En Tus Brazos

CAPÍTULO 20

B e t h

 

 

Recordaba perfectamente cómo después de salir de clases me apresuré en ir al apartamento de Watch para hablar con él, del cómo prácticamente parecía su acosadora, ya que insistía una y otra vez en perseguirlo sin importar cuantas veces él huyera de mí o desviara mis constantes llamadas. Ahora era el turno de él para estar en mi lugar, y no es que estuviera disfrutando, pero al menos tenía la satisfacción verlo experimentar por lo que yo pasé.

Me había estado siguiendo cada día después de clases e hice lo que pude en tratar de evitarlo, no por venganza, se lo prometí a Elías. Sin embargo, la situación con el paso de los días se volvió más complicada y con el temperamento que tenía Watch, sería cuestión de tiempo para que estallara y me acorralara en algún momento.

—Ese tipo de nuevo está aquí —Cailyn se colocó frente a mí, de forma protectora—. ¿Tendremos que buscar a Joshua?

La última vez que Watch estuvo aquí se armó un total desastre que de solo recordarlo me entraba una crisis emocional extrema y es que, Cailyn y Abby eran perfectas para armar alborotos y más si estaba Joshua, quien les seguía la corriente.

Retuve a Abby por su morral antes de que fuera en busca de Joshua.

—Por favor, ya no más pelea —supliqué—. Iré a hablar con él.

—Entonces si lo conoces —Abby se cruzó de brazos—. ¿Dónde encuentras chicos tan guapos?

—Es mi exnovio.

—¡Oh por dios! —Exclamó Cailyn emocionada—. Esto parece sacado de una telenovela. Tienes un esposo celoso, un pretendiente y tu ex vuelve, ¿Qué debo hacer en esta vida para en la próxima tener tu suerte?

¿Suerte?

De verdad estas chicas tenían un problema.

Luego de tranquilizar a las chicas, con rapidez me acerqué a Watch y mientras más me acercaba, más me imaginaba siendo asesinada por Elías, porque sin importar qué excusa vaya a poner, él no me perdonaría haber accedido a hablar con Watch.

—Todavía estás yendo a la escuela.

Detalló con cuidado mi uniforme y no pude evitar bufar por sus palabras, porque si siempre supo que había tenido al bebé, tuvo que haberse imaginado lo difícil que iba a ser para mí poder terminar la escuela. Su falta de empatía y conciencia me dieron ganas de abofetearme a mí misma por ser tan estúpida y haberme enamorado de alguien que no valía la pena.

—¿Qué quieres Watch? —pregunté, yendo al grano para no tener que verlo nunca más—. No tengo tiempo que perder contigo.

—Sabes lo que quiero.

—Y ya tú sabes la respuesta que te daré —Ajuste mi morral en mi hombro, dispuesta a irme—. Creo que no hay nada más que hablar.

—Sube al auto —Demandó, con voz gélida y firme—. Ahora.

—No quiero.

—Beth… no compliques más las cosas, ¿Sí? Si no quieres que esto vaya a mayores, será mejor que subas al maldito auto ahora mismo.

Los genes y la sangre eran bastante fuerte, pero juré por mi vida que lucharé contra lo que sea para que mi hijo no se parezca en nada a Watch, aunque sus ojos y cabello fueran exactamente iguales a los de él.

Ni siquiera puedo verlo fijamente sin que mi hijo viniera a mi mente y me dolía saber que ese niño tan puro tuviera a ese canalla como padre. De las peores cosas podían salir cosas buenas, en este caso es bueno saber que de Watch pudo salir algo tan lindo como lo es Elían.

—¿No piensas decir nada?

Preguntó luego de un rato de haber llegado al pequeño café donde me llevó.

—Me has traído aquí obligada, así que no tengo nada que decir.

Mordió el interior de su mejilla, al parecer bastante harto de mi actitud, y es que no entiendo como pretendía que actuara de otra manera después de todo por lo que hemos pasado.

Lo cierto es que al perecer Watch era del tipo de persona que olvida con rapidez todo el daño que le hacía a los demás.

—Debo aceptar que me sorprendió bastante cuando me enteré de tu matrimonio con ese.

—¿Siquiera sabes algo importante de Elían?

—Con tantos hombres en California, ¿Por qué el gay?

—Bueno, ese gay, tan despectivamente como lo llamas, tuvo más pantalones que el verdadero padre de mi hijo, tanto que fue él quien me ofreció ayuda, mientras que mi novio huía para no hacerse responsable.

—Y ese nombre… —expresó con total desagrado—. ¿No se te ocurrió uno mejor?

—No sé, quizás hubiera tenido un nombre diferente si hubieses optado por hacerte responsable en aquel entonces.

—¿Qué pasa si el niño termina siendo igual que él?

Había sido suficiente.

El tiempo no había hecho ningún cambio en él, seguía siendo el mismo idiota. No parecía importarle nada de lo que yo decía, porque tal parecía que único propósito era sentarse frente a mí para hablar y opinar en cosas de las cuales no tiene derecho alguno.

Me levanté dispuesta a irme, porque mi sangre hervía de la rabia cada vez que escuchaba las estupideces que salían de su boca y la verdad es que no quería seguir viéndolo y mucho menos pelear con él.



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En el texto hay: romance, amor, embarazo

Editado: 11.04.2024

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