E l í a s
—¿A dónde vamos? Pensé que iríamos a mi cafetería favorita cerca de la USC.
Paris no había dejado de hacer preguntas al verme manejar en silencio.
—Vamos a la escuela de Elizabeth.
Como era típico de ella, empezó a gritar y pareciendo increíble, sus preguntas se habían multiplicado. No tenía cabeza para prestarle atención a su interrogatorio, así que simplemente seguí manejando para poder llegar a tiempo.
—Esto me trae recuerdos.
Era imposible que un momento como este no nos trajera locos recuerdos.
—¿Quién pensaría que terminaríamos así?
La encontré sonriendo con cierta melancolía.
—En aquel entonces odiabas a Elizabeth.
—No es que la quiera mucho ahora.
Si algo me parecía tierno, era la forma en que Paris siempre quería lucir como la mala en la historia.
—¿A quién intentas engañar?
No escuché una respuesta de su parte, solo varios manotazos en mi hombro antes de inclinarse hacia adelante en su asiento.
—La puta Beth ha salido de clases.
—¿No habíamos llegado a un acuerdo con respecto a los apodos?
Ella trató de reprimir una risa, lo cual no aguanto por mucho y quizás si no hubiera visto a Elizabeth entrar a un auto negro me hubiera reído con ella.
—¿Con quién va en ese auto? —ni siquiera me atreví a pronunciar el nombre—. ¡No me jodas! ¡¿Va con Watch?!
Asentí y casi al instante aparté la cara en cuanto sus gritos empezaron a llenar el auto. Una vez más.
—¿Puedes dejar de gritar?
—¿Cómo demonios quieres que deje de gritar cuando la puta Beth va con Watch en ese auto? —Graznó, con la vista fija en el auto negro frente a nosotros —. Incluso ni siquiera puedo creer que Beth le haya dado una oportunidad a ese maldito idiota.
Recordé las palabras de Elizabeth en cuanto a querer solucionar todo de manera pacífica y hacer las cosas menos incómodas para Elían e intenté hacerle saber eso a Paris porque sé que él también era importante para ella.
—No es como si hubiera tenido otra opción —respondí—. Las cosas serán menos difíciles para Elían de esta forma.
—Si estás tan de acuerdo, ¿Qué mierda hacemos persiguiéndolos?
La vergüenza no me permitió responder, por lo que solo seguí manejando para no perderlos de vista.
—Esto es una mierda y quiero dejarte bastante en claro que no estoy de acuerdo, porque ese imbécil no se merece estar cerca de Elían —se cruzó de brazos viendo hacia la ventana—. Watch es un experto en arruinar todo lo que toca, así que si llega a lastimar al niño será todo culpa de ustedes dos.
Sus últimas palabras me dejaron absorto y molesto.
—¿Acaso crees que estoy muy feliz con esto? Yo ni siquiera tengo derecho a opinar y exigirle algo a Elizabeth, y aunque no me gusta recordarlo, ten presente que no soy el padre de Elían y este matrimonio es toda una farsa muy conveniente para mí.
Me sorprendió el no echarme a llorar tras decir aquellas palabras en voz alta, era difícil aceptar esa realidad y me alegro de que ella haya comprendido eso, porque la discusión terminó y el silencio reinó entre nosotros.
Los alrededores empezaron a hacerse conocidos y es porque nos estábamos acercando a la casa de mis padres, solo esperaba que ese estúpido supiera usar su cerebro lo suficiente como para no bajar del auto.
Miré cómo Elizabeth fue la única en bajar del auto, mi madre le sonrió para luego darle un abrazo y conociendo a mi madre, el tiempo que se estaba tomando en hablar con ella era porque de seguro estaba haciéndole un cuestionario acerca de quién era el dueño de aquel auto.
Se dirigió de nuevo al auto con Elían de su mano, mientras que éste parecía muy feliz de ir con Watch.
¿Acaso sabe que se encontraría con Watch? ¿Por eso estaba tan feliz?
—Tu expresión de tragedia me tienta al suicidio.
Paris me trajo a la realidad haciendo que pusiera en marcha mi auto una vez más para seguirles.
Mientras conducía no sé de qué forma empecé a sentirme, sí curioso por llegar y ver cómo se comportan los tres juntos o si esto que sentía eran solo muestras de que me estaba volviendo un tóxico de mierda que exigía mantener para él algo que no merecía desde un principio.
Si Paris tenía razón en algo es que Watch no se los merecía y en esta situación no sé si yo también los merezco, cuando ni siquiera podía confiar en la chica que quería.
—Sigamos nuestro camino, ni siquiera entiendo, porque estamos haciendo esto.
—Tengo que verlos, ya sabes, ver cómo son sin mí.
Cuando ella se me quedaba viéndome de aquella forma fija y penetrante era porque intentaba ver tras de mí y así lograr descifrar qué ocultaba.
Lo peor de todo es que ella siempre lograba descubrir qué sucedía conmigo.