera moverse. Elizabeth se acercó al rostro de su hija hasta tenerlo a pocos centímetros. — Nunca te quise y nunca te querré, tu padre fue el que me rogó que no te quitara de mi sistema…
Acto seguido caminó hacia atrás, dejando a la chica completamente desolada. Sam se recostó en la cama, abrazó su almohada y lloró, lloró tanto que sintió que todo su cuerpo le dolía, la garganta le quemaba, la voz estaba quebrada y afónica; sus ojos ardía... siempre supo que su madre no la quería, pero, en el fondo de su ser, albergaba la esperanza de que esa mujer, en algún momento, aprendiera a tenerle algo de cariño.
Su teléfono no había dejado de sonar en todo ese tiempo, no lo había atendido, no tenía fuerzas para hacerlo; ya entrada la noche, decidió hacerlo.
Tenía mensajes de Jess, Sophie, incluso de Lucian, también muchas, demasiadas llamadas perdidas de Calvin. Había otros números, que ella no reconocía, supuso que era gente que quería saber por qué no estaba en esa rueda de prensa.
Contestó unos mensajes para sus amigos, diciendo que agradecía la preparación pero que hablarían más tarde, a quien sí llamó fue a Calvin. El teléfono sólo sonó una vez y él contestó.
— Samantha. ¿Estás bien? Te llamé mil veces. — su voz sonaba preocupado.
— Sácame de aquí por favor. — rogó con lágrimas en los ojos. — No quiero estar aquí.
— ¿Viste el informe? — preguntó en el mismo tono de preocupación.
— Me desmayé antes, pero vi el avance. — a la chica se le cortó la voz. — De todas formas sé que cualquier cosa que hayan dicho es cierta. Yo sabía que había algo raro… cuando le pregunté a mi papá… yo sabía. — la chica volvió a llorar.
— Sam. Tranquila. — sólo con su voz Sam sintió que Calvin estaba ahí, abrazándola. — Ya estoy saliendo, en media hora estoy en tu casa.
— Gracias. — logró articular.
Como pudo, la chica se levantó y arrastró hasta la sala. No quería compartir ni un minuto con su familia, pero sabía que debía hacerlo. Sólo le alegraba la idea de que Calvin estaba en camino, que pronto estaría en su casa y que se iría con él, lejos.
— Samantha… — la chica escuchó la voz de su padre. — ¿Estás mejor? — la chica asintió.
— ¿John y Nila? — preguntó sentándose en el sofá. Su padre estaba a su lado, leyendo un periodico.
— Se fueron, ella tenía un evento. — comentó sin mirarla. La chica espió un poco la fecha del periodico y quedó con la boca abierta; su padre notó la reacción. — El médico dijo que habías tenido una crisis de nervios y que lo mejor era que te diéramos un calmante. Estás durmiendo hace dos días.
La cabeza de Sam comenzó a dar vueltas, eso era demasiado tiempo. Por un momento se sintió mal y luego comprendió que, tal vez a su familia le convenía que ella estuviera en ese estado, así no haría nada que los pusiera en ridículo, además.... todos serían más víctimas si alguien de los Blake quedaba de más afectada por la situación.
— ¿Me durmieron a propósito? — dijo la chica levantándose rápidamente del sofá.
Su padre la miró sorprendido.
— ¿Crees que dejé que alguien te dopara para…. que?
— Para quedar como el bueno y pobre de la película. — comenzó a respirar con dificultad. — Porque eres un mentiroso. Porque todo lo que dice ese periodista seguro es verdad. ¡Tu hiciste que ese tipo se matara! — gritó y en ese momento su padre se levantó, Sam se volvió pequeña, sabiendo que la iba a abofetear.
— Señor. En la puerta hay un joven. dice que viene a buscar a la señorita Blake, pero que no va a ingresar.
— ¿Quién te vino a buscar Samantha?
— Mi novio. — respondió la chica saboreando como la frase salía de su boca. En ese momento su madre entró a la habitación y la fulminó con la mirada. — Dile que entre, que no me dejan salir sin verlo.
Sabía que estaba siendo egoísta, pero necesitaba que sus padres vieran a Calvin. todo la actitud e imagen que él daba a primera vista, era lo que necesitaba para demostrartle a sus padres que no podían controlar toda su vida.
El auto, medio destartalado de Calvin apareció en la entrada y del mismo salió él.... con sus rastas despeinadas, con una remera negra y unos jeans. Su cara de mal humor era visible y hermosa.
— ¿Esa cosa es tu novio? — preguntó su madre con horror. — Samantha te prohibo que vuelvas a ver a ese vago.
La chica comenzó a acercarse a Calvin y al estar a unos centímetros saltó sobre él para besarlo; lo hizo con demasiada pasión, la movía el odio y la necesidad de hacer molestar a sus padres, no la alegría de verlo a él.
— Ayúdame a que exploten de horror. — susurró en su oído y Cal soltó una risa por lo bajo.
— Buenos días suegros. Sam y yo estaríamos felices de quedarnos, pero la verdad es que no tenemos tiempo. — gritó.
Su padre que hasta el momento había permanecido pálido, se comenzó a acercar.
— Samantha. Alejate de ese tipo o haré que lo saque la seguridad. — gritó nervioso. — ¿No ves que este vago lo único que quiere es acostarse contigo? Luego de eso te dejará tirada. Mira la facha que tiene.