— Vamos. Vamos. Vamos. Estamos llegando tarde. — dijo Sam saltando y tomando la mano de Winston. El joven soltó una carcajada demasiado sonora, tiró de la mano de la chica y la abrazó por la cintura.
— Tarde o temprano, no importa si estoy contigo Sam. — susurró en su oído y ella se mordió el labio.
— Estamos festejando que por fin me dieron el alta Wins, vamos.
Samantha había pasado semanas de recuperación y una nueva operación para extirpar el clavo que le habían puesto luego del accidente. De esa horrible noche, habían pasado 3 meses.
De ese tiempo hacía casi un mes y medio que no veía a Calvin, la última información que tenía de él, según Lucian, el único de su grupo de amigos que aún hablaba con él, con cierta regularidad; era que había pedido ser transferido a Francia, que estaba allí terminando la carrera y comenzando su tesis.
Sam de verdad se alegraba por el hecho de que estuviera lejos. Las semanas que había tenido que asistir a clase sabiendo que podia cruzarselo, le resultaron una tortura, llegaba a su habitación llorando cada vez que sus ojos se cruzaban; él había intentado algunas veces acercarse, pero Sam siempre conseguía huir. No podía mentir, ni a sí misma ni a Winston; seguía amando a Calvin, a pesar de todo y eso la hacía sentirse horrible, porque, a pesar que era cada vez más cercana a Winston, nunca podía llegar a sentir lo mismo.
Entraron al teatro y se sentaron en sus asientos; el chico tomó su mano cuando las luces se apagaron y Sam lo dejó hacerlo; le sonrió de costado y en ese momento recordó lo que Jess le había dicho.
— Por más que intentes no es el hippie y... está bien que no lo sea. Debes aprender a olvidarlo y a seguir con tu vida.
La chica suspiró e intentó concentrarse en la obra.
***
Al final de la noche el chico la llevo hasta su departamento; teniendo en cuenta todo lo que había sucedido, Sam creyó que la mejor idea sería dejar las habitaciones de la universidad e instalarse en ese estúpido piso del que su familia era propietaria. Por supuesto, Jess se mudó con ella, aunque al principio se había negado, terminó accediendo.
— ¿Sabes? ... Jess no está, se fue a dormir a la casa de Tim. — comentó Sam, rodeando el cuello del chico.
— No lo sé... — sonrió de costado y la empujó un poco más contra la pared.
— Yo sí sé... — se acercó y lo besó. Sabía el poder que tenía sobre él y no podía negar que le gustaba. — deberías entrar
Winston entró detrás de ella, la giró haciendo que la chica soltara una carcajada. Comenzó a darle besos en el cuello, ella, se mordió el labio intentando controlarse y, aunque quería que las cosas avanzarán, algo no la dejaba. Se alejó apoyando las manos en los hombros del chico, poniendo distancia.
— No... no puedo, lo siento. — se alejó otro paso y bajó la mirada. — Lo siento.
— Sam, tranquila. — Winston se sentó en el sofá como si nada hubiera sucedido.
— No sé qué me pasa. — comentó frustrada y cruzándose de brazos.
— No te puedes olvidar de él, eso te sucede Samantha. Mira… — tomó mucho aire y comenzó a hablar. — Aunque no quieras admitirlo lo amas. Aún lo haces y sientes que lo estás engañando. — a Sam se le llenaron los ojos de lágrimas; Winston tenía razón, la conocía demasiado bien. — Y creo que nosotros deberíamos dejar de intentar ser algo que no debemos ser y concentrarnos en lo que sí podemos... amigos.
— Lo siento mucho. — dijo la chica con la voz pendiendo de un hilo.
— No tienes que disculparte. — el chico se acercó a ella y la abrazó.
En ese momento sonó el timbre.
Sam abrió la puerta y se encontró con la madre de Calvin.
— Necesitaba verte cariño. — dijo la mujer, ambas sonrieron de costado.
— Las dejo para que puedan hablar. — les dijo Winston.
Sam asintió y luego le hizo un gesto para que Charlize pasara.
— ¿Qué sucede? — preguntó la chica casi sin respirar, estaba nerviosa, asustada.
— Necesito hablarte de Calvin. — Sam rodó los ojos. — No vine aquí a pedirte que lo perdones o a contarte esto para que le tengas lastima, pero, estoy segura de que Calvin no te ha contado todo y... tienes derecho a saberlo. — Sam miró a la mujer y le hizo un gesto para que se sentara. — ¿No te contó que pasó el día que su padre murió? — la chica negó y los ojos de la mujer se volvieron vidriosos. — He estado pensando en venir a verte hace meses, ya no lo podía soportar.
— Está bien. — respondió automáticamente.
— Pierre, luego de que todo se destruyera, su carrera, el laboratorio... comenzó a tener depresión. Estaba mal... muy mal.
Sam le sirvió un poco de agua y la mujer la bebió con dificultad.
— ¿Mejor? — preguntó la chica sintiéndose un poco incómoda. La madre de Calvin asintió
— Yo... no dejaba a los niños solos con él. No porque sintiera que no los cuidaría... Pierre, a pesar de todo, jamás dejó de cuidarlos y preocuparse por ellos, pero sus estados de ánimo eran tan variables que no quería que ellos estuvieran solos con él. — suspiró. — Una mañana me llamaron por teléfono y me dijeron que Bernard se había caído y quebrado en el colegio. Amelie estaba en la escuela pero Calvin no, ese día estaba con fiebre, tenía gripe... no podía llevarlo al hospital conmigo, sería un caos. Le dije a Pierre. Con el tiempo entendí que él no me estaba escuchando si lo hubiera hecho, estoy segura que jamás hubiera hecho lo que hizo. — Sam sentía una presión en el pecho, ver a esa mujer en ese estado de angustia la destruía. — Pierre se tomó todas sus pastillas, se durmió... — se encogió de hombros. — una muerte calma, podría decir, no sufrió. El problema es que Calvin estaba ahí. — la mujer soltó un sollozo y los de los ojos de Sam cayeron lágrimas. — Cal me ha logrado contar qué sucedió, con el tiempo, a través de psicólogos y ayuda de distintos profesionales. Se despertó, fue a la habitación, y se encontró con su padre, dormido. Tomó una manta, lo tapó y se quedó ahí, con él. Cuando llegué en la tarde con Amelie y Bernard...