En Tus Brazos

CAPÍTULO 7

E l í a s

 

 

No creo haber sentido tanta desesperación como cuando Elizabeth dio a luz. Si lloraba, yo también, y si gritaba, yo gritaba. Podría jurar que incluso podía sentir su dolor y aquello me hizo sentir impotente porque no sabía qué hacer para ayudarla.

Solo tomé su mano corriendo el riesgo de que ella rompiera alguno de mis dedos.

Todo mi miedo, desesperación y frustración me llevaron a la conclusión de que esas clases para padres primerizos eran una mierda. ¡Una completa estafa!

Te hacían sentir que todo estaría bien y que sabríamos qué hacer cuando llegara el momento, pero lo cierto es que cuando escuché los gritos y el llanto de Elizabeth, mi cabeza se volvió un completo caos.

De igual forma, después de todo el susto, la desesperación, los gritos y las lágrimas, llegó a mis brazos el ser más maravilloso que mis ojos pudieran apreciar. Nadie podía sacarme de la cabeza que Elían era el bebé más hermoso de este planeta.

Sus pequeños eructos, la forma tan tierna en cómo succionaba su manita y ni hablar de esa costumbre que tenía de querer acurrucarse en mi pecho como si quisiera entrar dentro de mí. Todo en él era insuperable.

¡Estaba completamente enganchado a ese pequeño gusanito!

―Dios, de verdad que estás obsesionado con los biberones del bebé. Tan obsesionado, que voy a terminar creyendo que en realidad eres el padre de Elían.

Anteriormente, no entendía por qué Paris detestaba tanto a Roger, si me parecía tan buen chico. Entonces, con el paso del tiempo fui comprendiendo a mi mejor amiga y es que, Roger era un impertinente de mierda hasta el punto de querer echarlo de mi apartamento y no volver a tener que ver su cara ni tratar con su boca imprudente.

Mi mala cara debió parecer un chiste porque no paraba de reír, en cambio, a mí no me causaba gracia que hiciera ese tipo de comentarios teniendo a mis tíos y mi prima Nora en el apartamento.

—¿Quieres cerrar el pico? No sé qué mierda podría pasar si mis tíos llegaran a escucharte.

—Quita esa cara de chico malo, que más miedo produce tu prima, ¿Qué está mal con ella? Dios, llévenla a terapia.

Nora no había dejado de joder mi la existencia desde que llegó y se enteró oficialmente de mi relación con Elizabeth. Me abofeteó, jalo de mi cabello y si no hubiera estado prevenido, su pie hubiera llegado a mis pelotas. Todo quedó regularmente solucionado cuando conoció al pequeño gusano, y así quedó confirmado el gran poder que tenía ese bebé a solo unos meses de haber nacido.

Roger no me decía nada nuevo acerca de Nora, así que simplemente seguí lavando por tercera vez los biberones para luego pasar a esterilizarlos. El seguía burlándose de mí, pero yo no estaba obsesionado con los biberones de Elían, solo me preocupaba su salud.

—Aunque no pares de burlarte de mí, sé que algo te pasa —abrí el refrigerador y le arrojé una cerveza y también tomé una para mí—. ¿Qué pasa contigo?

—Conmigo no pasa nada.

Cuando estuvimos sentados en el sofá de mi sala, observé su cara bronceada que me indicaba que estuvo de vago surfeando con sus amigos, pero también había un deje de preocupación, aunque él insistirá en sonreír y demostrar que nada le ocurría.

―¿Crees que es normal que estés aquí sin Dani?

El atragantarse con su cerveza solo logró exhibirse a sí mismo y confirmar que yo estaba en lo cierto. Cualquiera que fuese su preocupación tenía que ver con Dani.

—Somos amigos, no gemelos, para estar siempre juntos.

—Suéltalo ya, niño. Desahogarse es lo mejor.

—Me gusta alguien —contó de repente.

―Ooh —aplaudí emocionado por el pequeño retoño—. No te había conocido una novia, pero me alegra saber que tienes una niña que te guste.

No sé cómo es que mi amistad con este adolescente hormonal pudo fluir tan bien, cuando solo tenía 17 años, pero ahí estábamos, él contándome sus problemas y yo sintiéndome como un padre despreocupado.

—Esa cara de adolescente depresivo me certifica que la niña pateó tu culo.

—No precisamente…. —de repente se mostró avergonzado mientras bebía su cerveza—. Tiene novio.

—Estás jodido, niño. ¿Está buena? —Había llegado mi turno para burlarme de él—. ¿Vale la pena quitársela al otro chico? Si está lo suficientemente buena, yo te aconsejaría quitársela.

—¿Puedes dejar de hablar de esa forma? Es Dani de quien hablo.

La cerveza se quedó atascada en mi garganta, tan pronto me soltó aquella bomba.

—¡¿Me estás jodiendo?!

Por su silencio era más que obvio que estaba hablando en serio.

De verdad que estaba jodido y no solo por gustarle su mejor amiga, sino que esa amiga tenía como hermana a nada más y nada menos que a Paris Kellman. Este chico está en graves problemas, porque como esto se hiciera público, Paris acabaría con él y toda su ascendencia.

¡Estar enamorado de Dani significaba suicidio!

—Que te guste Dani es una locura―Le dije, después de haber procesado lo que me dijo―. ¡Son amigos!



#889 en Novela romántica
#321 en Chick lit

En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 11.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.