En el abismo

34. Reencuentro

3 año después 

Aceptaron nuestra petición. — le dijo el abogado por teléfono; Sam soltó un gritó de euforia tan alto que todos en el hospital la miraron. Estaba haciendo sus residencias, cada día un poco más cerca de graduarse.

— Gracias August. Eres el mejor. — le respondió con júbilo. 

Tienen algunas exigencias. — la chica bufó, sabía que no iba a ser tan fácil.

Estaba intentando recuperar el control de los Laboratorios Blake desde hacía tres años.

— ¿Qué es lo que quieren?

Deberás presentar durante un año tus balances. Tendrás que consultar todo a la Junta que ellos pusieron por dos y… tienes un mes para encontrar un socio idóneo en el tema.

— ¿Un mes? — volvió a gritar y una anciana le hizo un gesto de que guardara silencio. — ¿Cómo encontraré a alguien que se quiera meter en este lío en tan poco tiempo? — la chica quedó un segundo en estado de shock y luego volvió a hablar. — Tengo a la persona perfecta. — sonrió de costado y cortó.

 ***

El viaje había sido agotador pero estaba segura de que valdría la pena. Tenía mucha expectativa, de hecho al llegar e instalarse en su hotel, fue directo a la peluquería, necesitaba un corte y lucir increíble, se maquilló, vistió con ese vestido que sabía que le quedaba bien y tomó un taxi.

El haber aprendido el idioma en sus años de universidad le ayudaron a ubicar el lugar que deseaba. La sede del centro de investigaciones de París.

Caminó por los pasillos preguntando por él, hasta que un joven, el organizador del evento le indicó dónde estaba. Era simple para Sam, teniendo en cuenta su apellido y que ya era la nueva dueña de un laboratorio famoso, no era para nada difícil entrar a esos eventos.

Se dirigió hasta la sala en la que él estaba dando la charla, las luces estaban apagadas y solo un enorme foco lo iluminaba, por lo que no la vio entrar. Escuchó atentamente cada una de sus palabras y espero a que el discurso terminara; luego de eso, se escabulló a la parte de atrás y ahí estaba, a sólo unos metros de ella, de espaldas...

— ¿Calvin Rousseou? — dijo en tono solemne, pero, la forma en la que él se dio vuelta le dio a entender que la había reconocido.

— ¿Sam? — dijo al verla. A la mujer le temblaron las piernas al verlo, con el cabello castaño peinado, sus ojos verdes que brillaban, conservaba el aro en la nariz y eso la hizo sonreír de costado. Calvin se acercó a ella y sin más la abrazó. — ¿Qué haces aquí? 

— Vine a escuchar tu interesante charla sobre la necesidad de donar vacunas para las comunidades más vulnerables. — le respondió encogiéndose de hombros. 

— No puedo creer que estés aquí. — comentó sonriendo de costado.

— Cal... — bajó la vista y se aclaró la garganta. — Soy la nueva dueña de Laboratorios Blake. — dijo murmurando. — Me dieron el poder.

— Te felicito. — no parecía de verdad emocionado por la noticia, pero ella lo entendía.

— Te necesito. — le dijo sin anestesia, él la miró confundido. — Necesito alguien que sea capaz de ayudarme.

— ¿Estás loca? — preguntó confundido, se acercó a ella y colocó su mano en la frente de Sam. — ¿Tienes fiebre? — rió por lo bajo y ella rodó los ojos.

— Lo digo en serio Calvin. De todas las personas que conozco eres el único apto para esto. — él se alejó, como asustado.

— No creo que sea una buena idea.

— Yo creo que sí. — se acercó a él y apoyó sus manos en sus hombros. — No te estoy ofreciendo que seas un asesor o un empleado, quiero que seas mi socio, te daré la mitad de mis acciones, como mereces, como mi padre debió hacer con el tuyo.

— ¿Después de lo que te hice? ¿Aún confías en mí?

— Eres el único en el que confío para esto. — le confesó. — Este era el sueño de tu padre y por eso sé que vas a hacer las cosas con honestidad y responsabilidad. ¿Necesitas pensarlo? Perfecto. Hazlo. Pero en menos de un mes tengo que presentar los papeles, si no el laboratorio vuelve a escurrirse de entre mis dedos.

Sam se giró, tenía que dejarlo meditar la situación, no quería presionarlo.

— Espera. Jamás creí que volvería a verte. — bajo la mirada avergonzado. — No tuve nunca la posibilidad ni el valor de buscarte y pedirte realmente perdón por lo que hice. Tuve miles de oportunidades para contarte quién era y las dejé pasar. El miedo que tenía de perderte me hizo arruinarlo todo. — hablaba y su voz se notaba claramente angustiada. Sam se acercó y apoyó una mano sobre su mejilla.

— Yo te odie. Mucho. Por mucho tiempo. Te odie tanto que incluso pensé en romper tu auto, contratar asesinos... — ambos soltaron una risa nerviosa, sin mirarse. — Pero eso quedó en el pasado, hace mucho tiempo. ¿Me duele? Si, en realidad, me dolió. Pero ya es parte del pasado. 

— Te juro que de verdad te amaba Sam. Lo hacía. — la miró a los ojos y ella no pudo hacer otra cosa más que morderse el labio.

— Tal vez no era nuestro momento. Tal vez lo perdimos para siempre, pero ahora, en lo único que quiero concentrarme es en sacar a flote a este laboratorio. ¿Me ayudarías a hacerlo?

— Me encantaría.

— Laboratorios Rousseou Blake. ¿Qué te parece? — dijo y Calvin apretó su mano. 

— Blake me gusta más... — ella sonrió y se alejó un poco, incluso le estaba costando respirar, hacía mucho tiempo que ambos se debían está charla. — ¿Qué dice tu novio sobre esto?

— ¿Novio? — chasqueó la lengua. — Lo mío con Ian no funcionó; hace meses que rompimos. — ¿Tu? 

Calvin rió por lo bajo y se metió las manos en los bolsillos.

— No he tenido una verdadera relación desde…

— ¿Tanto te marqué Calvin Rousseou? — por algún motivo a Sam eso le gustaba, al igual que le encantaba poder decir su apellido.

— No creo que te imagines cuanto.
 




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