Habían pasado casi dos semanas desde el cumpleaños de Sam y se esforzaba demasiado en dejar el recuerdo de lo que había sucedido atrás…
Había guardado el regalo de Calvin en un cajón e intentado olvidar que existía.
Por alguna razón retorcida de su mente, aún, después de todo ese tiempo, podía sentir la sensación de sus labios sobre los suyos, como un fantasma.
El hecho de estar demasiado ocupada entre la universidad y el hospital, la hacía a veces, incluso, olvidarse de todo, pero cuando estaba sola, en silencio, los recuerdos regresaban a ella.
En el trabajo las cosas seguían igual, no la dejaban acercarse demasiado a los enfermos, pero al menos había llegado a comprender el motivo y además, aún así aprendía, viendo o escuchando lo que sucedía. Ahora estaba detrás del escrito de recepción de emergencias, junto con una experimentada enfermera, llamada Vivían; una mujer de cabello rojizo, huesuda, pero con una fuerte actitud y presencia.
— Necesito un médico, mi pequeñita está mal, no sé que tiene. — Sam reconoció de inmediato la voz, era Elaine. Se giró para verla y se encontró no sólo con la chica, la cual llevaba a su hija Grace en brazos, sino también a los señores Flinge. Intentó ocultarse pero ya era demasiado tarde. — Samantha ¿Eres tú? — gritó para que todos la escucharan. — ¿Estás trabajando aquí?
La chica bajó la mirada, estaba segura de que no se había aparecido en ese lugar de casualidad, Elaine, de alguna forma logró averiguar lo del hospital y ahora, al igual que con sus vacaciones con sus amigos, estaba intentando exponerla.
— ¿Samantha Blake? — dijo con sorpresa la señora Flinge mientras la miraba. — ¿Qué haces aquí?
Vivian que estaba allí, escuchando y observando la situación, de seguro noto como Sam se ponía pálida, por lo que actúo rápidamente, sacando el foco de atención en la chica y concentrándola en Grace, que, supuestamente era el motivo por el cual estaban allí.
La enfermera rápidamente preguntó por los datos de la niña, los síntomas y realizó todas las preguntas de rutina; luego los hizo tomar asiento para que esperaran ser llamados por alguno de los médicos.
— ¿Estás bien Blake? — le preguntó Vivian, apoyando su mano en el hombro de la chica. Sam asintió, no podía hablar, Elaine la miraba de reojo, sonriendo, estaba disfrutando de aquella situación, era casi como si hubiera enfermado a la pequeña a propósito solo para que tuvieran que ir al hospital, a ese hospital.
— Mi familia no sabe que estoy trabajando aquí y ellos… se lo dirán. — comentó en un tono muy bajo, estaba aterrada.
— Tranquila, de seguro se pondrán felices, es decir, estás aquí, ayudando a salvar vidas. Van a estar orgullosos.
— No conoces a mis padres. — murmuró en respuesta.
Durante la siguiente media hora, el tiempo que tardaron en llamar a Grace para que sea revisada, los padres de Elaine no dejaron de mirar a Sam y murmurar. De seguro era como Navidad para ellos, tendrían algo que comentar acerca de ella... algo que haría que el regreso de su hija no fuera el centro de atención. Se habían sacado la lotería y Elaine les había regalado el boleto.
A la sala de urgencias entró sólo su ex mejor amiga y la niña, Sam debía ingresar un momento después, para dejarle a la doctora la información sobre los síntomas. Al hacerlo no dijo nada, pero cuando notó que estaban solas comenzó a hablar.
— ¿Cuánto tiempo tardaste en convencer a tus padres para que vinieran a este hospital? — comentó por lo bajo, haciendo que arreglaba algunos papeles. — Tienes por lo menos dos hospitales antes que este si vienen desde la casa de ellos.
— ¿Tía Sam? — escuchó que dijo la niña. Sam le sonrió.
— Pronto vendrán a revisarte Gracie. — le dijo y fulminó con la mirada a la madre de la niña, la cual hasta el momento se había quedado callada. — Dime... ¿Esto es lo que querías? ¿Que tus padres me vieran y se sintiera mejor porque no eres la única que resultó ser un fiasco?
— Te odio. — la voz de Elaine sonó fría y perturbadora. Dejó a la niña recostada y se acercó a Sam. — Te odio porque si hubieras sido tú la que hubieras resultado embarazada Edward hubiera hecho cualquier cosa, él si te quería a ti... — los ojos de Elaine se volvieron rojos. — A él ni siquiera le importa Grace, mis padres iniciaron un juicio y no quiere presentarse...
— Deja de culparme a mí por tus errores. — respondió entre dientes. — No tengo la culpa de que te creyeras los cuentos de Edward y tampoco tengo la culpa de cómo está resultando tu vida. Déjame en paz y yo te dejaré a ti. Nada nos ata. — Elaine se veía desconcertada, de seguro creía que Sam reaccionaria diferente, pero, la realidad era que, después de lo de Calvin, nadie podía lastimarla. — ¿Sabes? Aunque tus padres corran a decirle a los míos sobre esto, no van a detenerme, no me importa lo que opinen, así que intentalo, intenta lastimarme, no lo lograrás.
***
Al llegar a su casa esperaba recibir miles de llamadas de sus padres pero no había ni uno. De seguro los padres de Elaine tenían planeado el momento perfecto para soltar la bomba. Samantha Blake Arquette, no sólo estaba estudiando otra cosa que la que querían sus padres y yendo en contra de sus deseos, sino que trabajaba en un hospital de recepcionista; ya se imaginaba los rumores, los murmullos, los gritos de su madre… todas, cosas que, a Sam, en ese momento le importaban un comino.
Entró a su habitación, se puso el pijama, se recostó y tomó el estuche que contenía el regalo de Calvin, el anillo. Se había debatido todo ese tiempo en el hecho de si debía usarlo o no, por un lado le encantaba, pero por otro, hacía recordar lo tonta que había sido al confiar en ese chico…
— Voy a usarlo. — se dijo a sí misma.
Su mente le decía que el usarlo todos los días le haría recordar que durante toda su vida había sido demasiado buena, tenía que empezar a pensar en ella, ser un poco más egoísta.