B e t h
Terminé de peinar mi cabello con la vista fija en el espejo, mientras trataba de practicar alguna sonrisa que no se viera del todo falsa para cuando me tocara ver a Watch. La mejor forma de llevar la situación con Watch era de una forma pacífica, teníamos que evitar una pelea si queríamos el bienestar de Elían.
A través del espejo observé a Elías que se encontraba viéndome desde nuestra cama. Parecía estar pensando en algo mientras me miraba con detenimiento.
—Estás empezando a asustarme —volví mi cuerpo hacia él para verlo directamente—. Pareces estar pensando en algo.
Su única respuesta fue una sonrisa.
Sus dedos se movieron en mi dirección haciéndome una seña para acercarme, seña que acepté de inmediato y me aproximé hasta él con la idea de sentarme a su lado, pero como siempre, él tenía un plan diferente, me tomó de mi cintura y me hizo sentarme sobre sus piernas.
Vernos en una situación tan íntima seguía siendo extraño para mí, aunque no dejaba de ser fascinante. Lo cierto es que nunca imaginé que podríamos estar de esa forma, sentada en su regazo mientras él no paraba de dejar besos en mi cuello, haciendo que mi cuerpo se llenara de ese extraño cosquilleo que solo Elías podía provocar al tocarme.
Frente a nuestras familias seguimos tratando de actuar de forma natural como siempre lo habíamos hecho, pero al estar solos en nuestra habitación la situación cambiaba y solo se escuchaban nuestros susurros y los sonidos de nuestros cuerpos unidos que no paraban hasta tarde en la noche.
Es como si no tuviéramos suficiente el uno del otro.
A pesar de la magia que me envolvía al estar entre sus brazos y caricias, no olvidaba que él tenía algo importante que decirme, pero sin querer arruinar nuestros momentos juntos preferí ser paciente y esperar a que él estuviera preparado para decirme. Siempre que ese tema venía a mi cabeza, miraba a sus ojos, acariciaba su mejilla y al sonreír, se me olvidaba cualquier preocupación. Lo único que quería era que me siguiera sonriendo de esa forma que lograba que todas las mariposas hambrientas de amor revolotearan en mi estómago.
Al ver sus ojos desprendiendo ese brillo peligroso, hizo mi boca secarse y mi cuerpo calentarse, anticipándose a cualquier movimiento que fuera a hacer.
—Espero que lo que mantenga tu mente tan ocupada sean pensamientos sobre mí.
—¿Acaso hay algo mejor en lo que pensar que no sea en ti? —oculté mi sonrisa tras mis dedos, al escucharlo decir aquello—. No me gusta que cubras tu boca al sonreír.
—¿Por qué?
—¿Será porque me gusta tu sonrisa?
—No lo sé, dímelo tú.
—Me gusta verte sonreír.
—Lo sé.
Una pequeña sonrisa tiró de sus labios al verme actuar tal cual como una niña.
—¿Entonces por qué me haces repetirlo?
—Porque me gusta escuchar cuando dices que algo te gusta de mí.
—Estás equivocada, no me gusta algo de ti —su cara se aproximó tanto a la mía que humedecí mis labios creyendo que estaba a punto de besarme—. Me gusta todo de ti.
Un suspiro salió de mis labios al sentir sus labios en mi cuello, pero fue por poco tiempo, ya que luego decidió robarme el aliento con un beso.
Me estremecí al sentir sus dedos aproximarse a mi entrepierna con la clara intención de acariciarme con un par de toques, de los cuales no me negaría si no fuera por la cita que teníamos en menos de una hora.
—Elías… —musité, y por mucho que quisiera con tu tentador plan, teníamos que parar—. No…
—¿No? —encontré la fuerza para negarme, y le parecía divertido verme casi en estado líquido—. ¿Y por qué tu cuerpo parece querer más de esto?
Justo después de su pregunta, sus mágicos dedos presionaron sobre cierto punto entre mis piernas. Se sentía demasiado bien, pero teníamos que parar.
A pesar de mi cuerpo tembloroso, llevé mis manos a su pecho para apartarlo de mi cuello, donde ya se había entretenido lo suficiente.
—Nuestro hijo está aquí…—pareció ser suficiente para que su mano abandonara su exploración bajo mi vestido—. Además, tenemos un compromiso dentro de una hora.
La amargura y el desagrado se vieron reflejados al recordarle nuestro encuentro con Watch, pero a pesar de no soportar la idea de sentarse en una misma mesa con él, iba a hacer todo lo posible de hacerlo solo por Elían.
Salí de su regazo para volver frente al espejo y asegurarme de que mi ropa estuviera en su sitio. Con mi vestido en su lugar, me dirigí hacia Elías para tratar de tranquilizarlo, pero encontré a mi pequeño viéndonos desde la puerta.
Sonreí tiernamente al notar que los cordones de sus zapatos estaban mal atados, así que con un pequeño movimiento de mi mano le pedí acercarse.
—Estás muy bonita, mami.
Amarré sus cordones correctamente y al acariciar su mejilla, me brindó una enorme sonrisa, una que siempre quisiera que tuviera en sus labios.
Por esa sonrisa es que estaba haciendo todo esto.